El enemigo en común, la subversión del orden liberal, y el nuevo orden mundial (Parte I)

Actualizado
  • 30/07/2021 00:00
Creado
  • 30/07/2021 00:00
'La nueva alianza del Foro de Sao Paulo con el Gobierno chino está consolidando una masa crítica de voluntades políticas en el ámbito internacional innegable'
El presidente de Perú, Pedro Castillo

La llegada de Pedro Castillo a la Presidencia de Perú, un maestro chotano y declarado marxista leninista que promete instaurar un Estado socialista interventor, representa un quiebre radical en la política del país que ha tenido 5 presidentes en 5 años. A pesar de haber ganado por 0,1% de diferencia, su sorprendente victoria forma parte de un proceso estratégico que empezó hace tres décadas en América Latina.

El enemigo en común

En 1990 Luis Ignacio 'Lula' da Silva dejó su curul en el congreso brasileño para dedicarse a la conquista de la presidencia del país. Luego de ser electo presidente del Partido de Trabajadores, Lula aceptó auspiciar una iniciativa de Fidel Castro: el Foro de Sao Paulo.

Tras la caída del muro de Berlín y de cara a los procesos reformistas en la Unión Soviética conocidos como la perestroika y el glasnost, Fidel Castro entendió que los beneficios de la relación Habana-Moscú estaban en sus últimos días. El beneficio que recibía Cuba de Rusia era crucial para la subsistencia del régimen de Castro. Para 1985 el 70% del comercio total de la isla era con la Unión Soviética. La U.R.S.S., por ejemplo, compraba azúcar cubana en 1985 a una tasa 11 veces mayor al precio del mercado mundial. En 1989, dos años antes del colapso de la Unión Soviética y un año antes de la convocatoria inicial del Foro de Sao Paulo, la U.R.S.S. compró azúcar cubana a solo 3 veces el precio del mercado. El deterioro de las relaciones entre Moscú y La Habana fue producto de la liberalización de la economía del bloque soviético.

A principios de los años 90, en el continente americano, Castro no contaba con aliados en el poder. La mayoría de las naciones latinoamericanas, bajo el tutelaje o la coerción de Estados Unidos, adoptaron medidas neoliberales para lograr reestructurar sus deudas externas. Por idealismo o conveniencia, la articulación burocrática de formas del ideal liberal, y en particular en la toma de decisión de los procesos económicos, eran para Castro la amenaza central a su revolución. En 1986 Fidel inició su propio proceso de reformas conocidas como el 'Proceso de rectificación en oposición a las reformas de los Estados socialistas de Europa del Este'. El objetivo fue revertir la descentralización del poder y eliminar la “corrompida” influencia ideológica soviética. Fue en esta coyuntura de fracaso –el fracaso de la U.R.S.S., la crisis económica en Cuba, y los fracasos revolucionarios y electorales de los frentes de izquierda en América Latina– que Castro y Lula reunieron a más de 48 partidos políticos y movimientos de izquierda en Sao Paulo en 1990.

El resultado de la primera reunión fue subestimado, pero quedó plasmado en la declaración de Sao Paulo: “definimos aquí, en contraposición con la propuesta de integración bajo dominio imperialista, las bases de un nuevo concepto de unidad e integración continental”. La izquierda latinoamericana inició un proceso de renovación estratégica e ideológica que encontró en un enemigo en común –el orden mundial liberal y Estados Unidos– la solidaridad internacional necesaria para articular un nuevo asalto al poder instituido en la región.

