Recife: tiburones en las playas y las carreteras

Actualizado
  • 14/06/2013 19:06
Creado
  • 14/06/2013 19:06
En Recife hay mucho tráfico, a toda hora y en cualquier dirección. A un año del Mundial, debe ser un tema preocupante para sus organiza...

En Recife hay mucho tráfico, a toda hora y en cualquier dirección. A un año del Mundial, debe ser un tema preocupante para sus organizadores.

La selección de Uruguay y los periodistas que la siguen en esta Copa Confederaciones han tenido que sortear embotellamientos monumentales para trasladarse desde sus hoteles a la sede de entrenamientos de la "Celeste", ubicada en las instalaciones del Sport Clube en Paulista, una ciudad aledaña a Recife.

Uruguay declinó entrenarse el jueves en esas canchas, a unos 30 kilómetros de su hotel, porque incluso con una escolta policiaca el recorrido demoraba cerca de una hora y media por carreteras en malas condiciones y anegadas por la incesante lluvia.

El viernes no llovió, pero la situación tampoco mejoró.

El periplo de la "Celeste" y su pelotón de periodistas salió de la zona playera de Boa Viagem, donde una infraestructura hotelera urgida de mejoras encara unas playas con peculiares advertencias: tiburones. Sí, los escualos abundan en estas aguas y los ataques son frecuentes, por lo que las playas de Recife están repletas de carteles que advierten a cualquier osado bañista sobre los peligros de darse un chapuzón.

La carretera principal desde Recife hasta Paulista es de dos carriles, pero la mayoría de los automóviles y camiones sólo transitan por el de la izquierda. ¿El de la derecha? Todo un campo minado, lleno de cráteres, muchos todavía tapados por agua de lluvia.

A paso de tortuga, la caravana demora más de una hora en recorrer los menos de 30 kilómetros hasta la salida a un camino secundario, donde, luego de pasar por debajo de un puente, se divisa el primer cartel con el emblema de la Copa Confederaciones, señalando la ruta hacia la sede de entrenamientos del Sport Clube.

Ahí empieza la mejor (¿peor?) parte: los últimos dos o tres kilómetros hasta las canchas de fútbol son por un camino de tierra _bah, no tierra, barro_ de un carril, enmarcado por espesa vegetación. Bienvenido a la selva. En esta ocasión, una brigada de obreros trabajaba para sacar una palmera que cayó en medio del camino.

Vuelta por aquí, vuelta por allá, se sube y se bajan unas cuantas cuestas, y finalmente se llega al centro de entrenamientos, donde Uruguay practicó en una de varias canchas de fútbol en buen estado.

Ni hablar del camino de vuelta. La misma ruta, pero con un tráfico infernal, casi dos horas a vuelta de rueda para regresar a la zona de playa. Donde esperan los tiburones.

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