Populista, egocéntrico y lejano, ¿quién fue Belisario?

Actualizado
  • 31/07/2013 02:00
Creado
  • 31/07/2013 02:00
PANAMÁ. Entiendo por populismo un estilo de liderazgo que se basa en la personalidad carismática del líder y la fuerza de su mensaje, qu...

PANAMÁ. Entiendo por populismo un estilo de liderazgo que se basa en la personalidad carismática del líder y la fuerza de su mensaje, que le acarrean un masivo entusiasmo y apoyo popular. También entiendo que la cultura política de América Latina, desde la formación de los Estados nacionales durante el siglo XIX, es fundamentalmente populista.

Este es el marco histórico y cultural en el que nació y se formó Belisario Porras. En sus memorias tituladas Trozos de Vida reconoce que tenía en su casa un retrato de Simón Bolívar, y que Gil Colunje y Buena Ventura Correoso ejercieron, desde su niñez, un impacto poderoso en su decisión de afiliarse al partido liberal, en su corriente radical.

No queda duda a los historiadores que el capital político de Belisario Porras era su personalidad carismática, fuerza de carácter, estudios y mensaje liberal radical. Era todo lo que poseía. Y se hizo caudillo durante la Guerra de los Mil Días. Estudió siempre con indudable talento personal, pero también con disciplina y dedicación, formándose como un estadista, un gobernante con visión del país total a largo plazo.

UN LÍDER NATO

Estudiar a Belisario Porras es revisar el agresivo e intenso intervencionismo de EEUU en los asuntos internos del Estado de Panamá. El embajador de los EEUU, así como el gobernador de la Zona del Canal, eran agentes de constante intervención en la política interna y de los gobiernos de Panamá. Así como también estaban presentes la constante hostilidad de los adversarios de Porras, miembros de la oligarquía comercial y terrateniente de Panamá y las eventuales rupturas con algunos miembros amigos y aliados liberales como resultado de su estilo personalista de liderazgo.

En la medida en que las presiones y hostilidades aumentaban por parte de los norteamericanos y de los opositores a su gobierno, su estilo personalista se crecía, a manera de reacción y sistema de defensa. Y esto, a su vez, ocasionaba conflicto con sus copartidarios, especialmente de quienes aspiraban a sucederlo. De este personalismo, sin duda, es culpable Belisario, aunque hace parte de la dinámica política, de la cultura de su tiempo y de sus propias limitaciones.

DIVISIÓN

Cuando se le responsabiliza a Belisario de la división del Partido Liberal, se olvida que esta división se produjo desde 1911, a causa del interés reeleccionista de Pablo Arosemena, apoyado por sus seguidores del Club Liberal Istmeño contra quienes se oponían a su reelección. Posteriormente, para comprender a cabalidad la división entre porristas y chiaristas, se debe tomar en cuenta que no se trataba apenas de una rivalidad política entre dos líderes (Porras y Chiari), co mo suelen escribir historiadores simplistas, sino que se trataba también de corrientes liberales en pugna: el liberalismo radical de Porras contra el liberalismo individualista y oligárquico de Chiari.

El populismo no necesariamente viene casado con clientelismo, dictadura ni corrupción. Estos vicios pueden adherirse a cualquier sistema de gobierno y estilo de liderazgo. En la actualidad, suelen ser prácticas eficaces para obtener poder, precisamente, cuando el gobernante carece de legitimidad o popularidad…

No soy defensora ni detractora del populismo (Jesús, Gandhi, King, Mandela, también califican en esta categoría) porque, en sí mismo, el populismo es neutral: puede ser conservador, liberal, socialista… y no es malo ni bueno por sí solo. Depende del uso que se le dé. Si el líder tiene carisma, carácter fuerte y verbo persuasivo para defender los intereses y la dignidad de los pueblos contra la colonización, la concentración de la riqueza y la opresión… ¡maravilla!

Por otra parte, quien diga que el populismo es una fórmula arcaica de liderazgo, debe observar que los medios de comunicación de punta exacerban más que nunca la personalidad individualista de los usuarios, sean políticos o ciudadanos, facilitando el triunfo al neopopulismo.