La subversión del orden liberal

Los resultados de los intercambios de estrategias que ocurrieron en el Foro de Sao Paulo no vieron frutos sino hasta su novena edición. El mismo Lula no dio con la fórmula política para alcanzar el poder hasta 2002, habiendo perdido en 1989, 1994 y 1998. El discurso revolucionario y comunista no tuvo éxito en los procesos electorales de los años 90 y fue derrotado militarmente en las décadas anteriores. La victoria de Hugo Chávez Frías en 1999 y de Lula da Silva en 2002 fue producto de un compromiso discursivo estratégico. Ambos líderes literalmente se disfrazaron y disfrazaron sus ideales para lograr la victoria electoral bajo un sistema liberal. Hugo Chávez dejó las fatigas militares y la boina roja por un saco y corbata, y prometió el respeto a la propiedad privada. Inclusive en varias entrevistas en 1998, Chávez califico al régimen cubano como una dictadura. Por su parte, Lula dejó las camisetas del Ché en su closet al igual que su propuesta de reforma agraria, moderó sus propuestas económicas, arregló su barba y se ensacó para llegar al Palacio de Planalto. La fórmula fue simple y eficaz: un discurso populista antagónico que, alimentado por las frustraciones reales de la sociedad, culpó al modelo político liberal y la influencia de Estados Unidos por las desigualdades y falta de oportunidades económicas. En cuestión de 10 años, el intercambio internacional de estrategias e ideas políticas de los partidos miembros del Foro llevaron al poder a Evo Morales, en Bolivia (Movimiento al Socialismo); Rafael Correa, en Ecuador (Alianza País); Daniel Ortega, en Nicaragua (Frente Sandinista de Liberación Nacional); Cristina Kirchner, en Argentina (Partido Comunista Auténtico), y Mujica, en Uruguay (Movimiento de Participación Popular). Una vez en el poder, sin embargo, los discursos políticos cambiaron. El caso más radical, por supuesto el venezolano. La receta para la segunda etapa del desmantelamiento del orden liberal establecido en la región fueron los procesos constituyentes y de reformas constitucionales. Venezuela modificó su constitución en 1999; Uruguay, en 2004; Ecuador, en 2008; Bolivia, en 2009; Nicaragua, en 2014; Chile está en pleno proceso; esta semana Pedro Castillo (Perú Libre), durante su toma de posesión del ejecutivo peruano, prometió modificar la carta magna; Manuel López Obrador (Movimiento de Regeneración Nacional), en México, anunció su propuesta de reformas en junio de este año; y Gustavo Petro (Colombia Humana), quien lidera las encuestas para las elecciones presidenciales de 2022 en Colombia, también prometió un proceso constituyente. Al centro de las reformas resaltan tres aspectos relevantes al enfoque de este artículo: la concentración de poder en el Ejecutivo, el control estatal de los recursos naturales, y el exagerado uso de un nuevo vocabulario para la redefinición de las fuentes de poder. Este último aspecto, además, terminó por cambiar la historia misma de las naciones a través del renombramiento de países, instituciones, procesos políticos, sedes de gobierno, y la inclusión de nuevos próceres y narrativas históricas en sustitución a las existentes.

China y el nuevo orden mundial

La paciencia de los hermanos Castro rindió frutos. Para 2009 el petróleo venezolano aportaba cerca de $8 mil millones en ayuda económica a Cuba. Aproximadamente 14% del PIB de la isla y 66% del comercio de La Habana. Sin embargo, para 2021, el colapso de la economía venezolana volvió a demonstrar la fragilidad de la propuesta “revolucionaria”. Las recientes protestas en Cuba no tienen nada que ver con las sanciones económicas de EE.UU., la isla continúa su relación económica con el resto del mundo. Simplemente, al igual que en la U.R.S.S. y en Venezuela y en una larga lista de intentos socialistas, sin una fuente de financiación importante, el sistema de bienestar colapsa. El gobierno de Manuel López Obrador, en México, elegido en 2018, extendió un salvavidas al régimen de La Habana esta semana con envíos de insumos y combustible a la isla. Y no será casualidad que al igual que en la convocatoria inicial de 1990, la declaración del Foro de Sao Paulo en 2019, en Caracas, subrayó la necesidad de nuevamente renovar la estrategia –esta vez para consolidar el poder en la región–.

En consecuencia, la llegada de Pedro Castillo (candidato de Perú Libre, partido perteneciente al Foro de Sao Paulo) al poder en Perú, no puede ser analizado exclusivamente bajo las dinámicas internas del país ni tampoco podemos distraernos por el ínfimo margen de su victoria pensando que fue producto de la serendipia. Perú tiene la segunda reserva más grande de cobre del planeta, y es el segundo mayor exportador cuprífero del mundo. Con el precio del cobre en un ascenso vertiginoso, y el incremento de la demanda china del metal rojizo, Perú podría revigorizar los esfuerzos del Foro de Sao Paulo como en su momento lo hizo el petróleo venezolano.

La evolución estratégica del Foro de Sao Paulo está a punto de colocar a sus miembros al frente del ejecutivo en Chile, Colombia y retomar Brasil en los próximos ciclos electorales 2021/2022. Los precios de las materias primas están en ascenso y los miembros del Foro han estado en constante negociación para alinear intereses con un nuevo aliado internacional: el Partido Comunista chino. El Departamento de Enlace Internacional del Partido Comunista chino, el brazo ideológico de las relaciones exteriores de Pekín, se reunió 300 veces con 74 miembros del Foro en 26 países de la región entre 2002 y 2018. La nueva alianza del Foro de Sao Paulo con el Gobierno chino está consolidando una masa crítica de voluntades políticas en el ámbito internacional innegable, y que sin una contrapropuesta de peso podría terminar de desmantelar el orden político y económico liberal no solo en la región, sino en el mundo.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus