Un “tour” por Nápoles

Actualizado
  • 11/11/2009 01:00
Creado
  • 11/11/2009 01:00
COLOMBIA. La famosa Hacienda de Pablo Escobar, donde se planearon los peores crímenes y atentados del país, hoy está convertida en un pa...

COLOMBIA. La famosa Hacienda de Pablo Escobar, donde se planearon los peores crímenes y atentados del país, hoy está convertida en un parque y museo turístico. Las reliquias del narcotraficante Pablo Escobar se convirtieron en un atractivo turístico. Para los taxistas, los botones y los administradores de los hoteles en Medellín ya es usual que los extranjeros pregunten por la casa donde vivió el capo, sus edificios suntuosos, el techo donde fue abatido y la tumba donde lo enterraron. Pero la mayoría de sus antiguas propiedades aún son un tema que los “paisas” prefieren tener vedado y en sigilo.

Incluso, un improvisado “narcotour” organizado por algunos hostales de la ciudad se maneja como algo casi clandestino que sólo es aprovechado por mochileros y hippies europeos.

Sin embargo, a 160 kilómetros de Medellín, en pleno Magdalena Medio, una empresa privada (Ayuda Técnica y de Servicios S.A.) decidió hacer del tesoro más preciado de Escobar, la Hacienda Nápoles, un parque con dinosaurios de 20 metros de altura, pumas, tigrillos, hipopótamos, piscinas, zona de camping y, claro, un narcomuseo.

Algunos de los lugares y objetos de la hacienda mencionados en libros, que han hecho de Nápoles un lugar tristemente célebre en la historia del país, aún se conservan, son y han sido visitados por 100,000 personas en el último año y medio.

La imponente entrada, adornada con la avioneta (HK-617) del capo y un marco de madera maciza al mejor estilo safari, hace que cualquiera que transite la carretera Medellín-Bogotá, a la altura de Puerto Triunfo, se dé cuenta de que Nápoles ya no es la misma hacienda que estuvo en ruinas por casi dos décadas mientras la tuvo la Dirección de Estupefacientes.

En diciembre de 2007, después de que el Gobierno Central se la entregó en concesión a la Alcaldía de Puerto Triunfo, ésta decidió arrendársela a la empresa privada con la condición de que no hiciera una oda al narcotráfico y al crimen. Desde ese momento, los dueños han tratado de hacer de las ruinas de Pablo una mezcla de aventura narco, safari y jurásica.

“Sabemos que no es posible invitar a la gente a Nápoles y que la hacienda no tenga nada de Pablo”, dice Oberdan Martínez, el administrador del Parque Temático Hacienda Nápoles.

Como si se tratara de la película de los 90 Jurassic Park, el tour está dividido por zonas repartidas en las 600 hectáreas que comprenden el parque. Y en cada una hay un recuerdo de la violencia, de las víctimas, de las armas, los autos, los animales, la cocaína o las bombas. Cada recuerdo está acompañado por una leyenda y una voz en off (bilingüe) que narra el significado de acontecimiento histórico. La taquilla del parque, por ejemplo, queda en Nápoles Viejo, la primera casa que compró Escobar en Puerto Triunfo en 1981 y a partir de la cual comenzaría a construir su refugio tropical.

Más adelante está el lago de los hipopótamos que actualmente alberga a 26, todos descendientes de los tres que trajo el narcotraficante desde un zoológico de California.

Para el próximo año, la administración planea terminar un hotel estilo africano en las cinco casas que eran de Gustavo Gaviria, el primo de Pablo y que están al lado del lago.

La casa central, sin duda, es una de las partes más llamativas de todo el recorrido, la misma que en los 80 fue el lugar de encuentro entre políticos, traquetos, matones, periodistas y modelos.

La casona está en ruinas y las paredes están adornadas por cuadros con fotos de lo que fue la vida del capo: su infancia, su faceta política, su familia y su vida criminal.

La piscina está mohosa, la moto acuática inservible y los autos antiguos quemados y arrumados. Pero los árboles, en los que se posaban centenares de aves blancas traídas desde el África, aún se conservan verdes y frondosos. Tal vez sean los únicos testigos vivos de la Hacienda Nápoles que pueden servir como curadores del narcomuseo y dar fe de los secretos más tenebrosos que urdió Pablo Escobar en su guerra diabólica contra la sociedad colombiana. ©PUBLICACIONES SEMANA

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