Los ‘dueños’ del dolor colombiano

Actualizado
  • 15/07/2010 02:00
Creado
  • 15/07/2010 02:00
El secuestro es la tragedia humana más cruel de la que tenga conciencia. Pensar en que por las propias imprudencias o abiertas negligenc...

El secuestro es la tragedia humana más cruel de la que tenga conciencia. Pensar en que por las propias imprudencias o abiertas negligencias de una persona se merezca estar secuestrada siete años es, insensato, injusto e inhumano. Pero ningún colombiano puede convertirse en el propietario del monopolio del dolor y el sufrimiento.

Este es un país en el que todos hemos puesto nuestra cuota, unos peor que otros sin duda, pero nadie ha pasado invicto. A Ingrid Betancourt le advirtieron sobre el riesgo que representaba su viaje a San Vicente, la mejor recopilación está, tal vez en el primer libro sobre el tema del francés Jacques Thomet, entonces director de la AFP en Bogotá, quien escribió esta semana en su blog un artículo titulado ‘... que la justicia colombiana me interrogue! Tengo la prueba escrita y los testigos para demostrar que Ingrid Betancourt desobedeció al Gobierno y provocó así su secuestro en el 2002’.

Nadie en Colombia duda sobre lo imprudente de Ingrid al asumir el riesgo que la llevó a las manos de las FARC. Pero no por eso ella mereció estar secuestrada siete años. No debemos confundir. Durante el cautiverio, de Ingrid recibimos escasas pruebas de vida y la que más recordamos fue el vídeo en el que no habló y se veía destruida, foto que salió en primera página en todo el mundo. Ella es una víctima del secuestro, pero no es la única, ni la más sufrida, ni la más valiente, ni la más nada. Es otra víctima de la tragedia colombiana, una víctima imprudente, que provocó su desgracia, pero no por eso se la merecía.

Sin embargo, no puedo decir lo mismo de su especial familia. Su madre, su hermana, su cuñado (o ex), su esposo (o ex), sus hijos, y a eso se le suman un puñado de políticos, funcionarios y representantes de ONGs francesas y europeas que se dedicaron a vivir de la causa de Ingrid. Se repartieron su herencia y su legado, con ella pudriéndose en la mitad de la selva, y se dedicaron a construir sus fortunas al inmensurable costo de la imagen de una nación, de un gobierno y de un pueblo.

Este grupúsculo de familiares y arrimados encontraron en los ataques a Colombia una gran forma de viajar gratis, comer gratis, ser famosos, vivir protegidos y darse la gran vida del jet set europeo. Esta gentuza nunca pensó en un país que libra una batalla con el corazón (la misma batalla que devolvió a Ingrid a la libertad), ni en las treinta mil familias que han padecido el mismo sufrimiento. No, ellos creyeron que eran los dueños del dolor de los colombianos, y ahora, con descaro y sin vergüenza pretenden cobrarlo.

Los insultos, humillaciones, menosprecios y ataques que sufrió Colombia por cuenta de esta mezcla explosiva de intereses económicos y sentimientos fuertes, no siempre postizos fueron muchos. El esfuerzo de Colombia por defender una nación de los ataques de este grupito, costó millares de euros: se enredaron acuerdos comerciales entre naciones, y se cuentan en miles las páginas negras escritas en la prensa europea sobre mi país, arruinando la inversión extranjera y el turismo. El costo político no fue menor, se liberaron jefes guerrilleros a petición de gobiernos extranjeros, y debimos soportar las famosas ‘exigencias’ de la familia y de los gobiernos de Francia y otros oponiéndose al rescate y ‘exigiéndole’ a Colombia su liberación.

No quiero profundizar en las mezquindades que este grupo inventó en contra de nuestra patria valiéndose del nombre de una víctima que no podía opinar y no sabía lo que hacían los de afuera. Pero hoy, que Ingrid es libre gracias a la voluntad férrea y valiente del gobierno, no entiendo que sea ella la que rija su actuar en contra de un país que todo le dio, y dio todo por ella.

El embajador Daniel Parfait sabe de lo que hablo, como también el Ministro De Villepin. Lecompte se dio cuenta siete años tarde y Sarkozy ya lo padece. Hasta cuanto le vamos a poner la mejilla a estas harpías del sufrimiento colombiano? ¡Que nos paguen ellos todo lo que nos hicieron!

El autor es ex ministro plenipotenciario de Colombia en Francia

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