La revolución de Bolívar en juego

Actualizado
  • 08/03/2013 01:00
Creado
  • 08/03/2013 01:00
VENEZUELA. El cuerpo de Chávez aún no ha sido enterrado, pero la pelea por la sucesión presidencial divide al oficialismo.

VENEZUELA. El cuerpo de Chávez aún no ha sido enterrado, pero la pelea por la sucesión presidencial divide al oficialismo.

El vicepresidente Nicolás Maduro trata de imponerse en la Presidencia de la República como el sustituto de Hugo Chávez, apartando a Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Nacional y a quien le correspondía ocupar el cargo y convocar elecciones en 30 días, según lo establece la Constitución venezolana.

Tanto Maduro como Cabello han mantenido las formas y no han expuesto sus diferencias y ambiciones públicamente, pero al haber fallecido su líder las cosas cambian.

Es probable que la próxima semana, cuando bajen las emociones, saldrán a relucir las diferencias de los dos sectores aunque haya existido un pacto entre ellos.

A menos de un mes para una elecciones presidenciales que aún no tienen fecha exacta, quien sea el candidato oficialista enfrenta el reto de mantener unido al ‘‘chavismo’’ como garante de un triunfo seguro.

La Constitución de Venezuela establece que se debe ‘proceder’ a una nueva elección ‘dentro de los treinta días consecutivos siguientes’ a la falta absoluta, término que según el abogado constitucionalista Ricardo Antela es suficientemente ambiguo para referirse a ‘convocar’ o ‘celebrar’.

Ante la estima no obstante que las elecciones deberían ser convocadas por el Consejo Nacional Electoral en ese plazo para permitir su correcta organización y la realización de la campaña.

La prensa local barajaba la posibilidad de que se realicen en 45 días.

Frente a Maduro, se espera que la oposición coloque como candidato a su líder Henrique Capriles, de 40 años.

‘Sí, con toda seguridad será Capriles’, dijo el alcalde de Sucre, Carlos Ocariz.

Además de las divisiones políticas que parten en dos al país bolivariano, Venezuela se enfrenta también a numerosos retos como la delincuencia, la corrupción y los problemas económicos. Y con Chávez muerto, la nación petrolera se encamina hacia grandes giros políticos y períodos de turbulencia.

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