Países No Alineados y los peligros de un mundo multipolar

Actualizado
  • 15/10/2021 00:00
Creado
  • 15/10/2021 00:00
En América Latina, países miembros del MPNA –como Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Panamá– deben decidir una posición internacional que atienda directamente la crisis de déficit fiscal por la que atraviesan nuestros países y promueva un modelo político que permita la resolución de conflictos
En la reunión en Serbia esta semana participaron 53 naciones de África, 26 de América Latina y 38 de Asia.

El 11 de octubre delegaciones de 105 países del mundo se reunieron en Belgrado, Serbia, para celebrar la cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MPNA). La reunión marcó el aniversario 60 del movimiento que inició durante la Guerra Fría. Su propósito inicial fue el de presentar un bloque de poder independiente a la lucha hegemónica entre Estados Unidos y sus aliados, y la Unión Soviética. Países al margen de los intereses estratégicos de ambos bloques de poder buscaron apoyo mutuo desde 1961 para reasegurar la “autodeterminación” de sus Estados a través de la “democratización” de las relaciones internacionales. Hoy los discursos políticos de los países miembros el MPNA parecieran estar, irónicamente, más alineados que nunca en contra de un solo polo de poder. Sin embargo, es posible que los líderes del MPNA estén subestimando los peligros de un mundo multipolar.

Tras la caída del muro de Berlín, el MPNA tomó posturas más activas en el escenario internacional, principalmente abogando por la reforma de las Naciones Unidas (en particular el Consejo de Seguridad) y directamente cuestionando el liderazgo y las políticas de EE.UU. y demás naciones del G7. La pandemia marcó otro punto de inflexión en la historia del MPNA.

La distribución desigual de las vacunas contra la covid-19 amalgamó el descontento en contra de la supremacía política, económica y moral de EE.UU. y la Unión Europea.

Para octubre de 2021, más del 70% de las poblaciones de los países de altos ingresos ya completaron un esquema de vacunación. Mientras que en los países de bajos ingresos, menos del 4% tuvo acceso a dosis.

La reunión se efectuó en Belgrado, Serbia.

Durante la reunión en Serbia esta semana, no solo participaron 53 naciones de África, 26 de América Latina, y 38 de Asia, sino también el propio secretario general de las Naciones Unidas. El secretario general Guterres fue reelegido para un segundo mandato en junio de 2019. Ya libre de compromisos electorales, Guterres busca de manera más directa el apoyo de países del mundo para avanzar la agenda de las Naciones Unidas.

Durante su intervención en Serbia, Guterres señaló el cambio climático y la desigualdad social como las principales amenazas de la paz internacional. En particular, Guterres subrayó que la crisis de deuda de países de medianos y bajos ingresos es un impedimento estructural para la paz social. En 2021, 100 países del mundo redujeron servicios sociales para poder servir la deuda externa.

En plena pandemia, 64 de ellos pagaron más al servicio de su deuda que el monto dedicado a la emergencia sanitaria y atención médica. Y 45 simplemente no cumplirán al 100% con los compromisos pactados. Guterres dejó en entredicho la necesidad de un consenso y un liderazgo a nivel mundial, que claramente no puede existir en un mundo de competencia geopolítica multipolar.

El gobierno de Joe Biden, en todo su actuar internacional, demostró que la clase política estadounidense no tiene intenciones –ni mucho menos está preparada– para reconquistar y liderar el sistema internacional. La iniciativa económica 'Build Back Better World' propuesta por Biden en la cumbre del G7 en el mes de junio para promover la democracia y reimpulsar el crecimiento económico de sus aliados, aún no tiene ni forma ni fondo.

La calamitosa retirada de EE.UU. de Afganistán confirmó que la supremacía militar estadounidense no garantiza paz ni estabilidad. Y el cable alarmante que envió la CIA a todas sus bases a nivel mundial a inicios del mes de octubre evidenció que EE.UU. está perdiendo la guerra informática del futuro. La CIA alertó a todos sus reclutadores de informantes que sus fuentes están siendo comprometidas. Algunas fueron asesinadas, encarceladas e incluso coaccionadas a volverse agentes dobles para servicios de inteligencia extranjeros.

Estos fracasos a nivel internacional no solo afectan el prestigio y el poder inmaterial de EE.UU., sino también dejan sin protección a poblaciones enteras, como fue el caso de los más de 400 mil afganos que de una manera u otra colaboraron con las potencias de occidente.

