Lugar común, la muerte

Actualizado
  • 08/05/2011 02:00
Creado
  • 08/05/2011 02:00
La muerte del profesor Raúl Leis, tras ingerir un fármaco al que era alérgico recetado por un médico luego de una cirugía de cataratas, ...

La muerte del profesor Raúl Leis, tras ingerir un fármaco al que era alérgico recetado por un médico luego de una cirugía de cataratas, arranca lágrimas a sus familiares y al país entero y pone en evidencia la tragedia silenciosa del sistema de Salud panameño: una bomba de tiempo siempre a punto de estallar. Lo mismo que a Leis le ha pasado a centenares de personas. Gente pobre y gente rica, en instituciones privadas y del Estado. Para decirlo claramente: nadie está a salvo.

LA TRISTEZA NO TIENE FIN

El miércoles Santo, el profesor Leis no esperó llegar a su casa para informar a sus amigos que la operación de catarata a la que se sometió había sido un éxito: ‘Gracias Magaly, la operación salió bien. Saludos a todos/as. De Raul Leis R. Mensaje enviado desde un BlackBerry’.

El mensaje fue dirigido a Magaly Castillo, de la Alianza Ciudadana, cercana compañera en las batallas del sociólogo cinco veces premio Ricardo Miró en distintas categorías.

Cuatro días después, sábado por la noche, el rumor de su muerte se regó por todos lados. Y claro, las lágrimas y la impotencia de la injusticia, pues la causa de su deceso apuntaba a una posible negligencia médica.

El representante que designó la familia del profesor para que estuviera presente cuando el Instituto de Medicina Legal le practicara la autopsia prefiere esperar hasta la próxima semana para que la esposa de Leis dé a conocer los resultados. ‘A ciencia cierta, Leis registró problemas respiratorios y la catarata es un procedimiento muy sencillo’, dice el médico al terminar la misa de cuerpo presente.

El caso Leis no es —ni será— la única falla médica que termina en tragedia. Los casos de negligencia no paran de aumentar —ver recuadros—. ¿Las causas? Son diversas: errores humanos, ausencia de control en la fabricación de fármacos, falta de equipamiento, desidia y hasta falta de preparación en los profesionales. Sin hablar de las responsabilidades políticas.

POLÍTICA Y OLVIDO

Quienes llegan a ser ministros de esta cartera se ocupan de inmediato de la ‘fiesta’ de las inversiones y las ruedas de prensa y autopromoción en las que se han convertido las giras médicas. Los resultados de esta estrategia —sucedió antes y también luego del ‘Cambio’— están a la vista: infraestructura escasa y mal construida —como el hospital de Aguadulce -al que le desapareció un piso completo— o el de Veraguas, el ‘Chicho Fábrega’, que fue entregado con paredes de cartón y cuya reconstrucción le costará al Estado 107 millones de dólares. En dos años la actual gestión tampoco ha podido echar a andar completamente el hospital Regional de la 24 de Diciembre que heredó de la administración de Martín Torrijos.

Al ministro de Salud, Franklin Vergara, le gustan las cifras grandes. En una sola licitación para nuevos hospitales pagará 386 millones de dólares. Esto sin sumar los cien adicionales para los centros de salud, ahora rebautizados como MINSA-CAPSI. Y sin contar los 25 millones de los hospitales móviles, un negociado desarticulado por las denuncias de La Estrella. Las inversiones de Vergara no apuntan hacia las zonas rurales, donde hace giras esporádicas para entregar un par de chancletas a los chiquillos, pero destina los millones a inversiones de hospitales para el 15% de la población, olvidando que la atención primera abarca el 85%

Mientras tanto, el servicio médico en los hospitales de la Caja de Seguro Social (CSS) es cada vez más cuestionado, se abren centros para los envenenados para que la prensa tome fotografías pero no cuentan con equipos ni especialistas.

La CSS, que soslaya la responsabilidad con los casi mil censados del envenenamiento masivo con dietilenglicol, licitó una ciudad hospitalaria Arnulfo Arias Madrid por más de 400 millones de dólares, obviando que el desabastecimiento de insumos médicos en este centro hospitalario durante este trimestre alcanzó el 53%, lo que se traduce en un hospital trabajando a menos de la capacidad. Mientras, el dinero fluye en otra dirección

ADIÓS, AMIGO

‘El sistema médico de Panamá es un desastre’ atina el abogado Miguel Antonio Bernal, amigo de Leis desde hace 37 años, cuando se juntaron en una lucha común: la defensa de los derechos de la gente pobre. ‘Las familias tienen que pasar por el dolor de ver morir a su gente’, explica con enojo. Aunque cualquier muerte injusta le duele al país, la de Leis es una pérdida irreparable.

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