Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
- 22/02/2009 01:00
PANAMÁ. Entre los bichos raros que se dice que aparecen en épocas de carnavales, hay unos de los que hay que huir, a toda costa: las ratas arroceras y las ratas de caña, portadoras del hantavirus, una enfermedad que afecta principalmente los pulmones y que en los últimos 10 años ha contagiado en Panamá a 107 personas (reportadas) y ocasionado 7 muertes.
Estas ratas, que abundan particularmente en las provincias de Los Santos, Coclé y Veraguas, probablemente anteceden la llegada del hombre, según el doctor Rafael Samudio Jr., director de Investigación y Desarrollo Tecnológico del Instituto Conmemorativo Gorgas. Sin embargo, los primeros casos detectados en Centroamérica datan apenas de 1999, lo cual representa para los científicos que lo estudian un gran dilema sobre qué estimuló su proliferación.
Se cree que el hantavirus es propio de la época de carnavales, pero no es así. “Es un mito que existe entre la población”, afirma la Dra. Gladys Guerrero, del Departamento de Epidemiología del MINSA.
Más bien, está relacionada con las cosechas que se dan en dos épocas del año: entre enero y febrero; y entre julio, agosto y septiembre. Al quedarse los roedores sin alimento a consecuencia de las cosechas, invaden las viviendas o sus alrededores. Esto coincide con Carnaval, temporada en que mucha gente suele acampar o dormir en el suelo en sitios que no tienen una higiene adecuada y, por consiguiente, son propensos a tener heces, orina o vómito de las especies de ratas portadoras. Las zonas de mayor incidencia son las agrícolas porque algunos agricultores insisten en guardar sus cosechas dentro de su propios casas. Según la doctora Guerrero, lo más importante es que la población se informe y tome las precauciones necesarias para un almacenaje apropiado. “Las cosechas atraen ratas, y las ratas defecan, orinan y salivan en ellas.”
El hantavirus, como todos los virus, para replicarse necesita de una célula huésped, en este caso la rata arrocera o de caña, que no necesariamente se ve afectada por las síntomas del virus, sino es sólo el portador. Cuando está inactivo dentro de las células del huésped, el virus se activa al ser estimulado por algún factor externo que causa una reacción biológica en el portador, y lo convierte en un riesgo de contagio.
Una de las teorías que manejan los científicos del Gorgas sobre los factores que incidieron en el surgimiento del virus en 1999, es que en 1997 el fenómeno El Niño —un síndrome climático que consiste en un cambio en los patrones de movimiento de las masas de aire— desató fuertes lluvias en Centroamérica, que llevaron a las ratas a alejarse de su hábitat para encontrar lugares seguros como por ejemplo las casas. Este factor biológico, combinado con la deforestación y eliminación de depredadores naturales de la rata, tuvo un impacto gradual en la propagación del portador del virus.
Eso es lo que ha pasado en provincias como Los Santos, Veraguas y Coclé, que por ser zonas agrícolas concentran una gran cantidad de la comida favorita de las ratas y donde los seres humanos —con el almacenaje de las cosechas y la falta de higiene adecuada— han creado un paraíso para estos vectores.
Según la Dra. Guerrero no se trata de acostumbrarse a convivir con la enfermedad sino más bien tomar conciencia de que llegó y va a estar entre nosotros. Erradicar el virus o los roedores que lo transmiten, toma tiempo como con cualquier otra enfermedad.
Lo que tenemos que aprender es a implementar las medidas de prevención y control para alejar al roedor de las casas. Vigilar mi hogar y el del vecino y estar pendientes de la presencia de ratas en el área.