El Omar que conocí

Actualizado
  • 12/10/2015 02:00
Creado
  • 12/10/2015 02:00
Aparecieron las mismas corrientes que se daban en el escenario político

Luego de la derrota del proyecto de Tratado de 1967 (conocido como los ‘tres en uno'), cercano al proceso electoral de mayo del 1968, la confrontación entre los grupos económicos de poder se incrementó, acompañada de una violenta lucha política. La historia califica ese momento como el de una crisis del modelo de sustentación.

Como Estados Unidos decidió no volver a intervenir nuevamente de manera militar para dirimir las disputas de familia, la Guardia Nacional pasaó a ser la única fuerza coherente con capacidad de mantener la gobernabilidad del país.

Pronto comenzaron a producirse las asambleas de oficiales en todo el país para abordar la crisis y el papel de la Asamblea de Oficiales de la Guardia Nacional. Aparecieron las mismas corrientes que se daban en el escenario político. Poco a poco fue aflorando el hastío por ese papel represivo y subordinado, lleno de humillaciones y sometimientos, a la cual la habían condenado. El coronel Bolívar Vallarino, entonces jefe de la Policía, transmitió a los mandos su decisión de jubilarse antes de que se produjera el inevitable golpe de Estado. Una nueva generación de oficiales nacionalistas, formados en academias militares, dejó escuchar su voz.

Un grupo liderado por el mayor Boris Martínez, del Heróico Colegio Militar de México (misma institución de donde egresó el coronel José Remón Cantera) fue empujando la consumación. Omar Torrijos participó como superior pero quien encabezó la iniciativa del golpe fue Martínez.

Pero Torrijos esperó la maduración de otras cosas que no se han mencionado en esos acontecimientos.

Lo ocurrido alrededor de los tres en uno le evidenció a Estados Unidos que la clase en el poder no contaba con la capacidad para negociar temas nacionales ante la sociedad. Ellos, los estadounidenses, necesitaban en aquel momento de un gobierno fuerte y ordenado para aplicar el nuevo papel de Panamá ante la comunidad internacional, y sobre todo poder lidiar con un vigoroso movimiento social que había demostrado su capacidad de convocatoria y de lucha, aunque muchos de esos componentes estaban bajo la orientación de las izquierdas. Las primeras acciones de Arnulfo Arias les dio la razón. Tampoco podía ser él.

El vocero en los primeros cuatro meses del golpe fue el mayor Martínez. Igual expresó un agresivo rechazo hacia los estadounidenses, como a la oligarquía y a las izquierdas. Meses de represión, carcelazos, asesinatos, lucha armada en las montañas y los centros urbanos. La proclama militar dirigida a los panameños dividió al movimiento social. Nuestra historia antimilitarista prevaleció en la confrontación de los primeros momentos. Pese a eso, la casa de Moisés Torrijos, ligado a la izquierda panameña, se convirtió en centro de contactos y reuniones con su hermano, Omar. La cita que correspondió con la dirigencia estudiantil fue muy difícil y dura, tanto así que en diciembre fue asaltada la Universidad, detenida parte de su dirección y se dio el pase a la clandestinidad de algunos de nosotros hasta mayo de 1969.

Semanas antes, Ascanio Villalaz había precedido una delegación de la Federación de Estudiantes de Panamá para reunirse con Arnulfo Arias. Por supuesto que Arias los mandó a estudiar. En mayo fui detenido alrededor de la visita que realizó David Rockefeller a Panamá como parte de una gira continental. Recuerden la llegada de Rockefeller.

El 21 de febrero de 1969, el Mayor Martínez dirigió al país una proclama. Sustentó la ilegalización de las agrupaciones políticas. Declaró la guerra a la corrupción. Asumió un programa de compensaciones sociales y anunció una reforma agraria en la que todas las tierras ociosas del latifundio pasarían a manos de los campesinos pobres. El 24 de febrero fue detenido y expulsado del país, junto a sus compañeros. Así acabó la segunda depuración de los mandos castrenses. La primera ocurrió con la salida de los militares afectos a Arnulfo Arias.

El resto del año la pasé en prisión, junto a mis compañeros dirigentes. Algunos fueron expulsados del país, aunado al pleno de la dirección del Partido del Pueblo que fue enviado a Chile. El Estado Mayor consensuado luego del golpe tenía el sello made in USA y su jefe de inteligencia, la de un feroz cazador anticomunista. Los estadounidenses que habían roto relaciones y protegido a Arias el 13 de noviembre volvieron y reconocieron al gobierno de facto. Algo se cocinaba.

Pero el 16 de diciembre de ese año se produjo un giro inesperado que cambió el rumbo de nuestra historia: la avioneta que posaba en David, en la que viajaba Torrijos, fue protegida en su trayecto por los mandos de los ejércitos de Centroamérica, y su piloto estaba vinculado a la inteligencia estadounidense. A veces pienso que lo ocurrido parece más bien el guion de una obra exquisitamente elaborada más que a hechos circunstanciales. Ese Estado Mayor decidió, junto a grupos tecnócratas y empresariales, impedir el regreso de su comandante. Lo ocurrido creó una figura heroica que trasciende la emoción de la población. Se ejecutó la tercera depuración, y ascendió una generación producto de la mezcla de mayo de 1958, y enero de 1964. La mesa está servida.

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‘Lo ocurrido [el 16 de diciembre de 1969] parece más bien el guion de una obra exquisitamente elaborada más que a hechos circunstanciales'.

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