Cáncer, una enfermedad mal tratada

Actualizado
  • 18/03/2012 01:00
Creado
  • 18/03/2012 01:00
En Panamá los índices de crecimiento de cáncer hicieron insuficiente la capacidad de atención en contraposición con la demanda de pacien...

En Panamá los índices de crecimiento de cáncer hicieron insuficiente la capacidad de atención en contraposición con la demanda de pacientes. Por eso, teniendo en cuenta que el tratamiento contra esta enfermedad es sumamente complejo y costoso, desde 1997 se concentraron recursos y especialistas en el Instituto Oncológico Nacional (ION), elevando allí el nivel de la atención de los pacientes de todo el país.

Hoy, el ION es el único centro donde los pacientes con cáncer son atendidos integralmente y con supervisión de personal altamente especializado en todo Panamá. La consecuencia de esta centralización de la atención médica es que las personas de otras regiones que necesitan tratamiento deben trasladarse hasta la capital y, en la mayoría de los casos, esos traslados deben realizarse con acompañante. De acuerdo a la complejidad del tratamiento se necesita una permanencia en la ciudad que puede oscilar entre un día y ocho semanas. Allí se complica la vida del paciente, que ya de por sí vive una experiencia difícil.

Los enfermos de cáncer deben gozar de todas las comodidades que generen las condiciones adecuadas a su estado, ser acompañados por familiares y recibir soporte psicológico. En ocasiones requieren dietas especiales e infraestructura que permita facilitar su movilidad, como el acceso a baños en silla de ruedas. De lo contrario, enfrentar su enfermedad se constituye en un problema de grandes proporciones.

Sin embargo, la mayoría son tratados en forma ambulatoria, reservando los recursos de las hospitalizaciones para casos de suma importancia. Entonces, viajan por largas horas para ser atendidos un día y volver al siguiente con el trauma aún latente.

El traslado es una auténtica odisea, no siempre corre a cargo de las instituciones de salud. En el caso de la Caja de Seguro Social (CSS), que contempla este rubro, se tardan meses en gestionarlo. Mientras tanto, los pacientes deben seguir padeciendo el viaje del tratamiento. Para los no asegurados fueron creadas, producto del esfuerzo de muchos voluntarios, la Fundación Casita de Mausi y la Fundación Amigos del Niño con Leucemia y Cáncer (Fanlyc). Lamentablemente no es suficiente. El ejemplo de estas dos fundaciones debe servir de modelo para resolver en forma digna las necesidades de los pacientes asegurados con cáncer que vienen de otras provincias.

Todos estos elementos (traslado, permanencia, alimentación, hospedaje, movilización en la ciudad), implican diversos grados de problemas: los económicos, los de accesibilidad, los emocionales, que han llevado a pacientes a renunciar al derecho de ser tratados por especialistas y la posibilidad de sanarse.

PRESIDENTE FAD

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