El DAS, transformarse o morir

Actualizado
  • 04/05/2009 02:00
Creado
  • 04/05/2009 02:00
¿Hasta dónde llega el abismo de degradación en el que ha caído el DAS en Colombia? Cada semana hay una revelación más abominable que la ...

¿Hasta dónde llega el abismo de degradación en el que ha caído el DAS en Colombia? Cada semana hay una revelación más abominable que la anterior. Sórdidas investigaciones de la vida privada y económica de magistrados de la Corte Suprema; infiltración paramilitar; espionaje político de miembros de la oposición; destrucción de grabaciones; sustracción de computadores; manipulación de las pruebas de poligrafía; venta de información privilegiada al mejor postor?

Cuesta trabajo creerlo, pero esto y más se va sabiendo. Y lo que un público desconcertado y asqueado más quiere saber es quiénes propiciaron que una agencia de seguridad del Estado, adscrita a la Presidencia de Colombia, se criminalizara de tal manera. Sería desolador que no se identificara a sus reales autores intelectuales o cómplices ideológicos.

Ya no cabe mayor duda de que el ex director Jorge Noguera se puso al servicio de las autodefensas de la Costa; de que la ex directora María del Pilar Hurtado ha mentido; de que todos los altos funcionarios de inteligencia removidos tienen las manos untadas. Pero, ¿bajo orden de quién o quiénes procedían? ¿A dónde reportaban? ¿Actuaban acaso motu propio?

La descomposición del DAS viene de atrás y escándalos por ‘chuzadas’ ilegales no han faltado en otros gobiernos. Pero, bajo la dirección de Jorge Noguera y sus explícitas simpatías ideológicas con la “causa paramilitar”, lo que se gesta es una especie de toma de la entidad por grupos paramafiosos, que la van colocando al servicio de sus intereses.

De ese período (el subsiguiente y bienintencionado de Andrés Peñate no frenó el deterioro) falta precisar mejor el papel desempeñado por directivos altamente ideologizados, así como el tipo de comunicaciones irregulares (vale decir, por fuera del conducto regular) que haya habido con funcionarios de Casa de Nariño. Tema que la Fiscalía está obligada a investigar a fondo. La atomización de canales aceleró el colapso que hoy enfrenta el DAS. Pero la solución no es acabar con la única agencia de inteligencia civil del Estado. Sino aprovechar la crisis para reducirla y depurarla drásticamente.

Es la oportunidad –si hay la voluntad– para convertirla en un organismo pequeño y eficiente, liberado de funciones como escoltar personajes o sellar pasaportes, y dedicado a producir la inteligencia –interior y exterior– que el Gobierno requiera para decisiones cruciales. Con las obvias funciones –legalmente ejercidas– de infiltración o interceptación que demande la verdadera defensa de la seguridad del Estado. Transformarse o morir es la cuestión para el DAS.

Un temita subalterno: en materia de fabricaciones periodísticas se lleva el premio lo que divulgó en días pasados por Internet la agencia oficiosa de las FARC, Anncol, sobre un correo electrónico que yo le habría enviado al dirigente venezolano Teodoro Petkoff para “enturbiar las relaciones Uribe-Chávez”, con motivo de la reciente visita del Presidente a Caracas. Es tan burdo el montaje, que es difícil creer que se puedan inventar semejantes vainas.

Y no es el primero. Durante la pasada campaña electoral en Venezuela, armaron otro intercambio de mensajes entre Petkoff y yo, en el que conspirábamos para impedir el triunfo de Chávez mediante confabulaciones con “agentes del imperio”. Se trata en el fondo de desacreditar a un mordaz y respetado crítico de Chávez, como es Petkoff, vinculándolo con complots urdidos desde Colombia y Washington. Y, claro, desde la SIP, que yo presido y que Chávez abomina. Maniobras que tienen su origen en círculos palaciegos del chavismo y que no por delirantes y risibles (errores de redacción, correos equivocados) dejan de sorprender por la inmediata y amplia difusión que reciben en los medios adictos al gobierno (incluyendo a los de los amigos del Secretariado). Al último refrito también le hizo ruidoso eco en la televisión el ex vicepresidente José V. Rangel, quien metió en el complot al Ejército colombiano y a la CIA.

Las cosas que se ven. Y después se quejan de las falsedades de la prensa.

Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones