Carlos Clement, el arquitecto que marcó el diseño de la ciudad

Actualizado
  • 30/05/2017 02:07
Creado
  • 30/05/2017 02:07
En más de medio siglo de carrera profesional, Carlos Clement ha ganado cuarenta estatuillas por los mejores diseños arquitectónicos. 

‘¿Mi herencia al país? Mi trabajo...', se pregunta y se responde, con voz pausada, el arquitecto Carlos Clement Icaza, cuando recuerda el emblemático diseño del edificio Hatillo, que fue la temprana catapulta de su larga y exitosa carrera.

A inicios de los años setenta, con las construcciones en pleno auge, una obra arquitectónica destacó entre las avenidas ‘Cuba' y ‘Justo Arosemena', en el barrio La Exposición. Fue uno de los edificios más altos y modernos de la época, que rompía el paradigma de las construcciones en tierras panameñas, con cuatro apartados y una galería central. El Hatillo fue la primera obra reconocida del arquitecto, después de haber egresado de la Universidad de Panamá, en 1966.

‘Estoy haciendo un libro, que voy a sacarlo en enero, que se titula ‘¿Mi patrimonio? Mis amigos, porque mis amigos me han ayudado mucho a tener lo que tengo',

CARLOS CLEMENT

ARQUITECTO PANAMEÑO DE RECONOCIDA TRAYECTORIA

El diseño concebido en la imaginación del arquitecto para ser la sede del Banco de Colombia y de la Compañía. Internacional de Seguros y para locales comerciales, en su planta baja, fue resultado de un inspirador viaje al extranjero. ‘Plasmaba planos, pero no me gustaba lo que hacía. Fue entonces cuando decidí viajar hasta Bogotá para ver grandes edificios. (...) Para un arquitecto lo más importante es viajar'. Así explica Clement, a sus 74 años, cómo diseñó el edificio que marcó el inicio de su carrera de más de medio siglo, reconocida con cuarenta premios de arquitectura.

En Bogotá, Colombia, visitó al gerente de un banco quien le sugirió hacer algo distinto: ‘En lugar de cuatro frentes, hagamos más frentes comerciales; así surge la idea de hacer dieciséis', recuerda sentado en un sillón de la sala de casa. ‘Era un modelo único en Panamá', añade. A partir de ese momento muchas obras arquitectónicas, los centros comerciales, por ejemplo, fueron concebidos bajo ese mismo concepto, ‘de algo sirvió', reflexiona. El Hatillo funciona actualmente como sede de la Alcaldía de Panamá, aunque deteriorado por la falta de mantenimiento y el paso de más de cuarenta años.

La vida y obra de quien es considerado uno de los íconos de la arquitectura panameña está marcada por satisfacciones profesionales y cambios bruscos en su destino. En 1960 culminó sus estudios secundarios en el Colegio Javier. Decidido a estudiar arquitectura, aplicó y obtuvo una beca para estudiar en Cornell University, Nueva York, una reconocida casa de estudios superiores que está entre las quince mejores del mundo. Pero el destino le tenía deparado otro camino.

Con todo listo para el viaje, muere su padre. ‘No éramos, ni somos una familia adinerada', puntualiza Clement. La madre tomó la decisión de que estudiara en Panamá. Un amigo de su padre, que era docente universitario, lo animó a ingresar a la universidad cuando le dijo que veía que él iba a llegar muy lejos, rememora Clement sobre René Brenes, quien posteriormente le impartiría clases en la Facultad de Arquitectura.

Clement se siente satisfecho de la educación que recibió durante seis años de carrera. ‘Tuve el mejor grupo de profesores que ha tenido esa facultad', cuenta orgulloso de la enseñanza que recibió. Entre ellos recuerda además a Guillermo de Roux, Tommy Guardia, Ricardo Bermúdez, Roberto López Fábrega, Guillermo Trujillo y Juan Manuel Cedeño, un conjunto de arquitectos, pintores y cartógrafos de reconocida trayectoria. A los 23 años obtuvo el título de arquitecto. Clement recibió un regalo de mano de una excónsul de Panamá en Yokohama: un viaje de varios meses por Japón. Pero, una primera propuesta de trabajo que le hizo descartar la invitación marcaría el inicio de su exitosa carrera. El destino volvía a cambiarle el rumbo, asegura. Todo empezó el día que uno de sus amigos -Fernando Arango- lo recomendó con su cuñado para trabajar como arquitecto.

El pariente de su amigo le propuso desistir de su viaje asegurándole que si hacía bien su trabajo tendría tiempo y dinero no solo para viajar a Japón, sino a todo el mundo. ‘Me aceptas o me aceptas', recuerda que le dijo el cuñado de Fernando. ‘Está loco', pensó Clement. Pero, finalmente aceptó el trabajo por un salario de $800 mensuales, que era bastante para un arquitecto en esa época. El proyecto resultó ser el edificio Hatillo, que fue inaugurado en 1973.

