Las memorias de un controvertido juez

Actualizado
  • 13/09/2017 02:06
Creado
  • 13/09/2017 02:06
Tras terminar ocho meses de vacaciones, Rolando Quezada Vallespi debe decidir si se acoge al retiro voluntario, como lo prometió. Un recorrido por sus 26 años de carrera judicial y los polémicos fallos de su gestión. La historia del boxeador que se convirtió en juez

A un paso del retiro, Rolando Quezada Vallespi, el controvertido e indescifrable juez penal, quiere dejar atrás la mala reputación que le persigue.

‘Jamás he recibido un real a nadie, creo en la ley y nunca le he faltado el respeto a nadie. Todo (lo he actuado) dentro de la rama jurídica', dice el juez, sobre sus cuestionadas y polémicas decisiones, en un artículo publicado en la última edición de la revista del Órgano Judicial Justitia .

En la entrevista, a modo de confesión, el juez, señalado por sus fallos poco ortodoxos, asegura que no se avergüenza de su trabajo en la Corte.

‘Me siento muy feliz porque he cumplido con mi mandato y mi apostolado y me retiro con la satisfacción del deber cumplido', asegura.

Desde hace más de una década, diversas publicaciones periodísticas hacen referencia a las polémicas decisiones de este funcionario judicial que desde principios de septiembre, cuando terminaron unas largas vacaciones, debió acogerse al retiro voluntario.

En 1996, Carlos Augusto Villalaz Barrios lo denunció por abuso de autoridad, infracción de los deberes de los servidores públicos y usurpación de funciones públicas, en un proceso que se seguía en su contra. La denuncia no prosperó porque la Corte Suprema de Justicia se inhibió de conocerla.

‘El problema es que uno no puede quedar bien con todo el mundo. Es una realidad jurídica. Nadie es perfecto...', dice el juez para justificar las críticas sobre su trabajo.

En 2004, el juez Primero de lo Penal encabezó las primeras planas de los medios locales cuando el entonces fiscal anticorrupción, Daniel Batista, lo acusó de ‘forzar la ley' para que anulase un expediente sobre una investigación contra el exgerente de la Caja de Ahorros Carlos Raúl Piad, miembro del ‘círculo cero' de la entonces presidenta Mireya Moscoso.

En su fallo, el funcionario judicial alegó que el acusado gozaba de fuero electoral, como miembro del Partido Arnulfista.

Según el propio juez, la presión del público hizo difícil su paso por el Órgano Judicial. Sin embargo, recalca que ‘siempre ha cumplido con sus responsabilidades'. ‘Jamás he permitido la corrupción en los tribunales', añade en la reseña periodística, durante la que, incluso, lloró.

FALLOS CONTROVERSIALES

A Quezada Vallespi parece encajarle bien aquel refrán que cita que la absolución del culpable es la condena del juez. El 15 de diciembre de 2004, avaló un fallo que declaró la nulidad de las operaciones antidrogas ‘Buenaventura' y ‘Estéreo', que permitió la incautación de 316 paquetes de cocaína, 500 comprimidos de heroína y el decomiso de $5 millones. Con este fallo, seis personas acusadas de narcotráfico quedaron en libertad.

El juez, sin embargo, dice convencido ‘no tengo por qué avergonzarme de nada'. Una frase que usa como título el artículo de la revista donde es protagonista este juzgador. Son varios los fallos por los que el dedo acusador ha recaído sobre este juez. Uno de sus veredictos más cuestionados fue, sin lugar a dudas, la excarcelación de Ignacio Fábrega, exdirector de Supervisión de la Superintendencia del Mercado de Valores.

Por esta decisión revertida por el Segundo Tribunal, la Corte Suprema de Justicia ordenó una auditoría judicial al despacho del juez.

Fábrega, por su parte, después de haber sido favorecido con la medida, se dio a la fuga y estuvo prófugo cuatro meses antes de declararse culpable de haber dado información confidencial de la casa de valores Financial Pacific, proceso aún abierto por un desfalco a un fondo privado de al menos $12 millones.

Sobre esta decisión, Quezada Vallespi dice que hay jueces unipersonales y jueces constituidos en tribunales, ‘nadie es perfecto'.

En 2009, este juez sorprendería con otro veredicto controversial. Ese año cerró un caso que se le seguía al Grupo F, del empresario Jean Figali, por delito contra el ambiente, tras un relleno de tierras que realizó en la Calzada de Amador, donde desarrollaba un ambicioso proyecto portuario.

El juez no halló evidencias que demostrasen que el grupo inversionista había incumplido con el Estudio de Impacto Ambiental, según apuntaba una investigación del Ministerio Público. Quesada Vallespi es el mismo funcionario judicial que en junio de 2013 ordenó el archivo definitivo de una investigación que se seguía por supuestos sobornos en la construcción de cárceles modulares. En el proceso estuvieron vinculados Valter Lavitola y un primo del expresidente Ricardo Martinelli Berrocal.