Ahora bien, ¿es el populismo un enemigo de la democracia? Puede serlo, sin duda, pero no es así necesariamente. Lo que despierta mi suspicacia en los últimos tiempos es la narrativa crítica hacia el populismo, de parte de la democracia neoliberal, como si el populismo fuera la causa de los peores males de la sociedad y no lo fueran la concentración de la riqueza, la destrucción ambiental y el neocolonialismo generados por el neoliberalismo.

El peor bicho político que podemos generar en Panamá y América Latina es la dictadura civil, neopopulista y neoconservadora, que concentra el poder y la riqueza, arbitrariamente y por la fuerza, mientras dora la píldora con masiva y alienante publicidad.

DISTANCIADO DEL PUEBLO

Decir que Belisario Porras estaba alejado del pueblo al que gobernaba es incoherente con la afirmación de que fue un líder populista, un contrasentido. ¿Acaso no había quedado el profesor Szok en que Belisario fue un gobernante populista? ¿No es acaso una precondición del líder populista su buena comunicación con el pueblo que lo sigue y venera?

Como prueba de esto, el historiador presenta fotografías sobre la manera de vestir de Belisario, siempre formal y elegantísimo. Lo que no hace Szok es echarle un vistazo a las fotografías de los ministros de Porras, ni a las de sus adversarios, a las de los políticos y gobernantes de América Latina, EUA y Europa. Todos vestían así, era el estilo de vestir considerado apropiado entonces para hombres de su condición política.

Tengo la sospecha de que Szok, en su imaginario probablemente construido con estereotipos hollywoodenses de lo ‘latino’ y, por extensión, de lo panameño, esperaba ver a Belisario vestido como Pancho Villa, lo que indica cierto despiste del profesor acerca de la historia, la cultura y la gente de Panamá.

Por otra parte, se presenta como prueba de afectación, distanciamiento y desprecio del pueblo panameño, por parte de Porras, sus constantes referencias a mitos e historias griegas y romanas en sus conferencias. Ignora que la poca educación panameña de ese entonces era europeizada, en su versión hispanista, que era entonces erudita y humanística –para nada inspirada en la educación más pragmática norteamericana como el historiador afirma.

En la educación panameña de la época la literatura, los mitos y leyendas griegas y romanas a las que hace referencia Porras en sus discursos, eran referencia obligatoria de la educación escolar y universitaria tanto en Europa como en América Latina y Panamá de principios de siglo XX (que fue vigente hasta la década de 1970 aproximadamente). Y que esos mitos, leyendas y literatura son simples y de fácil comprensión, porque sus autores originales los escribieron para su pueblo.

También parece ignorar el Prof. Szok que los liberales latinoamericanos eran anticlericales, por lo que promovían lecturas clásicas ‘paganas’ y laicas para el pueblo, ajenas a la Biblia y al catecismo católico. Belisario les aconsejaba a los santeños a leer a Homero en vez de la Biblia y de allí salen todos esos nombres griegos de los panameños en nuestras provincias centrales. Por cierto, también incluía Belisario el estilo de la parábola, con anécdotas y tradiciones de Panamá, para comunicar sus mensajes.

‘EL EGOCÉNTRICO’

Pienso que Belisario era vanidoso y personalista. No obstante, contrariaba el perfil de un egocéntrico, en el sentido de que se rodeó siempre de colaboradores sobresalientes e ilustres, con personalidades tan fuertes como la suya, y que brillaron con luz propia durante sus administraciones.

Son ellos Carlos Mendoza, Ricardo J. Alfaro, Eusebio Morales, Jephta B. Duncan, Guillermo Andreve, entre otros, con quienes le unió amistad y colaboración muy intensas, a veces truncadas por sus respectivas personalidades apasionadas, sus fuertes convicciones y también sus ambiciones respectivas que se expresan en peleas internas del Partido Liberal.

También escapa Belisario del egocentrismo que se le atribuye cuando ríe de sí mismo, en las memorias de su niñez, cuando creyó que las celebraciones y marchas oficiales por la independencia de Panamá de España, los 28 de noviembre, celebraban su cumpleaños.

Tampoco cayó Belisario en la trampa narcisista de nombrar con su nombre alguna obra suya, a pesar de haber realizado tantas y de no existir entonces obstáculo legal para hacerlo.

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