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- 19/08/2011 02:00
- 19/08/2011 02:00
BRASIL. Una ola de denuncias de corrupción le está costando caro a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que decidida a enfrentarlas perdió en la noche del miércoles a su cuarto ministro en menos de ocho meses de gobierno.
Rousseff, que asumió el 1 de enero, ha perdido cuatro ministros en los últimos dos meses: tres por denuncias de irregularidades -los de Agricultura, Transportes y Jefatura del Gobierno- y un cuarto, el de Defensa, por criticar al Ejecutivo.
El último fue el de Agricultura, Wagner Rossi, que renunció el miércoles tras semanas de denuncias en la prensa sobre presuntos desvíos en su cartera y sus relaciones con una empresa agraria.
Heredera del ex mandatario Luiz Inacio Lula da Silva, la flamante presidenta sorprendió a la opinión pública al forzar las dimisiones, especialmente en los casos relacionados con denuncias de corrupción.
‘La actitud de Lula era otra: frente a denuncias, él decía que nadie podía ser culpado hasta ser juzgado. Rousseff ha actuado de manera diferente -forzando las dimisiones-, lo que es un reflejo de que la sociedad es menos tolerante con ciertas prácticas políticas que están desgastadas’, dijo a la AFP Carlos Lopes, del Instituto Analise.
Las denuncias han puesto en evidencia una práctica arraigada en la política brasileña por la que el presidente reparte altos cargos del gobierno ‘entre los partidos aliados a cambio de apoyo parlamentario; eso es generador de corrupción’, explicó a la AFP el director de la ONG Transparencia Brasil, Claudio Abramo.
Las decisiones de Rousseff han recibido aplausos por parte de la prensa y de ONG. En el Congreso, unos pocos senadores crearon un ‘frente’ informal de apoyo a la limpieza administrativa de Rousseff y el gremio de abogados quiere lanzar un observatorio de la corrupción.
‘La presidenta Rousseff está adoptando una posición que los otros presidentes no hicieron en 16 años’, afirmó el senador Pedro Simon.
Pero la limpieza tiene sus costos: ‘ningún gobierno pasa incólume por la dimisión de un cuarto ministro en ocho meses. El nuevo espectro que ronda a Palacio presidencial se llama inestabilidad’, señaló un editorial del diario Folha de Sao Paulo. Al enfrentar la corrupción, Rousseff enfrenta a sus aliados, ya que los ministros pertenecen a los partidos de su coalición.