El gobierno ruso de Vladimir Putin, por su parte, no tiene ningún interés en el retorno a un mundo unipolar. Las crisis internacionales han beneficiado al régimen ruso. Desde el inicio de la pandemia, Putin modificó la Constitución, reeligió una mayoría en la Duma, y envenenó y encarceló al líder opositor más importante de su gobierno, Alexei Navalni, sin ninguna repercusión notable.

Un mundo multipolar empodera a regímenes autoritarios como los de Vladimir Putin. Actualmente, Rusia se aprovecha de las disrupciones en las cadenas de suministros a nivel mundial y la crisis energética en Europa para desestabilizar a sus enemigos y extraer mayores ganancias. Un ejemplo del desdén del régimen de Moscú hacia las normas internacionales fue el arresto, el pasado 29 de septiembre, del magnate de ciberseguridad Ilya Sachkov, CEO de Group-IB.

Sachkov, quien ha trabajado con la Interpol y demás organismos de seguridad internacional en temas de ciberseguridad, criticó al Gobierno ruso por permitir que grupos cibercriminales operen en el país. Mientras que Maksim Yakubets, líder del grupo de hackers llamado Evil Corp. –y responsable de ciberataques a más de 31 compañías americanas– es visto por las calles de Moscú manejando un Lamborghini fluorescente con una placa que dice “ladrón”.

Rusia representa un polo de poder en el sistema internacional por su impacto e influencia. Pero otros actores subversivos también se benefician del desorden internacional. Los casos de las negociaciones en Venezuela (con la oposición) y en Irán (acuerdo nuclear con EE.UU.) son ejemplos notables y peligrosos a largo plazo.

Y el régimen de Pekín, quien ha expresado sus intenciones de conquistar el liderazgo del sistema internacional, debe primero reafirmar su poder y control para consolidar una hegemonía. Al igual que EE.UU. en 1991 durante la primera guerra del golfo pérsico, China está en necesidad de un escenario de combate para poner a prueba y demostrar al mundo su dominio total. En 1991, tras la caída del muro de Berlín, EE.UU. puso a prueba su doctrina militar de proyección de poder y operaciones conjuntas de sus fuerzas armadas. El resultado fue que en 42 días, el ejército, la fuerza aérea y la marina de EE.UU. arrodillaron al cuarto ejército más grande del mundo.

El régimen de Xi Jinping se encuentra en el proceso de definición de una nueva doctrina militar. Proceso que ordenó el mismo Partido Comunista Chino en 2017. Será la primera doctrina militar en el mundo que integre no solo operaciones conjuntas del ejército, fuerza aérea y marina, sino también de los comandos del espacio y el ciberespacio. La historia da testimonio amplio de que toda gran potencia, una vez adquiere nueva tecnología bélica, la pone a prueba. Y el escenario ideal para el régimen de Pekín no es un secreto: Taiwán.

La reunificación de Taiwán con China es un imperativo del régimen de Xi Jinping que busca control total del indo-pacífico. El escenario de invasión de Taiwán además representa la prueba perfecta para el Partido Comunista Chino, para demostrar su supremacía en una nueva forma de guerra. La reunificación de Taiwán y China requiere no solo de armamento bélico tradicional, sino también una ofensiva híbrida que logre alinear o doblegar ideológicamente a los 12 millones de habitantes de la isla. Según el ministro de DEefensa de Taiwán, China estará preparado para un primer asalto tan pronto como en 2025.

Los más de 100 países que conforman el MPNA deben reconsiderar su rol en el sistema internacional. Un mundo multipolar prolongado fortalece dinámicas de violencia que favorecen a los regímenes de Venezuela, Rusia e Irán, por ejemplo. Un sistema internacional que permita la reunificación de Taiwán y China a través de la confrontación abre las puertas a un nuevo ciclo de imperialismo sin oposición. Y un mundo que no reforme el liderazgo de EE.UU. y sus aliados exacerbará las desigualdades entre los países de altos ingresos y el resto del planeta, generando así tragedias humanas y un escenario internacional inestable e insostenible.

En América Latina, países miembros del MPNA –como Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Panamá– deben decidir una posición internacional que atienda directamente la crisis de déficit fiscal por la que atraviesan nuestros países y promueva un modelo político que permita la pacífica resolución de conflictos a lo interno de nuestras naciones y a largo plazo.

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