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Irán busca respaldo en los BRICS ante aislamiento global, pero división interna frena postura común

- 06/07/2025 15:11
Tras casi dos semanas de enfrentamientos y creciente presión internacional, Irán asiste debilitado a la cumbre del grupo BRICS en Brasil. La cita, que se celebrará durante dos días en Río de Janeiro, marca la primera participación oficial de Teherán como nuevo miembro del bloque económico y político que reúne a Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y otras naciones emergentes.
De acuerdo con The New York Times, Irán busca aprovechar el escenario multilateral para contrarrestar su aislamiento internacional, tras los ataques recientes de Israel y Estados Unidos a sus instalaciones. Aunque el bloque emitió una declaración en la que expresó “grave preocupación” por esos bombardeos, evitó condenar abiertamente a Washington o Tel Aviv, reflejando las profundas divisiones internas entre sus miembros.
El ingreso de Irán a los BRICS representa, para el gobierno islámico, una oportunidad diplomática crucial. La cumbre llega en un momento complejo: mientras enfrenta sanciones económicas, amenazas de nuevas acciones militares por su programa nuclear y crecientes tensiones regionales, intenta mostrar que no está solo en la escena internacional.
La óptica es importante, como lo afirmó Sanam Vakil, experta de Chatham House citada por The New York Times: “Ser parte del grupo le permite a Irán proyectar legitimidad y pertenencia a un orden multipolar, incluso si las diferencias internas dificultan un respaldo explícito”.
Pese a su peso global —más de la mitad de la población mundial está representada en el bloque—, los BRICS no lograron consenso sobre cómo responder a los ataques contra Irán. China y Rusia adoptaron posturas críticas hacia Estados Unidos: Moscú calificó la ofensiva como “una agresión injustificada” y Pekín pidió “moderación y diálogo”.
Sin embargo, otros miembros mantuvieron una actitud más cautelosa. Brasil, anfitrión de la cumbre, condenó los ataques, pero evitó tensar su relación con Washington, su segundo mayor socio comercial. India, tradicionalmente cercana a Estados Unidos, se mostró igualmente reticente a asumir una postura dura. Sudáfrica y Etiopía también optaron por la prudencia.
Oliver Stuenkel, profesor en la Fundación Getulio Vargas, resumió el dilema del grupo: “No hay una alineación clara sobre cómo abordar a Irán, así que la solución fue emitir una postura ambigua y poco comprometida”.
La cumbre se celebra en un contexto de crecimiento acelerado de los BRICS, que recientemente integraron a Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia e Irán. Pero esta ampliación ha dificultado la toma de decisiones.
“El crecimiento del bloque conlleva voces más diversas, y eso hace más difícil alcanzar consensos”, explicó el economista Paulo Nogueira Batista Jr., exvicepresidente del banco de desarrollo de los BRICS, citado por The New York Times. Estas diferencias han salido a flote especialmente en temas geopolíticos, como se vio tras la invasión rusa a Ucrania, cuando el bloque no logró articular una postura común.
Otro factor que marca esta cumbre es la ausencia de figuras clave. Ni el presidente ruso, Vladimir Putin —quien participará de forma virtual debido a la orden de arresto internacional en su contra— ni su homólogo chino, Xi Jinping, asistirán personalmente. En su lugar, China estará representada por el primer ministro Li Qiang.
Esto pone mayor presión sobre el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien ostenta la presidencia pro tempore del grupo. Lula ha defendido una visión de los BRICS centrada en el desarrollo y la reforma del sistema financiero global, pero sin convertir al bloque en un frente antioccidental. Según analistas consultados por The New York Times, su objetivo es “dar más voz al sur global sin alimentar confrontaciones directas con Estados Unidos”.
Aunque Irán confirmó su participación en la cumbre, aún no se ha definido quién encabezará la delegación ni si habrá reuniones bilaterales con potencias como China o Rusia. Las expectativas están puestas en el comunicado final del encuentro, que podría incluir menciones a la situación iraní, aunque no se espera un lenguaje contundente.
Para Irán, participar ya es una victoria simbólica. Para los BRICS, la cumbre será una prueba de equilibrio: cómo mantenerse relevantes y cohesionados sin fracturarse ante crisis internacionales.
“Solo espero que no veamos cómo se deshacen los avances logrados el año pasado”, advirtió Batista al Times, reflejando el tono prudente con el que se vive esta cita internacional.