Vivir entre el turismo y la precariedad

Actualizado
  • 23/05/2015 02:00
Creado
  • 23/05/2015 02:00
Cada año, la comunidad indígena realiza un festival turístico para el avistamiento de tortugas baulas

Agua, salud, educación digna y una vía de acceso segura es lo que reclaman los residentes de Armila, en la comarca Guna Yala, el último pueblo indígena costero de Panamá en dirección a Colombia.

La comunidad se está abriendo al turismo con sus tortugas baulas y para esto necesitan servicios básicos.

Al ver los rostros de sus cerca de 700 habitantes, queda en evidencia la juventud de la comunidad. Sus niños, que son muchos, no tienen una escuela con salones apropiados, reclama la directora del plantel de Armila, Irelia López. La planta de energía solar casi siempre está dañada y en los salones el calor es sofocante.

La población estudiantil llega a 244, entre chicos de primaria y de premedia. Ellos son atendidos por 12 educadores, quienes muchas veces deben comprar de sus salarios los materiales didácticos que usan en clases.

Moradores y educadores aprovecharon la visita de representantes del Gobierno a la comunidad con motivo del VI Festival de la Tortuga Marina para presentarles sus quejas sobre las carencias de la comunidad.

Los docentes, por ejemplo, alegaron que su principal problema es el transporte hacia la isla porque hasta la fecha solo llegan por mar. Dayra Díaz tiene cuatro años de ser educadora en la comunidad y narró que en ocasiones por las condiciones del mar se complica el viaje y muchos documentos de sus clases de dañan con el agua.

Tanto los educadores como los residentes de Armila solicitaron una carretera desde Puerto Obaldía hasta la comunidad. Los armilenos usan la ruta para trasladarse a pie a Puerto Obaldía cuando la marea está alta y no pueden salir por mar, pero no es seguro y el trayecto dura dos horas.

Otro problema es la falta de agua potable, lo que provoca altos niveles de diarrea.

Félix Espitía, secretario de una comisión conformada para promover el avistamiento de tortugas marinas, señaló que llevan años solicitando mejorar el sistema de acueducto rural. La tubería madre fue instalada hace 35 años y no se ha reemplazado, lo que representa un peligro para la salud, dijo.

Y si se enferman, empieza el otro calvario. No hay una instalación médica apropiada. Solo hay una auxiliar que tiene 24 años atendiendo a la comunidad y los médicos llegan esporádicamente y, cuando lo hacen, no cuentan con los equipos médicos para una atención adecuada.

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Félix Espitía

‘ La tubería del acueducto se instaló hace 35 años y no se ha cambiado',

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