La libertad de sentir miedo

Actualizado
  • 31/10/2011 01:00
Creado
  • 31/10/2011 01:00
ANALISTA. T odo le está saliendo mal al régimen. Acaba de fracasar estrepitosamente la Cumbre Iberoamericana convocada para el pasado f...

ANALISTA

T odo le está saliendo mal al régimen. Acaba de fracasar estrepitosamente la Cumbre Iberoamericana convocada para el pasado fin de semana en Asunción, Paraguay. A ella asisten España y Portugal. Faltaron unos diez jefes de estado de los veintidós que la integran. Paralelamente debía reunirse la Cumbre de la Unión de Naciones del Sur, UNASUR. Ambas pasaron por debajo de la mesa. Agendas mediocres que evaden la rendición de cuentas por tantos acuerdos violados y promesas incumplidas. Se nota una creciente fatiga continental con relación a estos eventos y falta de credibilidad en la cantidad de instancias que se han construido en los últimos años. Hay Cumbres presidenciales para todo. Generales como la Iberoamericana y también sectoriales como la del Grupo de Río, UNASUR, el ALBA (Alianza Bolivariana de las Américas), MERCOSUR y otras experiencias mas localizadas en Centroamérica y el Caribe. Se trata de mantener múltiples equilibrios inestables generadores de complicidades entre los gobiernos de muchos países que trabajan en línea directa contra los intereses de sus pueblos, pero con garantías de solidaridades que le faciliten a quienes los dirigen continuar usando y abusando del poder político y económico que concentran en sus manos. Es el caso de Venezuela.

Esto puede parecer anecdótico frente al fracaso venezolano. Todo funciona mal o no funciona. No existe área de la actividad nacional que camine para mejor. Todo va hacia peor. Las crisis sectoriales se multiplican generando una gran crisis nacional con signos irreversibles que tienen como telón de fondo la ineficacia y la enorme dosis de corrupción que hacen metástasis en el cuerpo enfermo de la República. Como si esto fuera poco, no hay Presidente disponible a tiempo completo para enfrentar la desbandada política y militar en su entorno. Los demonios desatados, la visión del ‘chavismo sin Chávez’ y la certeza derivada de una cuenta final en etapa regresiva, generan factores de desestabilización que trascienden cualquier esquema estrictamente electoral.

Llegamos al punto. ¿Cuánto tiempo más aguanta la situación actual? Hemos planteado hasta el cansancio que la real naturaleza del problema de Venezuela no es electoral sino existencial. De principios y valores que están siendo destruidos con el objeto de liquidar la República democrática para sustituirla por un estado socialista a la cubana, comunistoide, que la inmensa mayoría rechaza, pero que se ha tratado de imponer. Ojala los aspirantes presidenciales tengan claro este aspecto crucial. Aquí puede pasar cualquier cosa. Las primarias de febrero empiezan a verse demasiado lejos, aunque desprevenidamente pueda parecer lo contrario. Más lejos aún octubre de 2012. Tenemos la obligación de visualizar todos los escenarios posibles, especialmente los más peligrosos.

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