Entre Irán-Contras y la invasión a Panamá

Actualizado
  • 22/12/2008 01:00
Creado
  • 22/12/2008 01:00
PANAMÁ. Mientras en Panamá, la dictadura de los militares entraba en su fase final y más cruenta, en los Estados Unidos se reveló un es...

PANAMÁ. Mientras en Panamá, la dictadura de los militares entraba en su fase final y más cruenta, en los Estados Unidos se reveló un escándalo que alcanzó a las más altas esferas del gobierno de ese país.

Eran mediados de los 80, en Panamá la situación política convulsionaba. En EEUU, militares y agentes de la CIA (agencia central de inteligencia de EEUU), eran llevados a juicio con el destape del caso Irán-Contras o el “Irangate” como algunos lo llamaron.

¿Pero el asunto cómo toca a Panamá? Es comprobado que Noriega trabajó con la CIA, quien planeaba y sostenía el triángulo corrupto.

Casi 20 años después de la invasión a Panamá, Roberto Díaz Herrera, un coronel en retiro que denunció la corrupción de los cuarteles en 1987 apresado y luego exiliado tiene ideas claras de que parte de los negocios de Noriega con la CIA, estaban vinculados con el caso Irán-Contras.

“Noriega era un Alfil de ese ajedrez monstruoso, que el Congreso Americano, enjuicia, logrando acusar y sentenciar a seis altos funcionarios del régimen republicano de entonces. En el internet hay material fluido con detalles increíbles, no invento nada, todo está allí. Hay documentaciones de que Noriega fue usado para derrocar o asesinar a los comandantes sandinistas de Nicaragua, él debía encargarse con sus socios de los carteles colombianos de mandar drogas a Estados Unidos, con depósitos en Florida y Arkansas, y con esa plata mandar del mercado negro de Europa Oriental, caído el imperio soviético, armas a Teherán, socio de los americanos contra los rusos, y a la llamada Contra nicaragüense”, dice Díaz Herrera.

El tema es que una vez Noriega se convierte en un personaje “funesto”, los EEUU se ven obligados a tomar distancia, y es entonces cuando paso a paso se da el marco propicio para la invasión a Panamá.

Díaz Herrera asegura que cuando denunció al régimen no tenía idea de que enfrentaba a este tipo de poderes “mundiales”.

“Naturalmente, ni yo podía calcular que meterme con Noriega era meterme también con los planes de la Casa Blanca, la CIA, la DEA, el Pentágono. El padre Fernando Guardia, vivo todavía y siendo antimilitarista me llevó a mi casa por mediados de junio del 87 a otro cura jesuita, el padre Bill Davis, que llegó desde Nueva York a Panamá sólo para advertirme en qué me estaba metiendo. Él era de un grupo ecuménico antidrogas, buscando los responsables altos, y me fue a decir que me estaba metiendo con los más altos gobernantes de Estados Unidos, yo no podía creerle entonces; me adicionó y me llevó fotos y pasaportes, varios, de un solo personaje, un sicario pagado, y me dijo que ya estaba en la ciudad para asesinarme. ¿Cómo salir vivo de aquello sin ayuda de Dios? No era posible”.

El coronel rebelde está seguro que luego de la satinización de Noriega la invasión era una medida para limpiar la cara de los Estados Unidos en el tema. “Fue una consecuencia funesta e hipócrita de mis denuncias de 1987”, reflexiona.

Así en diciembre de 1989, se cierra un capítulo suelto en el libro de los escándalos de la CIA. El tráfico de drogas con los carteles, el negocio de las armas, y el tiempo son elementos que relacionan al caso “Irangate” y la Operación Causa Justa. ¿Qué tanto? ¿Hasta dónde? Aún hay mucho por averiguar en aquellos días de los 80.

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