EL MARTILLAZO FINAL EL JUEZ VOLVIÓ A LA PALESTRA CON UN FALLO QUE HA SIDO MUY COMENTADO EN LOS CÍRCULOS JUDICIALES. EL ALTO FUNCIONARIO DEVOLVIÓ $32 MILLONES AL EMPRESARIO CRISTÓBAL SALERNO, PRINCIPAL ACCIONISTA DE LA EMPRESA COBRANZAS DEL ISTMO, S. A., IMPLICADA EN UNA LESIÓN PATRIMONIAL DE $29 MILLONES. EL MARTILLAZO FINAL DE UNA LARGA Y POLÉMICA CARRERA, DE 26 AÑOS, FUE DADO EL 30 DE DICIEMBRE DE 2016. ANTES DE IRSE OCHO MESES DE VACACIONES Y DE QUE SE ANUNCIASE SU RETIRO, EL JUEZ ACOGIÓ UN RECURSO LEGAL QUE ANULÓ UNA INVESTIGACIÓN CONTRA EL EXMINISTRO DE DESARROLLO SOCIAL GUILLERMO FERRUFINO POR BLANQUEO DE CAPITALES. CUATRO DÍAS DESPUÉS, UN COMUNICADO DE LA MÁXIMA MAGISTRATURA DE JUSTICIA ANUNCIABA QUE QUEZADA VALLESPI SE ACOGÍA A UNAS VACACIONES DESDE EL 3 DE ENERO HASTA EL 2 DE SEPTIEMBRE. UNA VEZ CUMPLIDO EL DESCANSO, SE ACOGERÍA A UNA JUBILACIÓN VOLUNTARIA. ‘ME SIENTO ORGULLOSO Y QUIERO DISFRUTAR DE MI RETIRO DEL CARGO', APUNTA QUEZADA VALLESPI SOBRE SU PASO POR LOS TRIBUNALES, TRAS ANUNCIAR QUE SE DEDICARÁ A LEER, VIAJAR ‘PARA RECONCILIARSE CON SU CONCIENCIA' Y PRACTICAR YOGA, HÁBITO QUE LE HA DADO ‘TRANQUILIDAD ESPIRITUAL'. A SUS 78 AÑOS, CON UN LENTO CAMINAR Y DIFICULTAD EN SU HABLAR, SECUELAS DE UN PADECIMIENTO MÉDICO, PLANEA TAMBIÉN ESCRIBIR SUS MEMORIAS, ‘LAS MEMORIAS DE UN JUEZ'.

DE BOXEADOR FRACASADO, A JUEZ

Antes del hombre de derecho y ciencias políticas, detrás del controvertido juez del Juzgado Primero del Circuito Penal, Rolando Quezada Vallespi, hubo un boxeador.

Con este deporte, Quezada Vallespi buscaba la forma de defenderse en su barrio. Él practicó boxeo amateur en el desaparecido gimnasio ‘Neco' De La guardia, en El Chorrillo, y en el de El Marañón, sitios emblemáticos de la época de oro del deporte panameño.

Logró alcanzar cuatro triunfos y una derrota antes de incursionar en el boxeo profesional donde perdió, por decisión, las únicas dos peleas que hizo. ‘Me retiré porque consideré que no sería campeón, porque en esa época había muchos pupilos buenos. Trabajar y entrenar boxeo era incompatible. Entonces me dediqué exclusivamente a trabajar y estudiar para obtener una licenciatura', explica. Su deseo por convertirse en abogado lo alejó del ring y los guantes.

S u recorrido en el Órgano Judicial lo inició cuando ni siquiera pensaba ser un hombre de leyes. Fue en el Juzgado Séptimo, cuando era estenógrafo y escribiente de ese despacho. Pero dejó de hacer esta labor para dedicarse a la hojalatería durante diez años.

Impulsado por una de sus hermanas, que es abogada y se jubiló como defensora de oficio, Quezada Vallespi decidió estudiar Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Panamá.

Empezó como juez Primero del Circuito de Colón. Tras cuatro años, se instaló en el Palacio Gil Ponce hasta diciembre de 2016.

Hasta el quinto año estudió en el Instituto Nacional, pero terminó la secundaria en el Instituto Moderno, que funcionaba en las instalaciones del Instituto Nacional, en el turno nocturno. Allí se graduó de Bachiller en Letras.

Fue militante de los movimientos estudiantiles. También hizo un curso de laminación, en el Instituto Artes y Oficios, financiado por la misión económica de Estados Unidos, y se graduó de hojalatería estructural.

Quezada Vallespi es el tercero de seis hijos. Su vida, dice, ha sido de esfuerzo y sacrificio.

LA LIBERACIÓN DE BIENES A SALERNO

Rolando Quezada Vallespi devolvió $32 millones al empresario Cristóbal Salerno, principal accionista de la empresa Cobranzas del Istmo, S. A., involucrada en un escándalo de corrupción por cobros ilegales de comisiones producto de la recaudación de impuestos morosos entre 2009 y 2014.

Con ese fallo, Quesada Vallespi también liberó vehículos incautados al empresario y levantó medidas cautelares que pesaban sobre su hija, María Alessandra Salerno, y Elida Ballestas de Salerno, ambas relacionadas con la compañía.

Su fallo también favoreció a Ángela Claxton Salerno, a quien se liberaron seis vehículos, inicialmente incautados como parte de los bienes de Cristóbal Salerno, según información que recogió el diario El Siglo , en su edición del 10 de junio de 2016.

El propietario de Cobranzas del Istmo, S.A., Cristóbal Salerno, y el exdirector de Ingresos Luis Cucalón deberán responder por una supuesta lesión patrimonial de $29 millones a través de un contrato para recaudar impuestos morosos. Los imputados enfrentan cargos de peculado.

La investigación de la funcionaria de instrucción revela que hubo desde cobro ilegal de coimas, por un monto de $6.8 millones, para acelerar el pago de comisiones a Cobranzas del Istmo, cobros irregulares de comisiones para la empresa, hasta incumplimiento en la contratación de la recaudadora.

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