En China también se come carne en palito

Actualizado
  • 03/08/2018 02:00
Creado
  • 03/08/2018 02:00
Una joven periodista panameña recorre el mercado nocturno de Wangfujing, repasando una oferta gastronómica variopinta, que va desde las brochetas de escorpión hasta la tradicionales carnes en palitos. Amigos y familiares se reúnen para ampliar los horizontes de su paladar

El cuerpo bien alimentado del animal se encuentra incrustado sobre una delgada estaca de madera. Las ocho patas del escorpión negro se mueven en ‘zigzag', sin detenerse. La lustrosa cola del arácnido es lamida por un brasileño que sostiene el ‘palito'.

—Come, apremian sus compañeros, tres en total, cada uno de ellos filmando la escena con su celular.

Como respuesta, el hombre mastica cola y cuerpo del animal, cuya anatomía es engullida en menos de un minuto. El breve festín enciende la festividad que reside a flor de piel en los brasileños. La alegría de los extranjeros es seguida con curiosidad por uno de los cocineros del Wangfujing Snack Street, en Beijing, China.

Después de esbozar fugazmente una sonrisa, el individuo continúa con su labor, enunciando unas palabras que solo los que hablan mandarín entienden. En su puesto de venta de alacranes, el comerciante ofrece precios que se acomodan a los diferentes presupuestos. Quince, veinte, treinta yuanes. Todo depende del paladar de aquel que busca aplacar su hambre con alacranes vivos, fritos en aceite, de color dorado o negro.

—Toc, toc, toc, suena la bocina de un pequeño camión de basura. Es un pitido de protestas que busca apartar a la muchedumbre que no permite el libre tránsito a través del mercado nocturno.

—Toc, toc, toc, replica. El conductor gira a la izquierda, buscando esquivar a la gente. Se detiene en seco frente a dos ancianas de origen español. Se apea de su asiento y comienza la faena de recoger las bolsas de basura, ubicadas frente a los pintorescos restaurantes de comida típica en China.

ÓPERA CALLEJERA

Sin dejar de hidratarse con un jugo de uva, las ancianas observan la ópera de Beijing, una de las máximas representaciones de la cultura tradicional china. La actividad artística no solo es observada por las europeas, sino por una decena de personas que escuchan con atención la interpretación de la artista.

Ensimismadas en el espectáculo artístico, las despierta el olor del vehículo que carga desechos. El camión retrocede, despacio, muy despacio. Cada vez se le dificultad más la labor al hombre del aseo, a medida que la noche se va haciendo cada vez más vieja. Las personas, las familias van arribando de diferentes partes del distrito de Dongcheng, de Pekín y del resto del mundo.

La marea de gente no impidió que el camión se colocara en la vía principal del mercado, su punto de partida. Después de avanzar unos metros, se detiene en media calle, una ubicación estratégica. Al parecer, era más fácil dejar ahí el camión para dirigirse a las dos vías internas de la calle principal.

Hacia la derecha se divisan almacenes que venden todo tipo de recuerdos. Existen diversos variedades de restaurante, lo que amplía las opciones del menú nocturno.

PADRE E HIJO

Un joven mexicano de tez oscura camina con parsimonia junto a su padre. Cuando se topan frente al camión, lo esquivan, continuando su travesía en el mercado de comida exótica. Sus pasos son cortos. Se detienen frente a un puesto de comida.

—¿Padre, no quieres un dulce o alguna otra cosa?

El progenitor lo observa a través de los lentes. Responde a la invitación moviendo su cabeza de un lado a otro. El joven alza los hombros.

—Ok, yo me comeré uno de estos...

El chico se relame los dedos, untosos por el caramelo. Devora una fresa con ahínco. Luego, la segunda. Culmina su postre con prontitud.

—¿Y unos dumpling ?, vuelve a consultar el joven. El padre reitera la negativa.

Frente a los norteamericanos pasan dos sudafricanas. Sus rostros son indiscernibles bajo la luna, pero su acento sugiere que son argentinos.

—Che, ¿no querés uno de estos?

La joven que sostiene el ‘palito' convida a su compatriota. Ofuscada, la chica le contesta: ¡No, estoy a dieta!

La carne no se sabe de qué es. Si de cordero, pulpo u otro tipo de marisco. Tal vez sea de un insecto. Es parte de la gastronomía que se ofrece en el famoso Wangfujing Snack Street, considerado uno de los mejores lugares a conocer durante una estadía en Beijing. La variedad de comida exótica que se ofrece sobrepasa las expectativas.

La famosa calle deslumbra desde que se franquea del arco dorado chino. La fusión entre la China antigua y moderna se evidencia al momento de pagar por comida o un souvenir.

Los pagos se realizan a través de la aplicación de WeChat. Tecnología de pago de vanguardia enmarcada en la China de valores milenarios, como el respeto y amabilidad.

Para quienes optan por una cocina más occidental, frente al mercado nocturno se encuentra un KFC. A pocos pasos, es posible divisar la célebre ‘M', letra que preludia el cielo a los que son asiduos a las hamburguesas de MacDonalds. Una opción para quienes no pueden adaptar su paladar al exotismo de la cocina asiática.

Para los panameños, en el Wangfujing Snack Street también venden carne de cerdo y res, en palito.

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