Los ejemplos del mundo para que mire Colombia

Actualizado
  • 23/09/2012 02:00
Creado
  • 23/09/2012 02:00
COLOMBIA. Semanas atrás, el Departamento de Estado de Estados Unidos difundió una noticia que fue un gran alivio para los habitantes de ...

COLOMBIA. Semanas atrás, el Departamento de Estado de Estados Unidos difundió una noticia que fue un gran alivio para los habitantes de Nepal, una pequeña nación asiática encaramada en el Himalaya. El gobierno acababa de suprimir al Partido Comunista de Nepal (PCN) de su lista de organizaciones terroristas. La explicación de Washington rezaba: ‘El PCN ya no está vinculado a actividades terroristas (…). Además, en años recientes, el partido maoísta ha sido elegido como cabeza de la coalición de gobierno nepalí, ha dado pasos para desmantelar su aparato terrorista y ha demostrado un compromiso creíble para perseguir la paz y la reconciliación’.

Muchas cosas distinguen al proceso nepalí –que comenzó en 2006 y se acerca a un fin– del colombiano. Pero ambos tienen algo en común. Esa nación vivió una guerra contra una guerrilla maoísta y campesina. El conflicto dejó 13.000 muertos y 50.000 desplazados.

Hoy Nepal es otro país. Con una agenda de paz realista, y sin intermediación, pasó de cobijar a una monarquía hinduista a ser una república secular y democrática, elevó a los maoístas al poder y abrió un camino a la transformación. La exclusión de la lista gringa (en la que hasta hoy se encuentran las Farc) era considerada como imposible para los nepalíes. Ahora, es el más reciente triunfo que el país alcanza en su lucha por la paz.

¿Qué puede aprender Colombia de procesos de resolución de conflictos en otras partes del mundo? SE MANA conversó con exper tos extranjeros y revisó varios casos del pasado.

Por una parte, hay argumentos de peso para permanecer escépticos a la hora de comparar, pues el colombiano ‘por ser un conflicto viejo y multipolar es uno de los más complejos del mundo’, como le dijo a esta revista Kai Ambos, director del Departamento de Derecho Penal Internacional de la Universidad de Göttingen. Por otra parte, la misma complejidad permite hacer paralelos con otras partes de la Tierra donde se firmó la paz, aun en tiempos en que se consideraba lejana. Una cifra es contundente: según el Carter Center, la mayoría de los más de 50 conflictos armados que han tenido lugar desde la Guerra Fría resultaron de choques religiosos, políticos y étnicos y, de estos, la mayor parte ha sido solucionada por la vía negociada.

El primer reflejo es rememorar los acuerdos de paz más famosos de la historia reciente, casos de crueldad y sangre que habían hecho perder la esperanza y que, justo entonces, fueron resueltos. En 1995, por ejemplo, el entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton negoció en 20 días, en el interior de una base aérea, el Acuerdo de Dayton que puso fin a tres años de una carnicería que parecía irrefrenable en la Guerra de Bosnia.

Cuesta olvidar la imagen del serbio Slobodan Milosevic, del croata Franjo Tudjman y del bosnio Alija Izetbegovic firmando la paz frente a Clinton, Helmut Kohl, Jacques Chirac y John Major. Según el Council on Foreign Relations, este acuerdo es el ejemplo más impresionante de resolución de conflictos.

En el intento por no repetir el pasado, ahora el gobierno colombiano busca la mejor fórmula. ¿Qué casos conviene seguir? Para los expertos es claro que, aunque conocidos, el Acuerdo de Dayton y el de Viernes Santo –que en 1998, después de dos años de diálogos y 30 de conflicto, decretó la paz en Irlanda del Norte– no son los mejores modelos. ‘El conflicto colombiano es tan particular que ante otros casos hay que actuar como ante un bufet de comida: tomar lo mejor de cada oferta’, dice Javier Ciurlizza, director para las Américas del International Crisis Group, un think-tank para temas de conflicto.

Para Ciurlizza, las referencias más cercanas son Guatemala y El Salvador, no solo por ser vecinos regionales. En los procesos de esos países en los años noventa, a pesar de la violencia y las dificultades, las guerrillas firmaron un cese de hostilidades. ‘En El Salvador, como ahora en Colombia, no había nada pactado, ni siquiera un alto al fuego, hasta que hubo un acuerdo final; eso es positivo’, dice. Y añade: ‘Los problemas surgirán más adelante cuando Colombia deba confrontar la verdad y, así, la Comisión de la Verdad de Guatemala es un modelo a seguir’.

Pero antes de esa fase el gobierno deberá superar otros obstáculos. Por ejemplo, el proceso mismo de negociación de paz. Ciurlizza propone a Filipinas, donde el pasado abril se firmó un acuerdo preliminar, como un modelo llamativo. Lo mismo piensa Vicenç Fisas, director de la Escuela de Cultura de Paz de Cataluña: ‘En el proceso de paz filipino se llevaba varios años intentando negociar con dos guerrillas; hoy las partes, como en Colombia, coinciden en que los plazos deben ser cortos; prolongarlos implicaría una pérdida de confianza’. Según Fisas, otro paralelo positivo es que en Filipinas el país facilitador también es Noruega.

El caso filipino, sin embargo, destapa también dificultades potenciales para la mesa de paz colombiana. A diferencia de ese país, ‘en Colombia el paso de la vida militar a la civil no es fácil’, advierte Fisas. Mientras en Filipinas y Nepal el desarme, la desmovilización y la rehabilitación de combatientes se llevan a cabo con relativa fluidez, en Colombia este proceso podría verse minado por la desconfianza que predomina. ‘Hay un asunto donde Colombia es incomparable con el resto del mundo: la marca que dejó la barbarie contra la Unión Patriótica’, dice Fisas. ¿Cómo convencer a los guerrilleros de que no va a pasar lo mismo?

Según este experto en resolución de conflictos, aquí también los casos asiáticos podrían ayudar. En Filipinas y Nepal se reformó el sistema de seguridad, se garantizó la participación política y se negoció el cese al fuego paulatino, el cual, según Fisas, podría servirle a Colombia. ‘A las Farc se les podría decir, por ejemplo, que comiencen por no atacar la infraestructura; si cumplen habrá más confianza y se podrá avanzar’, dijo.

La confianza, en general, ha sido una palabra clave en la historia de la resolución de conflictos. En la mayoría de los 19 procesos que, según el Anuario de Procesos de Paz, publicado por Fisas, tienen lugar hoy, no sólo hay facilitadores sino una lucha para que la confianza no se rompa. En Birmania, donde se negocia la paz con varias guerrillas, se ha establecido lo que los expertos llaman ‘esquemas de paz y confianza’. Antes de firmar la paz, a los insurgentes se les ha permitido abrir oficinas de representación política y, así, ellos mismos tienen la oportunidad de poner a prueba las promesas del Estado.

Kai Ambos, de la Universidad de Göttingen, se mantiene escéptico. ‘Un conflicto con tantos actores como el colombiano sólo se puede comparar con países africanos, y el problema es que allá, en África, la paz no ha podido ser alcanzada’, dijo a SEMANA. ¿Es ese el destino de Colombia? A Ambos no le falta razón al enfatizar la singularidad del caso colombiano; en el tema del narcotráfico, por ejemplo, no hay experiencias en otras partes del mundo de las cuales se pudiera aprender. Pero justamente que la paz en Colombia sea tan particular es una razón para sellarla: se estaría escribiendo historia mundial.

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