El edificio marca el inicio de su carrera, pero antes diseñó residencias para sus amigos, que sabían que se había graduado y lo ayudaban dándole trabajo. Juan David Morgan, fundador y presidente de la firma Morgan & Morgan, le encargó diseñar su casa, en El Carmen, Bella Vista, ciudad de Panamá, con un presupuesto de 35 mil dólares. La residencia obtuvo un premio de arquitectura por lo funcional de la planta arquitectónica. Desde entonces ha ganado cuarenta premios, en los concursos a las mejores obras arquitectónicas. En los últimos quince años ha dejado de concursar para dedicarse a evaluar los mejores trabajos arquitectónicos del mundo, en el Premio Cemex, que no solo reconoce la ejecución o diseño de las obras, sino también aquellas que promuevan una mejor calidad de vida para los usuarios y las comunidades. Un honor que comparte el panameño con otros arquitectos de México, Colombia, Estados Unidos y Puerto Rico. ‘Ese es un honor muy grande. (...) Me siento orgulloso de haber representado a mi país', dice sobre su participación como jurado en el certamen.

El arquitecto tiene muy presente que sus amigos han sido una parte importante para alcanzar el éxito. Ellos son su patrimonio, porque confían en su talento para desarrollar importantes obras. Mayor Alfredo Alemán, un poderoso empresario panameño, por ejemplo, le encargó diseñar el Centro Comercial Los Pueblos, en la vía Domingo Díaz. Entre sus anécdotas cuenta cómo divisó los terrenos donde construiría uno de los más importantes centros comerciales de la ciudad. Para el arquitecto, para diseñar lo primero es escoger el terreno y él tiene una forma muy peculiar de hacerlo: ‘Salgo a viajar tempranito en helicóptero y le doy la vuelta a la ciudad'. Así consigue los espacios donde diseña sus proyectos, ríe como si no creyera cómo ha logrado encontrar estratégicas ubicaciones para hacer negocios.

Una mañana se montó en un helicóptero, divisó una mancha verde y se preguntó: ¿Eso qué es, un potrero? ...y compró el potrero para diseñar Los Pueblos. Por un momento pensó, mientras buscaba el terreno, que el tráfico que en la mañana se movía por la izquierda hacia la ciudad, regresaría por la derecha. Las personas compran de regreso a casa. Así ubicó a la derecha los terrenos donde diseñaría y construiría el mall. ‘Los negocios que son de éxito están a la derecha', aseguró.

Así mismo, Clement rememora que gracias a otro amigo, Enmanuel González Revilla, diseñó el edificio de Bladex, en calle 50. Stanley Motta, su socio y amigo, también le encargó el diseño de su residencia. Asegura que Motta le tiene tanta confianza que tienen cuentas en conjunto, que usa para comprar terrenos. Clement quiere hacerle un reconocimiento a esos amigos y para responder a una pregunta que le han hecho muchas veces, ¿cómo has hecho para hacer dinero?, decidió escribir un libro, que espera publicar el 12 de enero, cuando cumpla 75 años, y que titula ‘¿Mi patrimonio? Mis amigos '. Allí narra sus historias desde su nacimiento hasta hoy. Dos horas a la semana se reúne con un periodista y le cuenta su vida. El libro es también un legado para quienes considera sus mayores satisfacciones: sus cuatro hijos: Nicole, Carlos, Guillermo y Ricardo y su esposa Denise, con quien lleva 43 años de casado.

En este momento hace una pausa, ‘¿cuándo termina esto (la entrevista), estoy cansado?', dice. El arquitecto acaba de superar una afección por la que estuvo quince días en el hospital, siete de los cuales pasó en cuidados intensivos, una semana antes de este encuentro. Un enfermero que no lo pierde de vista le pregunta si desea retirarse a descansar, ‘esperaré un poco más', dice.

En 51 años de carrera, el arquitecto tiene un haber de unos dos centenares de proyectos diseñados y construidos en Panamá y en el extranjero. En esta trayectoria sobresalen diferentes proyectos, como el Plan Maestro y Diseños Conceptuales para el Centro de Rehabilitación del Centro Penitenciario de Panamá; además, ha contribuido como arquitecto y consultor en el desarrollo de las áreas revertidas del Canal de Panamá, del Fuerte Amador y Costa del Este. También diseñó el Banco General de la vía Aquilino De La Guardia, que obtuvo el premio arquitectónico de la década 1990-2000. Más recientemente, diseñó la nueva nunciatura apostólica, otra emblemática obra de su carrera.

Es presidente de la firma de arquitectura Clement & Medina Arquitectos, S.A. y presidente de C.A. Clement & Sons Designers, S.A. También es consultor para el diseño de aeropuertos en varias ciudades de Suramérica. ‘Agradezco a Dios que me ha ayudado. Él es un buen negociante porque yo le doy el 10% de mis ganancias', dice, mientras tose varias veces. Es el momento para descansar. Una visita inesperada de su compadre Roberto Varela interrumpe el descanso. ‘Este país tiene que pensar que no se puede vivir en este desorden. (...) Se ha cogido el relajito de no trabajar y se quejan cuando el de afuera nos quita el trabajo', y con esta reflexión cierra la entrevista quien también fue ministro de Obras Públicas en la presidencia de Ricardo De La Espriella (1982-1984).

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