El país que no llora pero empezó su propio luto

Actualizado
  • 10/03/2013 01:00
Creado
  • 10/03/2013 01:00
Hasta el viernes en la casa Roberto hubo reuniones, brindis y salsa a todo dar. Fue su hija con amigas, amigos de la pareja, vecinos. Bi...

Hasta el viernes en la casa Roberto hubo reuniones, brindis y salsa a todo dar. Fue su hija con amigas, amigos de la pareja, vecinos. Bien provistos de carne y con el fuego siempre chispeando para asarla. Nunca faltó, además, el ‘elefante’, una botella de wisky extra grande que garantiza guaro por muchas horas. Era el otro extremo de la Academia Militar: la Caracas que puertas adentro vio en la muerte de Hugo Chávez un motivo para alegrarse, pero ahora llora.

‘Este hombre no ha hecho nada de lo que prometió en 1999. Todo lo contrario: sometió al pueblo y entregó el país a Cuba. Y van a seguir’, dice Roberto, un jubilado que vive en un punto refinado de la ciudad y se dedica a aprovechar las contingencias de una economía desbaratada: compra y vende dólares. Es uno de los 6,5 millones de venezolanos que no querían que ganara Chávez en octubre del año pasado. Y no quieren más chavismo ahora.

Por eso cuando vio que Nicolás Maduro juró como ’presidente encargado’ el viernes, se le transfiguró la cara. La ilusión se transformó en impotencia.

‘Tienen el mal hábito de violar disposiciones constitucionales’ lamenta también Carlos José en una esquina de Altamira, un barrio al este de Caracas donde se escucharon cornetas el martes pasado, cuando se reconoció oficialmente la muerte de Chávez. ‘Hemos vuelto a la realidad más rápido de lo que esperábamos’, dijo cuando escuchó a Maduro anunciando que había instruido que pusieran fecha para la elección.

Ese gesto viene a sumarse a la larga lista de hartazgos del antichavismo: inseguridad, devaluación, inflación, incapacidad productiva y autoritarismo. Anteayer la tortilla se volvió. Los que deberían estar de luto, parecen de fiesta en los alrededores de la Academia Militar. Y los que celebraron su muerte, ahora están de duelo.

EL HARTAZGO

La sensación general en ese universo que no llora al líder es la que soltó Roberto en ese centro de resistencia antichavista que es Altamira: ‘Estamos hartos. Aquí no va a cambiar nada’.

Eso se respiraba en el mall Sambill ayer a la mañana. ‘No, no, no... Ni me preguntes de ese hombre que ya me tiene cansada’, dijo una joven -jeans, remera blanca y gafas de sol- mientra miraba las vidrieras de un negocio para chicas fashion.

Muchos menos predispuestos al testimonio y la foto que ese otro país que pasa días y noches en la Academia Militar, los que no se sienten seducidos por la ‘Revolución Bolivariana’ reconocen que sí, que con Chávez bajó la pobreza, hubo educación y Venezuela creció. Pero creció toda la región gracias a la suba de los precios de las materias primas. El tema es qué hizo Chávez con eso.

‘Hoy la situación económica es complicada, muchas empresas han cerrado y estamos importando todo’, contó Ricardo, un ingeniero de hablar pausado y gentil.

‘Él no ha hecho nada bueno por el país. Dicen que se ocupó de los pobres pero lo que hizo fue darles cosas para mantenerlos adictos a él’, opinó Yenitzel, una cuentapropista de 41 años con esa coquetería tan digna de la máquina de fabricar Miss Universo que es este país .

Merilyn, que es ama de casa, disparó: ‘Tu sales y no sabes si vas a llegar. Tenemos que vivir encerrados’. No hay un venezolano que antes de que viajes a Caracas no te advierta sobre la inseguridad. Cuidado, una vez que anochezca vuelve a la casa, no andes sola, no tomes taxis en la calle. Y después de la advertencia viene la anécdota de la verificación. La de Merilyn es esta: ‘A mi prima la mataron saliendo de un sitio nocturno para robarle el carro. Tenía 30 años y fue en Las Mercedes, supuestamente una zona segura’.

También están cansados de la tan mentada polarización. ‘Hemos dejado de juntarnos porque todo se volvía una pelea’, contó Ricardo. Merilyn agregó que la cosa es como con el béisbol, o peor: ‘Ahora no se puede hablar de religión, de béisbol ni de Chávez’.

Apuntan a ese estilo de conducción voraz, sin contemplaciones. De acumulación de poder y recursos.

Carlos José, el ingeniero de 55 años que viste jeans y camisa celeste y camina ligero por las calles de Altamira, marcó también las contradicciones de un proyecto que reivindica lo nacional en el discurso pero negocia con los mismos que los países más neoliberales de la región: ‘Deliberadamente el régimen no contrata a empresas venezolanas. Ha tenido un descarado favorecimiento con empresas extranjeras, por ejemplo la famosa Odebrecht tiene contratos por 3,000 millones de dólares y está asociada a la estatal PDVSA’.

LA SALIDA

Caracas está desierta. Muchos huyeron en caravana a las playas este fin de semana. Es entendible, no hay muchas opciones de distracción en estos días de luto: los bares están cerrados y, salvo que tengas el contacto con el Al Capone caraqueño, la ley seca te aleja la posibilidad siquiera de una pinta en casa.

Pedro Pablo viajó más lejos. Desde España contó: ‘Estaba un poco harto de todo. No veo buenas perspectivas. Maduro debe ganar valiéndose del fanstasma de Chávez (o de su momia) y de todo el poder del Estado, y la situación diaria va a seguir igual. Nuestro problema no es Chávez o no Chávez. Él se fue y deja como herencia una bomba que solo su carisma y chequera infinita mantenían parcialmente inactiva’.

‘Acá lo que queda es irse’, dijo Ricardo -60 años, camisa a cuadros, zapatos bien lustrados- en uno de los pasillos de Sambill. Dueño de una pena profunda, piensa optar por la resignación: ‘Mis hijos están afuera y no van a volver. Estamos esperando para irnos nosotros también’.

Carlos José, que cita poetas además de superhéroes, también lamenta que ‘aquí atormentan con el himno nacional y tantas madres no tienen ahorita ni a sus hijos ni a sus nietos, porque los que han podido han tenido que marcharse para salir adelante’.

Eso lo saben, le digo, los 39 mil que buscaron un futuro en Panamá. ‘Mis saludos para ellos’, contestó, y envió un mensaje: ‘Que resistan, como nosotros’.

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