Una experiencia de película a bordo de la veloz nave

Actualizado
  • 08/07/2012 02:00
Creado
  • 08/07/2012 02:00
Aunque ahora parezca increíble concebir América sin caballos, hace 600 años estos especímenes no existían en nuestras tierras. Los españ...

Aunque ahora parezca increíble concebir América sin caballos, hace 600 años estos especímenes no existían en nuestras tierras. Los españoles los introdujeron en el continente a partir del siglo XVI. Y fue una fortuna. John Wayne no hubiera sido el mismo sin ellos, ni Marlon Bran do, ni Yul Bryner. Y son precisamente los caballos salvajes, cimarrones de Norteamérica, exponentes de velocidad y libertad, que dieron nombre al auto que hoy recorre las calles de Panamá. Aparecieron entonce innumerables películas.

¿Quién no se acuerda de Steve McQueen, conocido como The King of Cool? De todos los actores, él era el que más cautivaba, y sin esfuerzo, por su energía, por su independencia, por su franqueza ante la cámara y por su mirada compacta. En Bullit, él recorría San Francisco manejando un Ford Mustang 1968. Una maquina infinita para un conductor infinito.

En la actualidad el gusto por las carreras de autos se ha reducido y las películas que han aparecido: 60 segundos y Too Fast too Foriuos, carecen de belleza y narración. Pero describen una sociedad moderna en la que niños con dinero, con el dinero de sus padres, gastan sin reparos en modificar sus coches. Cualquier parecido con la realidad n o es coincidencia, es representación. En Panamá se observan las regatas nocturnas, desde las azoteas de los edificios de la Avenida Balboa. Los habitantes siguen oliendo el desconcertante perfume que dejan los autos veloces en su paso por la bahía.

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