Martinelli rompe el molde

PANAMÁ. Ricardo Martinelli ha inaugurado un gobierno con un estilo diferente a sus predecesores, que ha dejado en claro su intención de alejarse de los mandatos tradicionales de nuestra historia política. Goza incluso de buena imagen exterior, a pesar de que no se caracteriza por un discurso regionalista. Su mirada parece concentrada en los problemas de Panamá.

Ha tratado de lograr un acercamiento directo con el pueblo, como hizo en Las Garzas de Pacora. Se acordó de los viejitos sin pensión, muchos de los cuales verdaderamente han trabajado, y se merecían este recurso. También ha sacudido a los empresarios. El Estado busca ingresos y el Presidente no se ha puesto del lado de lo que naturalmente sería “su clase económica y política”. No es su enemigo tampoco, pero espera que tributen. También ha sido importante el enérgico golpe contra el abuso tarifario en el sector eléctrico.

Al presidente no lo caracteriza un discurso ideológico. Dijo que trabajaría con gente de diversos partidos y así ha sido y ha mantenido buenos programas establecidos en el gobierno anterior (Discapacitados, Compita...)

Pudiera parecer que Martinelli le da una imagen muy personal a su gobierno, pero es natural que así sea, pues su figura es más potente que su partido y no llegó al poder definido por una ideología sino por convicciones personales. En ese sentido se enmarca dentro de una región y un momento de presidencialismos fuertes desde la derecha hasta la izquierda (de Uribe a Chávez).

Este mandato personalista deberá moderarse con consultas frecuentes al pueblo, a su equipo de gobierno y a diversas instituciones y sectores de forma que no termine su imagen fuerte convirtiéndolo en una persona arbitraria; imagen que, es de suponer, no desea.

Pero su espíritu laborioso y su mente absorta en afrontar problemas pueden hacer de su gobierno uno memorable para Panamá.