Los Próceres, Padres de la Patria

Actualizado
  • 10/11/2018 01:00
Creado
  • 10/11/2018 01:00
Parte final del discurso pronunciado por Carlos Iván Zúñiga Guardia ‘El Patriota', el 2 de noviembre de 2001, ante la tumba del Dr. Manuel Amador Guerrero

El ideal de los prohombres de la patria era la consagración de la República para beneficio de todos, no solo de las generaciones coetáneas con el episodio independentista, sino de las que estaban por venir. Es deber de la clase gobernante custodiar los bienes nacionales para beneficio de las actuales y futuras generaciones. Ellos sentenciaron:

‘Una generación sola no es dueña de los bienes del país. Las tierras de la República no son nuestro patrimonio exclusivo: son la herencia de las generaciones futuras que vienen atropellándose a buscar su puesto en el concierto de los pueblos… y esas generaciones tienen derecho a los mismos bienes que nosotros, tienen derecho a que no las desposeamos de su parte de sol, de calor y de luz'.

Concebido así el nacimiento de la República, mucho de lo que se hizo en los inicios del siglo veinte ha sido para provecho de la generación que construyó las bases de la nueva nación y para las generaciones siguientes. En las herencias culturales se pone de manifiesto con mayor ímpetu el espíritu de la emergente panameñidad.

El Instituto Nacional, por ejemplo, resolvió un problema de la educación secundaria de 1907, pero se irradió como onda expansiva, radiante y provechosa, a lo largo del siglo. Es la concepción de gobernar previniendo los intereses del mañana para que no les falte a los nuevos panameños ni el sol ni la luz ni el calor que sirve al presente.

Siempre hemos entendido que la principal aportación del hombre sobre la tierra debe estar representada por el optimismo, por la fe en la capacidad de lo nuestro, por la seguridad que inspira nuestra propia fortaleza espiritual. Aquel verso de la infancia que decía que ‘la avecilla canta aunque la rama cruja porque sabe lo que son sus alas' es la expresión del optimismo y de la confianza que cada cual debe tener de sus propias capacidades. Si el panameño no tiene fe en lo que posee, convivirá con el pesimismo y con la abulia.

El mensaje memorable de los primeros estadistas de la República era un canto de optimismo en cuanto al futuro del país. En los momentos terribles del nacimiento de la República, en el punto grave en que coincidían intereses múltiples, el del panameño para lograr su ansiada libertad y el del norteamericano de construir un canal a través del Istmo, nunca se perdió la fe en la condición patriótica del panameño, no la perdió el Prócer y no la perdió el propio ciudadano. Por no perderla, por mantener la autoestima, por tener conocimiento de su antiquísima vocación de libertad, al nacer la República con las ataduras de la dependencia, renació y se vigorizó en el panameño la confianza en que triunfaría ante los nuevos retos que imponía su nueva autonomía.

La tormentosa época que cobijó la independencia nacional, en la que también se daba la expansión estadounidense en tratados leoninos y en intervenciones humillantes, el político panameño, el hombre panameño no abjuró de su confianza en las redenciones que traería el porvenir y en el progreso que sobrevendría por la existencia de la República. En esos momentos oscuros, enrarecidos o de intenciones difusas, el panameño, como decía Octavio Méndez Pereira, se inspiró en la fe de la semilla que cuando está en la profundidad del surco es feliz, a pesar de la opacidad del instante o del ciclo de germinación, porque sabe que mañana será una espiga dorada al sol.

El Dr. Pablo Arosemena, egregio príncipe de la palabra, el 10 de enero de 1911, como presidente de la República transmitió a la Asamblea Nacional un saludo de optimismo en el futuro de la patria con palabras ingeniosas y previsoras que sin duda sirvieron de estímulo sensato a los grandes impulsos iniciales. Decía el Dr. Arosemena:

‘En cuanto a progreso, yo me coloco en el punto medio resueltamente; ni statu quo , ni saltos. Es lo primero el vegetar infecundo y oprobioso, la indolencia oriental, el desdén del porvenir, la ausencia de la calidad que es, a mi juicio, la espina dorsal del hombre, la ambición legítima, el mirar con envidia hacia la cumbre, con el anhelo de escalarla. Los saltos son peligrosos y quien los da, en vez de acelerar, de ordinario se aleja de la anhelada ribera. In Medium it Est Virtus (en el medio está la virtud). La marcha lenta, pero sostenida y firme, es siempre la más rápida. El proceder de no pocos panameños muestra desgraciados conceptos: el pensar que la República de Panamá de 1960 será la misma que nació a la vida independiente el día 3 de Noviembre de 1903, el progreso es fruto vedado y que será nuestro futuro una situación persa, una especie de vivir muriendo. Todo esfuerzo les parece vano; toda aspiración, el resultado de insana fantasía. Otros dominados por patrióticos anhelos, pretenden hacer en meses, de esta nación en la cuna, sin experiencias, sin energías ambiciosas, una Bélgica o una Holanda o una Suiza, pueblos que han conseguido el más alto grado de civilización. Ni lo uno ni lo otro. Pensar, meditar y marchar con fe entera en nuestro destino y con la esperanza de realizarlos; he aquí nuestra tarea. En este segundo término hemos de colocarnos, con confianza en los resultados de nuestra labor inteligente y constante.'

