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- 23/10/2015 02:00
- 23/10/2015 02:00
Cristina Fernández se prepara para dejar la Casa Rosada con un alto nivel de aprobación y el desafío de mantener vivo el ‘kirchnerismo' en el ciclo político que estrenará el país tras las elecciones del domingo.
Eligió al candidato del oficialismo para su sucesión, Daniel Scioli, impuso como vicepresidente a uno de sus hombres de confianza -Carlos Zanini- participó en la elaboración de las listas de legisladores y ha tenido un llamativo protagonismo en la campaña electoral.
Se despedirá de los militantes en un acto multitudinario, a principios de noviembre, en el que estará acompañada por varios mandatarios de la región, antes de la asunción de su sucesor, el 10 de diciembre.
La presidenta apura el final de la llamada ‘década K', que comenzó en 2003, con el triunfo del fallecido expresidente Néstor Kirchner, quien inauguró un periodo de confianza, con la recuperación del crack del 2001 y crecimientos a tasas chinas.
Un tirón que se tradujo en el triunfo de Cristina Fernández en 2007, que revalidó, con un 54% de votos, en 2011, un año después de la muerte de su esposo y antecesor.
La ‘década ganada', como la bautiza el oficialismo, termina con una economía estancada, una inflación superior al 20%, un índice de pobreza que alcanza el 25% -según cálculos independientes-, sangría de divisas, mercado negro y desconfianza de los mercados internacionales hacia el país.
Pero también con logros sociales, como el reconocimiento del matrimonio igualitario y la extensión de ayudas a familias sin recursos, como la Asignación Universal por hijo, mejoras en las jubilaciones y subsidios de los que se benefician un total de 17,5 millones de argentinos.
Un legado de luces y sombras del que Cristina Fernández sale con una aprobación del 40%, según la consultora Management&Fit, lo que le permite alimentar el sueño de volver a competir por la Casa Rosada en las elecciones del 2019.
El desafío inmediato será la supervivencia de esta corriente peronista.