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- 14/06/2010 02:00
- 14/06/2010 02:00
WASHINGTON, DC. Casi un año y medio después de haber tomado posesión como presidente de Estados Unidos, Barack Obama pasa por uno de sus peores momentos. El hombre más poderoso del mundo se encuentra cercado por los problemas. El principal ha sido su incapacidad para controlar la crisis por el derrame de petróleo en el Golfo de México. Por eso lo comparan con Jimmy Carter, que a finales de 1980 perdió las elecciones contra Ronald Reagan por no haber podido enfrentar la crisis de los rehenes en Irán.
Definitivamente Obama es el Carter del siglo XXI. También le reprochan su manejo del desempleo, el pobre desempeño de sus aliados en las recientes elecciones primarias al Senado y su falta de temple ante las últimas acciones de Israel.
EL DESATRE ECOLÓGICO
El vertido de crudo tras la explosión el 20 de abril de la plataforma petrolera Deepwater Horizon de la British Petroleum (BP) se ha llevado por delante varios puntos de la popularidad de Obama.
Pero eso no es raro si se tienen en cuenta tanto la magnitud del derrame como la reacción de Obama. A la hora de hacerle frente al desastre, el presidente ha llegado tarde y mal. Obama ha viajado tres veces a las costas de Luisiana y el problema sigue. Inicialmente, el gobierno se comió el cuento de la BP según el cual el tubo roto dejaba escapar a diario unos 1,500 barriles de crudo. Luego corrigió el error, pero con otro: afirmó que la cantidad de petróleo que brotaba desde el fondo del mar era de entre 10,000 y 19,000 barriles. Y ahora, mes y medio después, el cálculo más aproximado habla de 25,000. Semejante cantidad ha hecho palidecer la peor tragedia ecológica de la historia reciente de EEUU, la del Exxon Valdez, el buque petrolero gringo que en 1989 se estrelló contra un iceberg en las costas de Alaska, por lo que 37,000 toneladas de crudo cubrieron las aguas del Atlántico.
El daño generado por la plataforma de la BP puede alcanzar niveles muy superiores y afectar zonas muy habitadas, con daños cuyo costo será posible estimar.
LA LEY
Eso motivó además al gobierno de Obama a proponerle al Congreso que elimine la ley por la que se fija una sanción máxima a las petroleras de $75 millones en eventos como el del Golfo de México. Ni siquiera eso satisfizo a los gringos que ya ven a Obama fuera de foco.
Para un analista tan serio como Bill Schneider, de Político, el famoso portal de Internet, Obama se ha equivocado porque, ‘aunque un presidente no tenga el control de los acontecimientos’ tal como ocurre en la actualidad, ‘tiene que dar la impresión de que lo está’.
OTROS PROBLEMAS
Pero el derrame de la BP no es el único frente que tiene abierto en casa Barack Obama. El desempleo, que ha cedido un poco, roza un preocupante 10%. En los últimos días, no obstante, lo peor no ha sido eso. Lo más grave ha sido que a principios de junio el gobierno difundió como un triunfo la creación en mayo de 431,000 puestos de trabajo, con tan mala suerte que 24 horas después, ante el acoso de diarios como The New York Times, debió reconocer que, de esa cantidad, 411,000 eran cargos establecidos por el Censo para hacer el conteo del número de habitantes. Vergonzoso no.
Pero en medio de este mar de críticas también hay voces que aplauden a Obama por haber sacado adelante su reforma a la Sanidad y la reforma al sistema financiero, columnistas como Paul Starobin de The Washington Post sostienen que Obama ‘no es Superman’ y que ni siquiera Franklin Delano Roosevelt, el mejor presidente gringo del siglo XX, habría podido con tanto lío. ‘Solo una economía de guerra consiguió que sacara al país adelante’. No es fácil. Obama vive una mala hora y, a cinco meses de elecciones, la cosa puede empeorar.