La reina del carnaval

Actualizado
  • 14/02/2024 17:15
Creado
  • 14/02/2024 16:38

Hay un relato oculto y poco confeso que se esconde en la vida de muchos tras máscaras de carnaval. Hay que atrevernos a hablar más de ello, para que las máscaras caigan y así prevenir que se sigan repitiendo esas infames historias. Son las historias de miles de mujeres que son abusadas sexualmente. En mi experiencia, la mayoría de las mujeres con las que me he atrevido a hablar de este tema, tienen una historia indeseada que contar - en muchos casos les cuesta identificar la situación de abuso.

En mi caso, cuando tenía unos siete años, un profesor de matemáticas me pedía en voz baja y cuchicheos que acariciara su cara, tomaba mis pequeñas manos para llenarlas de besos e inapropiadamente llenaba mis mejillas con sus babas. Los abusadores se esconden en figuras de poder, son expertos en manipulación, intimidan y logran que las víctimas se sientan culpables de una situación que no provocaron.

El problema, es que usualmente son parte del círculo cercano: un tío, un abuelo, un vecino, un amigo, el compadre, un jefe, un profesor; una vez que se rompe el silencio, muchas veces el círculo cercano no está dispuesto a romper nexos de forma permanente con el abusador y la víctima queda indefensa ante su depredador. Los daños son permanentes, son heridas que requieren terapia, apoyo o catarsis, como estoy haciendo yo con ustedes, ¿se atreven a romper el silencio? No tenemos por qué sentirnos culpables.

En este sentido, no me extraña que se hable de que un 10% de las mujeres nunca alcance el orgasmo y que exista una brecha orgásmica entre hombres y mujeres, ya que a las mujeres se nos dificulta más alcanzar el orgasmo ¿cómo tener relaciones sexuales placenteras si vinculamos el sexo con una experiencia dolorosamente negativa?

Romper el silencio, tener acceso a educación sexual, tener información para evitar situaciones que nos vuelvan vulnerables, garantiza que las mujeres seamos dueñas de nuestra sexualidad, que disfrutemos de nuestro cuerpo, porque las mujeres tenemos derecho a disfrutar del sexo desde la plenitud y el consenso.

Tenemos derecho a ser la reina del carnaval, a permitir que nuestro cuerpo se inunde de placer con variedad de colores y preferencias, como las plumas majestuosas que adornan los trajes de las comparsas, pero solo si decimos sí, sí quiero, sí deseo, sí, sí, sí.

Los daños son permanentes, son heridas que requieren terapia, apoyo o catarsis, como estoy haciendo yo con ustedes ¿se atreven a romper el silencio? No tenemos por qué sentirnos culpables.
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