Atentados a la democracia: Brasil y Estados Unidos

  • 14/01/2023 00:00
El asalto a las instituciones brasileñas plantea similitudes y diferencias con lo ocurrido en el Capitolio de Estados Unidos, hace casi dos años
Fotografías que muestran: a la izquierda, a dos manifestantes pro Trump durante la toma del Capitolio el 6 de enero de 2021, en Washington (EE.UU.), y a la derecha, la toma de hoy por parte de manifestantes bolsonaristas en la sede del poder de la República de Brasil.

“Stop the Count (detengan el conteo)”, gritaba enfurecido el entonces presidente estadounidense, Donald Trump, durante las elecciones generales de 2020, donde perdería la Presidencia contra Joe Biden. Un acto que serviría de combustible para que, pocos meses después, manifestantes se tomaran el Capitolio de Estados Unidos, en protesta por los resultados electorales.

Estos acontecimientos fueron catalogados por muchos como un 'atentado a la democracia' y, según especialistas, guardan muchas similitudes con los 'atentados' que pasaron en Brasil, hace escasos días, cuando miles de seguidores del expresidente Jair Bolsonaro se tomaron la presidencia brasileña, el Supremo Tribunal Federal y el Consejo Nacional.

“Las similitudes son realmente evidentes”, ponderó el analista político José Stoute, quien ve en la “aparente indiferencia” que mostraron Trump y Bolsonaro durante el asalto a las instituciones, una de las claves que marcan ambos sucesos.

Aunque ninguno de los mandatarios patrocinó abiertamente un “atentado” de estas características, sí lo “permitieron”, analiza Stoute.

“Trump lo posibilitó, no lo impidió, aun pudiendo hacerlo, y en el caso de Bolsonaro fue aún más descarado, porque abandonó el país, intentando que no se le responsabilizara de lo que él es responsable”, dijo.

Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil

Según el politólogo Andrés Malamud, “Este hecho está calcado del estadounidense. Hay dos pequeñas diferencias: la primera es que, siendo verano en el hemisferio sur, los edificios estaban vacíos; la segunda es que el papel de las fuerzas armadas y de seguridad brasileñas fue más ambiguo que el de las estadounidenses”, dijo a El Economista.

Para Stoute, un presidente “democrático” debe “denunciar” estos actos antes de que ocurran o cuando están ocurriendo, algo que, a criterio del especialista, ninguno de los dos ha hecho de forma “abierta y firme”.

El pasado 8 de enero Bolsonaro dijo, en su cuenta de Twitter, que lo ocurrido durante las protestas se “sale de la regla”, porque las manifestaciones deben ser “pacíficas”.

“A lo largo de mi mandato siempre he estado dentro de las cuatro líneas de la Constitución, respetando y defendiendo las leyes, la democracia, la transparencia y nuestra sagrada libertad”, añadió.

El expresidente de Estados Unidos Donald Trump

Otra similitud se encuentra en la “clandestinidad” de ambos hechos. “En ambos países se convocaron, de manera clandestina, los acontecimientos. Algo de estas características no puede ocurrir de forma espontánea”, aseguró el analista.

“Esas personas fueron trasladadas de alguna manera... hubo una preparación clandestina, de sectores de ultraderecha, para asaltar las instituciones democráticas”, afirmó.

Sobre este tema, Lula aseguró este martes que “tarde o temprano van a descubrir quién lo financió”.

El mandatario brasileño dijo que estos actos son responsabilidad de una “pequeña minoría”.

A esto hay que agregarle los argumentos “anticomunistas” presentes en ambos acontecimientos. Los manifestantes “intentaron legitimar sus acciones con argumentos anticomunistas”, algo que, a juicio del entrevistado, puede deberse al discurso contra el comunismo que manejan Bolsonaro y Trump.

“EE.UU. nunca será un país socialista o comunista”, acotó Trump, durante un evento con veteranos de la guerra, en la Casa Blanca, cuando todavía era presidente.

“Vamos, en un corto espacio de tiempo, a expulsar al comunismo del país”, gritó Bolsonaro, durante un mitin político en 2020.

Para Stoute, estas alegaciones “no tienen sustento alguno”. “Biden es un presidente liberal, democrático, no tiene que ver con el comunismo. Mientras que Lula no tuvo, en sus dos mandatos, nada que ver con los partidos comunistas”, explicó.

No se pueden dejar por fuera las dudas que arrojaron ambos presidentes sobre los procesos electorales de sus naciones. Con Trump, cuestionando la efectividad del voto por correo, y Bolsonaro apuntando al voto electrónico.

Estas posturas, a juicio de Stoute, pudieron contribuir a la radicalización del pensamiento de los seguidores de ambos políticos. “Eran mentiras que pretendían justificar los atentados contra las instituciones democráticas”, aseguró.

El factor militar

Uno de los factores que diferencia ambos hechos, es, según Soute, el llamado a una “intervención militar”.

“En Estados Unidos las voces que pedían una intervención militar eran realmente minoritarias”, detalló.

Una realidad muy diferente a la brasileña, en donde se pedía abiertamente la renuncia del presidente Luiz Inácio Lula da Silva y una intervención militar. “En Brasil el llamamiento a un golpe militar fue claro y masivo, cosa que no ocurrió en Estados Unidos”, dijo.

A la lista de diferenciadores hay que sumar los planteamientos relacionados con un presunto “robo de las elecciones” que estuvieron presentes en Estados Unidos, pero no en Brasil. “Los brasileños se quejaron de las políticas de Lula, no del proceso electoral”, explicó.

El futuro de Brasil

“Lula enfrenta un gobierno complicado”, ponderó el analista. “El país está fragmentado, al igual que en Estados Unidos” donde Trump tiene mucho apoyo.

“Esto solo tiene una salida: La implementación de políticas que resuelvan los problemas de la población”, dijo.

Si el gobierno de Lula no implementa políticas resolutivas, “las personas van a seguir girando hacia políticas contrarias, en este caso, políticas de ultraderecha que prometen resolver los problemas de la población”, aseguró.

Según el politólogo Julio Burdman, este suceso pone de manifiesto la “vulnerabilidad” de Lula, frente a una oposición “radicalizada en las calles”.

Algo que no tiene porque ser negativo. “Creo que Lula queda fortalecido indirectamente por la partición de la oposición que representa esto”, ponderó, en entrevista con El Economista.

“El futuro de Lula depende de que la derecha democrática se diferencie de la golpista y la condene”, prevé Malamud.

La 'ola' ultraderechista

“Lo que sucedió en Brasil lo estamos viendo en Europa... es un fenómeno internacional”, explicó el analista, haciendo referencia a lo ocurrido en Alemania a finales del año pasado.

El pasado 7 de diciembre la fiscalía alemana anunció la detención de 25 presuntos ultraderechistas, acusados de pertenecer a una “organización terrorista nacional” que planteaba un golpe de Estado, recoge DW.

“Se está gestando una corriente ultraderechista, de acoso y derribo (de las instituciones) a nivel mundial”, concluyó Stoute.

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