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- 16/04/2010 02:00
- 16/04/2010 02:00
A monseñor José Domingo Ulloa lo encontramos en la que será su oficina a partir de mañana en la Curia Metropolitana. Durante una conversación de poco menos de una hora que ofreció a La Estrella expresó sus sentimientos ante su designación como máximo jefe de la Iglesia Católica y sobre distintas situaciones del país.
Me siento con temor y a la vez con confianza. Estoy convencido de que Dios no es caprichoso y que si él me ha designado por medio del Papa Benedicto XVI para esta carga, él también me dará la ayuda para que yo pueda llevarla con fidelidad. Confianza, también en mucha gente de la iglesia que está orando, estoy convencido del poder de la oración.
Fue muy fuerte. Se me comunicó el 25 de enero a las 11:30 de la mañana, el señor nuncio me llamó para conversar y me dijo en plena conversación que “su santidad Benedicto lo ha designado arzobispo”.
Me dio una conmoción y le dije que necesitaba un espacio de tiempo. Fui a la capilla y pedí a Dios la fuerza para ser fiel a esta designación. Estoy para donde la iglesia me necesite, reconociendo mis debilidades. Lo principal fue guardar el secreto porque no podía decirlo por un mes entero.
No, no lo imaginé.
Se espera que yo sea fiel al Evangelio, a la iglesia y que pueda transmitir no con palabras sino con mi vida la certeza de la presencia de Jesús en medio nuestro. Que yo pueda ayudar a descubrir a ese Jesús que se hace presente en los más pobres, en los débiles, en la iglesia y en los sacramentos
La iglesia requiere esto que hemos ido asumiendo en la iglesia latinoamericana que es el Espítitu de Aparecida. Primero que podamos tener un encuentro con Jesús no de teoría sino de experiencia y que ésto nos lleve a una conversión personal. Segundo, asumir el rol de ser auténticos discípulos de Jesús, pero esto no se hace de la noche a la mañana es lo que se prolonga desde hace dos mil años. Yo quiero escuchar a la gente, a los laicos para saber qué piensan y de allí iluminarme.
Se llega a ese encuentro por conocimiento, por profundizar lo que dice la Sagrada Escritura. Para mí también es importante rescatar la vida de los santos que fueron hombres normales que tuvieron una experiencia con Jesús. Hablo por ejemplo de San Agustín, el casi gnóstico pero buscador de la verdad, él encontró la verdad y transformó su vida. También la vida de los mártires me dan la certeza de la presencia de Cristo vivo entre nosotros.
Es un tema que tal vez se ha desviado un poco, tenemos que agradecer al Papa, lo que ha hecho sobre pederastia. Es un crimen abominable y nuestra preocupación es por las víctimas, hay cero tolerancia. Incluso de primero está la legislacion civil y luego la eclesiástica ante estos dolorosos casos.
Están siendo investigados. Pienso que cuando se investiga se clarifican las cosas, las víctimas son importantes, pero hay que preservar el derecho de los acusados. Me duele cuando se generaliza y se juzga. A veces se da a entrender que la iglesia incubre esto, sin embargo hace poco salió un documento de como proceder ante estos casos.
Algo que marcó mi vida fue a los 17 años, dije creó en Jesús no porque me lo han dicho sino, porque lo sentía. Desde el Movimiento Renovación Carismática, hay situaciones que hacen que yo pueda sentir la presencia de Dios, en la iglesia, en la eucaristía. Es que es difícil hablar de experiencia en palabras que se pueden entender. Es que se siente, son cosas sobrenaturales, no son invento. Hay presencias tan fuertes que llegas a pensar “no tengo miedo a la muerte”.
Todos los cambios son difíciles. En un año hay pro y contra. El problema muchas veces no es el gobernante sino las formas, u otras personas que los hacen ver otra realidad. Pienso que el cambio del que se habló en campaña se tiene que ir sintiendo.
Urge seguridad, y el transporte, esto no lo sostiene nadie. Mientras llegue el metro nos tienen que dar otra solución.
Es necesario que como gobierno se pueda tener un plan de Estado que involucre a toda la sociedad y que sea una política que no cambie cuando cambien los gobiernos. Esto urge.
Cada uno desde su sitio puede colaborar. La iglesia puede colaborar cuando exhorta a vivir en un clima de paz. El mandamiento del amor es la clave, hay muchas estrategias, pero la violencia no va a cambiar en el mundo cuando no se cambien los corazones. Cuando el corazón deja de ser de piedra, voy a ser sensible frente a la pobreza, al dolor, a la muerte y la inseguridad y el papel de la iglesia es llevar a un cambio de corazón.
El problema es que los jóvenes son huérfanos de padres vivos, por eso me duele cuando estigmatizamos a los muchachos, hablamos de represión, pero no de fortalecer la matriz para que ellos crezcan en bien que es la familia.
Es curioso, pero es la institución que quieren borrar del mapa, hay grupos que quieren socavar la institución de la familia. Hay una enfermedad en la familia, y si hay familia sana hay sociedad sana, pienso que es un gran reto de la sociedad, la iglesia y del gobierno.
Es absurdo pensar solo en islas penales, no solo por la ecología. En la penalización de protestas pienso que no es necesaria una nueva ley para controlar. Panamá tiene exceso de leyes lo que hace falta es cumplirlas.
Solo cambia quien la dirige pero no cambia el sustrato. Mi hoja de ruta es la que no falla, la de siempre: la fidelidad al evangelio, pero sé que estos primeros días es color de rosa.
Sabemos que la gente te aplaude cuando tu dices lo que les gusta, pero cuando dices lo que no quieren escuchar, no. Eso pasa dentro de la iglesia y con la gente de afuera, allí le pido a Dios que me de fuerza para no renegar y cargar la cruz.