Estas fueron las palabras de los hombres por cuya actual condición de difuntos reciben el reconocimiento de los panameños. Son los hombres cultos de ayer que transmitieron una fe racional en el mañana y dejaron claros mandamientos para que el porvenir resultara risueño a la sociedad panameña. Eran hombres serenos, equilibrados. Próceres de un pueblo anhelante de Progreso y Libertad. Es el legado que los presidentes anteriores dejaron a los dirigentes de hoy para continuar escalando, sin pausa, hacia la cumbre del progreso y la democracia.

Este 2 de noviembre de 2001 encuentra el país sometido a duros quebrantos económicos. En otras épocas de la historia, como en la década del treinta del siglo pasado, o en la década del ochenta del siglo XIX, Panamá sufrió crisis semejantes. Aquel Gobernador Facio, de Veraguas, indicaba por el año 1880 que por la hambruna existente, todo lo que nacía, moría prematuramente.

FICHA

Un vencedor en el campo de los ideales de libertad:

Nombre completo: Carlos Iván Zúñiga Guardia.

Nacimiento: 1 de enero de 1926 Penonomé, Coclé.

Fallecimiento: 14 de noviembre de 2008, Ciudad de Panamá.

Ocupación: Abogado, periodista, docente y político

Creencias religiosas: Católico

Viuda: Sydia Candanendo de Zúñiga

Resumen de su carrera: En 1947 inició su vida política como un líder estudiantil que rechazó el Acuerdo de bases Filós-Hines. Ocupó los cargos de ministro, diputado, presidente del Partido Acción Popular en 1981 y dirigente de la Cruzada Civilista Nacional. Fue reconocido por sus múltiples defensas penales y por su excelente oratoria. De 1991 a 1994 fue rector de la Universidad de Panamá. Ha recibido la Orden de Manuel Amador Guerrero, la Justo Arosemena y la Orden del Sol de Perú.

Entonces como ahora, una crisis económica estremecía al mundo y abatía con mayor intensidad a los pueblos pobres. Esa crisis mundial nos afecta hoy porque tenemos grandes problemas acumulados y muchísimas obligaciones pendientes de cumplimiento que constituyen anclas que dificultan nuestro desarrollo. La impresionante suma que debemos pagar, mil quinientos millones de balboas por el servicio de deuda pública en el año dos mil dos, revela la gravedad de la acumulación de los males, males de arrastre, que enfrenta el gobierno y que padece la sociedad. El monto actual de la deuda pública cuyo pago es de obligatorio cumplimiento en sus fechas de vencimiento, constituye un reto mortificante para el gobierno y para los gobernantes de los próximos períodos.

Las causas de las crisis son múltiples y en los países como el nuestro, la imposición de una globalización en el manejo de la economía ha contribuido grandemente en los desajuste internos que confrontamos. (…)

… un diálogo nacional para encontrar fórmulas de unidad en la percepción de los problemas, las cuales se traduzcan en un Agenda de Estado para solventar la crisis.

El desarrollo de este diálogo y la clara comprensión de nuestro pueblo de las causas de los actuales desajustes mundiales que tanto nos afectan como nación pobre, tienen un significado de madurez que no puede frustrarse y que cívicamente constituye un homenaje a los Próceres, porque el gesto unitario se adecúa a las promesas de mayor bienestar para los panameños como uno de los compromisos de la independencia.

Seguramente, los participantes del diálogo podrán apreciar las palabras que dirigiera el Doctor Manuel Amador Guerrero a la Asamblea Nacional, el primero de septiembre de 1906, como un mensaje para ellos:

‘Vais a comenzar vuestras arduas tareas y espero que unidos, interpretando las aspiraciones populares, contribuyamos a que los frutos cosechados, no redunden en nuestro propio daño'.

‘Evitemos que las pasiones nos dominen y que, por el contrario, siempre nos anime el sentimiento de Patria, que debemos considerar superior a todos los demás'.

‘Nuestra bandera a todos nos cobija y dentro de la República caben todas las ambiciones, siempre que tengan por norma el patriotismo más acendrado y la nobleza de las aspiraciones'.

Es obvio que todas las partes que integran la mesa del diálogo que nos ocupa deben comprender que ante las grandes crisis colectivas, la austeridad, como modo de vida y como política pública y privada, es un afortunado elemento coadyuvante tanto para lograr la simpatía y solidaridad del pueblo como para dar un matiz ético a ese diálogo nacional.

Del gobierno de la excelentísima señora presidenta de la República, doña Mireya Moscoso, he recibido el honor de designarme como orador oficial en este acto de supremo patriotismo y espiritualidad. Ante la tumba de los Próceres, os suplico que sigáis gobernando con tolerancia y respeto a las libertades públicas, pues cuando ellas están ausentes, como ocurrió durante los años del totalitarismo, es porque los gobernantes se alejaron del mandato de los pueblos, de los ideales de los próceres y de la razón primordial de la existencia de la República. El respeto a las libertades y la tolerancia como hábito o como actitud gubernamental, constituyen la piedra angular de la paz social.

El acto de hoy y la reiteración constante del afecto público por las ejecutorias de nuestros estadistas y de nuestros mártires hará posible que no mueran en el olvido nuestros muertos ilustres que tanto hicieron en vida en la construcción del Estado Nacional, a lo largo de la historia.

Sobre la tumba de nuestros Próceres y sobre la tumba de los Mártires de Enero de 1964, depositamos esta oración, como si fuera un manojo de flores, concebida por un ciudadano agradecido que ostenta con legítimo orgullo su condición de panameño.

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