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- 30/12/2009 01:00
JERUSALÉN. Muchos chicos de Sderot, ciudad israelí cercana a la frontera con la Franja de Gaza, nacieron escuchando las sirenas de Maguen David Adom (equivalente a la Cruz Roja) y el impacto de los disparos de misiles Qassam. Algunos los conocen desde hace ocho años y padecen los síntomas originados en prolongadas situaciones de presión. Pero cuando se refiere a niños pequeños, de tres o cuatro años, las dificultades son aún más graves.
De los datos registrados por el Centro del Trauma de Sderot surgen los problemas de desarrollo en algunos de los niños y es el relativo a las dificultades en el habla. Un chico normal comienza a hablar al cumplir un año y, desde entonces, su desarrollo es ascendente hasta que lo hacen por completo. Pero, entre los niños del Qassam, se observan chicos de tres o cuatro años que aún no hablan o que tartamudean. El motivo, según la directora del Centro de Trauma de la ciudad se debe, sin duda, a “los disparos ininterrumpidos y, con ello, la repetición de situaciones de presión”.
Dalia Yosef —directora del centro de Sderot— y los psicólogos clínicos tratan cada día a decenas de chicos, desde un año y medio hasta jóvenes de 18 años, que padecen diversos problemas. “Es muy importante tener presente que los chicos de Sderot viven situaciones de permanente presión”, dice Yosef. “Todos los de ocho años nacieron en una realidad en la que el mundo es, ante sus ojos, concebido como un sitio inseguro y aún más complicado, es en familias donde los chicos sienten que sus padres no pueden defenderlos”. Los Centros de Trauma representan un Proyecto Nacional del Fondo de Amistad, con participación del Gobierno de Israel.
Yosef cuenta que el niño escucha la respiración de sus padres cuando se acerca “Maguen David Adom”. Comprende que están asustados y sabe que el mundo es un lugar inseguro. Incluso su padre, que es el más significativo para brindar sostén y defensa, es incapaz de cuidarlo frente a esas amenazas, todo lo cual “conduce a dificultades de desarrollo muy significativas en la población infantil. Puede expresarse en la confusión de roles dentro de la familia, en problemas de crecimiento, regresiones, volver a la mamadera, necesidad de succionar, gran dificultad para separarse de los padres; chicos que temen ingresar al baño o a la ducha solos”, agrega Yosef.
De acuerdo a las aseveraciones los chicos que padecen éstos problemas se encuentran en la primera infancia y llega a los más grandes. “Hay chicos de 12 años que duermen con sus padres”, cuenta la directora del centro. En relación a las dificultades del habla, se llega a los que tartamudean y los que padecen problemas de expresión. “Están los que ya se comunicaban y comienzan a tartamudear y están los que no desarrollan la lengua como se debe, a partir de dificultades vividas”.
Yosef no puede puntualizar, con exactitud, ya que los síntomas de dificultades del habla no fueron medidos. Le resulta difícil definir el tartamudeo como fenómeno, pero es consciente que existen casos que son tratados. Yosef descubrió que hay enfermedades entre los niños que se agravan, provocadas por la situación de presión permanente. “Se registra caída del pelo, eczema en la piel, diabetes juvenil que crece día a día. Todo eso es, sin dudar, a partir de la realidad”, explica. “Aún cuando no caen misiles, la presión existe. La situación de tensión constante, la falta de esperanza y la sensación que puede ocurrir en cualquier momento, influye”, resume. Muchos chicos demuestran problemas sintomáticos en la motricidad gruesa, a partir de la realidad que les impide jugar en lugares abiertos, a comparación de sus pares en otros lugares del país.
No existen soluciones aparentes a todos estos problemas, en particular porque su amenaza se encuentra a la vista. En el Centro del Trauma en Sderot intentan, por todos los medios, aliviar los síntomas impulsando tratamientos duales de chicos y padres en conjunto. “A través del proceso se relaja la situación de presión en el padre y en el hijo; se los orienta pero, en especial, se insiste en la labor del padre —imagen de autoridad— a quien se le brindan recursos para sobreponerse y mantener la calma”.
Sólo el retorno a una absoluta tranquilidad mejorará a los chicos de Sderot. Cuando se mantiene el orden, aún por un corto periodo, y se lo acompaña de un tratamiento corto en el momento en que comienzan las sirenas y regresan los misiles, todo queda destrozado y el proceso de tratamiento se diluye. “Los métodos de corto tiempo —en la situación existente— son efectivos pero no alcanzan”. Yosef dice que es muy complicado curar en ésas condiciones: “Anteayer, mientras intentábamos tratar a los heridos de Hadera, cayó un misil muy cerca nuestro”.