Preguntas que quedan en el aire

El repaso de la cronología de la semana trágica, que comenzó el lunes 30 de enero con el cierre parcial de la carretera por parte de los ngöbe, impone una pregunta difícil de responder: ¿Por qué el presidente Ricardo Martinelli fogoneó un escenario de ánimos crispados durante tanto tiempo? ¿Por qué concentró de forma progresiva toda la atención pública en un punto ínfimo en el mapa de Panamá, encendió la protesta y activó los mecanismos de represión a cuentagotas, desde el jueves 2 de febrero, para finalmente detonar el Senafront y los antimotines contra los aborígenes, con todas las miradas puestas allí? ¿Qué busca o quiere evitar? La respuesta, que dependerá de quien observe y analice, no es una ni unívoca. La primera, tal vez facilista, arriesga que pretende desviar la atención: el remañido artilugio del espectáculo metafórico de guerra para que lo importante pase desapercibido. Otros señalan a la codicia como móvil. Hay más interpretaciones, todas sin explicaciones que conformen.