Uno que es el grupo de Bohuslan Big Band fue en el Centro de Convenciones de Ciudad del Saber
En la plaza toca:
Porque Puma Zumix Grupo juvenil que interpreta...
Es de imaginar que en estos días muchos han escuchado hablar de una mujer de nombre Berta Cáceres. Ya sea que se enteraron porque son ávidos lectores o por el tuit de Leonardo Di Caprio, deben saber que se trata de una conocida ambientalista y líder indígena de Honduras asesinada el pasado jueves en su domicilio.
Pero, ¿a qué se debe tanto alboroto? Ciertamente, no es la primera vez que un(a) ambientalista es asesinado(a), especialmente en una nación como Honduras, país que en 2014 registró la mayor cantidad de asesinatos per cápita de defensores del ambiente en todo el mundo, según un informe de la ONG Global Witness.
Entre 2003 y 2014 se registraron 111 asesinatos de ambientalistas en territorio hondureño, de acuerdo con el reporte de Global Witness.
Si bien no es la primera víctima, el nombre de Cáceres es conocido por ser una pieza clave en la organización de la mayor etnia indígena hondureña en contra de la represa Agua Zarca, un proyecto que estaba a cargo de la compañía china Sinohydro.
Desde 2006, el pueblo lenca ya mantenía contactos con el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), una organización de la cual Cáceres fue cofundadora en 1993.
A partir del 2009, tras el golpe de Estado contra Manuel Zelaya, el país centroamericano vio un aumento de los megaproyectos. Uno de ellos, la represa de Agua Zarca, que amenazaba las actividades agrícolas de los pueblos indígenas, según aseguraba Cáceres para entonces.
La principal carta para frenar la hidroeléctrica fue que dicho proyecto ignoraba “el derecho a consulta libre, previa e informada” plasmado en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y que Honduras había ratificado.
Dado que el gobierno no daba respuestas, en 2013 el pueblo lenca mantuvo por un año bloqueada la carretera que daba acceso a la zona donde se realizaba la obra, impidiendo el paso de la maquinaria.
Para aquella época, Cáceres había recibido amenazas de muerte de parte de policías, militares y paramilitares, de acuerdo a un informe del Equipo de Reflexión, Investigaciones y Comunicación (ERIC) de los jesuitas. Un militar estuvo a punto de asesinarla en 2013 cuando le disparó durante un bloqueo.
La presión organizada en rechazo del proyecto obligó a la compañía a levantar la bandera blanca y retirarse. También fue el caso de la Corporación Financiera Internacional, institución del Banco Mundial, que había financiado el proyecto pero que al final se vio obligada a emprender la retirada.
Las agrupaciones indígenas y Cáceres habían logrado torcer los intereses financieros de los grandes poderes, un hito de tal magnitud que provocó que su nombre resonara por todos los rincones del globo. Más tarde, en abril del 2015, Cáceres fue condecorada con el Premio Medioambiental Goldman.
Pero la lucha no había finalizado, así lo anunciaba ella para entonces y así lo han dejado claramente quienes ahora reciben su legado, “la lucha sigue”.