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- 08/09/2013 02:00
SIDNEY. La oposición conservadora ganó arrolladoramente ayer las elecciones de Australia, poniendo fin a seis años de gobierno del Partido Laborista y ganando a una ciudadanía desencantada por el impuesto a las emisiones de carbón, una economía débil y una inestabilidad política tras años de luchas intestinas laboristas.
El primer ministro Kevin Rudd llamó al líder de oposición Tony Abbott para admitir su derrota. “Puse todo mi esfuerzo pero no fue suficiente’’, dijo Rudd a sus copartidarios.
“Sé que los corazones laboristas están fuertes por toda la nación esta noche y como su primer ministro y como su líder parlamentario del gran Partido Laborista australiano, acepto mi responsabilidad’’, destacó Rudd.
La victoria de la coalición conservadora encabezada por el Partido Liberal se produce pese a la relativa impopularidad de Abbott, un católico de 55 años y becario Rhodes que ha tenido dificultades de conectarse con las mujeres votantes y que era considerado “inelegible’’, tanto por sus opositores como por sus propios simpatizantes.
Sin embargo, los votantes estaban disgustados con los laboristas y con Rudd, después de seis años de lucha por el poder entre él y su ex colaboradora Julia Gillard.
Por su parte, el ex primer ministro laborista Bob Hawke responsabilizó la derrota del partido a su incapacidad de mantenerse unidos. “Esta es una derrota electoral del gobierno en vez de una victoria de Tony Abbott’’, destacó.