Antimotines violentan la Iglesia San José

Actualizado
  • 24/10/2012 02:00
Creado
  • 24/10/2012 02:00
COLÓN. El día empezó tranquilo en Colón, pero al pasar las horas la situación se tornó sangrienta. Los representantes del Gobierno llega...

COLÓN. El día empezó tranquilo en Colón, pero al pasar las horas la situación se tornó sangrienta. Los representantes del Gobierno llegaron para entablar un diálogo que —sabían, por los comunicados de las organizaciones— no se haría mientras no se derogue la Ley 72.

A la 1 de la tarde ni la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura ni la iglesia ni los representantes del Frente Amplio por la Democracia (FAD) ni la Asociación de Usuarios de la Zona Libre habían llegado al diálogo ‘en una sola vía’, dicen. Todos concuerdan: ‘Colón no se vende y mientras haya ley eso no se podrá cumplir. Pero el Gobierno parece como si estuviera en otro planeta’, dijo uno de los representantes de la comisión de abogados que apoyan jurídicamente las manifestaciones.

Eran las tres de la tarde y en la Iglesia San José de la calle 10 Central, epicentro de encuentro de agrupaciones sociales, de derechos humanos y líderes de la ciudad, fue asaltada por las unidades policiales.

Seis antimotines irrumpieron en el refugio de quienes se movilizan para impedir la venta de los terrenos de la Zona Libre cuando las mujeres repartían alimentos en la cocina y los líderes se reunían para desarrollar el plan de acción de la movilización pacífica de hoy.

—Esto está feo—, entró diciendo agitado el dirigente Edgardo Voitier—, si aquí está ocurriendo esto, ustedes no tienen idea de cómo está la cosa en Cativá—.

Con ‘esto’ el dirigente se refería a los gases lacrimógenos en las inmediaciones de la iglesia, a las balas en respuesta de la manifestación de alrededor de 60 personas en la calle 10 Central.

—Allá, en Cativá, llegó un carro del Senafront a llevarse a la gente sin orden de arresto, continúo relatando—, se acercaron a una casa a llevarse a los muchachos que protestaban, el señor mayor de la casa les dice: ‘ustedes no se los van a llevar. A los agentes no les importó, lanzaron los gases, el viejito huyó para encontrar buen aire, le dispararon.

Seguían las informaciones, la gente llegaba a dar sus reportes: dos desaparecidos, ocho heridos, un indígena guna muerto, la conductora de una ambulancia intentando esquivar una bomba lacrimógena muerta.

No pasaron 20 minutos después de la última historia de represión que los abogados y colaboradores de derechos humanos recogían en la Iglesia San José, cuando la diputada suplente Chelita Delgado, que caminaba rumbo a la cocina de la iglesia escuchó el primer ¡pum! seguido de otro ¡pum!

Lo que se temía desde el día anterior, escuchando los ruidos de las bombas de los antimotines que rodearon el lugar para tomarse la Casa Wilcox al lado de la iglesia, y el edificio Lara atrás, se hizo realidad: dos antimotines disparaban dentro del patio, la gente corría de un lado a otro, ella intentó esconderse y lo logró. Seguían los disparos, los gritos de las mujeres que repartían la comida, la tensión.

Chelita se escondió tras las escaleras, otros corrieron a la cocina, algunos se metieron bajo las mesas de la oficina pastoral, pero de pronto los gritos: ¡En la cabeza no, en la cabeza no! La mujer no aguantó y salió a defender al joven agredido por los agentes. Uno de ellos le apuntó en la cara.

—Soy la diputada suplente, estoy defendiendo los derechos.

—¿Y qué haces acá... quieres que te mate?

—A la iglesia no pueden meterse.

Al ver a los antimotines apuntando a dos compañeros de movilización, la gente salió, uno de los dirigentes del FAD, abriendo sus manos, le dijo al hombre armado: Mírame que tú me conoces y yo te conozco ¿la vas a matar? ¿me vas a matar? ¿nos vas a matara a todos?

Bajaron las armas, cogieron a tres chicos. Se los llevaron.

‘Afortunadamente los policías que entraron son de Colón y fueron estudiantes de muchos de los abogados’, expresó Juan Sánchez en la reunión nocturna con el párroco de la iglesia, —no quiero pensar qué hubiera pasado si esos que entraron no fueran de Colón y no nos hubieran reconocido—, concluyó el dirigente.

El Gobierno sigue esperando un diálogo que sabe, no se hará hasta que no le cumpla al pueblo que votó por él, y que seguirá luchando a pesar de la represión, del dolor, del estado de sitio, porque: esto ‘es patria o muerte’, grita el ex diputado y ex gerente de la Zona Libre, Manuel Grimaldo.

La noche llegó con lluvia. Pese a los testimonios, la Policía niega que sus subalternos pisaran la iglesia San José. Colón permanece sitiada. En algún hogar la policía estará haciendo sus allanamientos y ya ningún lugar es seguro para nosotros, dice el dirigente Luis Ladeutt.

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