Cruces peatonales, espacios incluyentes

Actualizado
  • 28/09/2019 07:00
Creado
  • 28/09/2019 07:00
Los peatones son parte del grupo más vulnerable de usuarios de las vías, junto a los ciclistas y motociclistas. Los principios de la movilidad urbana sustentable, promueven el desarrollo de entornos más humanos y seguros que movilicen a personas y no a vehículos

A mediados del siglo XX, el transporte motorizado comenzó a tener protagonismo en las calles, ganando cada vez más espacios y presupuestos, relegando a los peatones al último lugar en la escala de prioridades en seguridad vial.

Datos de la Organización Mundial de la Salud estiman que 310,500 peatones fallecieron por siniestros viales en 2018, lo que representa el 23% de las cifras globales; en cambio, en la República de Panamá la situación es aún más crítica, ya que casi la mitad de las muertes por siniestros viales en 2018 fueron peatones atropellados. Esta realidad confirma que los peatones son parte del grupo más vulnerable de usuarios de las vías, junto a los ciclistas y motociclistas.

Es importante resaltar que el peatón no es solamente la persona que camina, es también la que se traslada con el apoyo de muletas, silla de ruedas, bastones, coches o la que hala, empuja o carga a otras o a determinados objetos. Además, no todas tienen las mismas habilidades por sus diferencias de edad o condición física.

Actualmente, todas las vías cuentan con barreras físicas y psicológicas para el movimiento peatonal.

Tradicionalmente en Panamá, se han construido soluciones de cruces peatonales elevados como una alternativa para resolver el impacto de las vías sobre los peatones, considerándose como una medida ideal de seguridad al segregar completamente la circulación peatonal de la vehicular.

Esto se ha implementado por igual en autopistas, carreteras y avenidas otorgando prioridad al transporte motorizado, al favorecer la circulación vehicular, con la incorrecta convicción de prevenir lesiones por hechos de tránsito.

Sin embargo, en los últimos años se ha generado conciencia sobre la calidad del espacio público, donde los peatones valoran las mejoras en urbanismo, accesibilidad y seguridad, y reclaman intervenciones iguales o mejores en otras áreas de la ciudad de Panamá.

Esto ha permitido descubrir que existe una nueva jerarquía en movilidad en la cual el peatón tiene derecho a desplazarse con prioridad y seguridad.

Los principios de la movilidad urbana sustentable, promueven el desarrollo de entornos más humanos y seguros que movilicen a personas y no a vehículos, lo que motiva a reflexionar si es adecuado continuar construyendo pasos elevados peatonales al existir soluciones con semáforos, que son factibles para cruzar avenidas.

Los puentes peatonales penalizan a los peatones que deberían tener la prioridad en el espacio público urbano; al exigirles un esfuerzo físico y tiempo extra en el cruce de la vía, para no alterar la circulación de los vehículos fomentando velocidades peligrosas dentro de zonas urbanas.

Además, éstos generan ambientes urbanos aislados y comúnmente oscuros e insalubres, que representan condiciones de inseguridad personal sobre todo para las mujeres y adultos mayores.

Para hacer “inclusivo” un puente peatonal con escaleras, se adicionan rampas que cumplen con las pendientes máximas establecidas y ascensor, ocupando una gran extensión del espacio público por la magnitud de las reubicaciones de infraestructura de servicios públicos, y con los costos de inversión y de mantenimiento.

En la ciudad de Panamá hay puentes peatonales “inclusivos” en los siguientes puntos: Asamblea Nacional en la Ave. de los Mártires, Hospital San Miguel Arcángel en la Ave. Ricardo J. Alfaro, Escuela Profesional en la Ave. Israel, todos con ascensores fuera de servicio y estructuras deterioradas o sucias. Esta última condición es la que usualmente común en los puentes construidos solo con escaleras.

Tomando en cuenta que las inversiones públicas deben ser más eficientes, el cruce a través de la línea de seguridad o paso de peatones con semáforo, requiere menos recursos económicos para su construcción y mantenimiento en comparación a un puente peatonal.

Pero además de optimizar las inversiones, esta solución resulta más equitativa para todos los usuarios: para el peatón representa una menor distancia y tiempo para cruzar, es incluyente, universalmente accesible, más segura y se integra de mejor forma al entorno urbano; para el conductor del vehículo representa mayor seguridad al desincentivar la circulación a altas velocidades y regular el paso de los peatones de forma ordenada.

Ejemplos de cruces peatonales semaforizados se encuentran en la Av. Balboa que tiene cruces que operan con la activación del peatón al pulsar el botón de llamado.

Existen otros cruces peatonales donde la intersección está al nivel de la acera, teniendo el vehículo que subir a ese nivel, como en la Terminal de Albrook, la Av. Central frente a la Basílica Don Bosco y otros cruces de la Avenida Ecuador.

En septiembre de 2018, la Fundación Educación Vial presentó en Panamá la 'Carta de los Derechos del Peatón' creada por la organización no gubernamental Liga Peatonal de México (www.ligapeatonal.org).

Como parte de las actividades de presentación de esta iniciativa, se realizaron conversatorios y entrevistas en medios de comunicación exponiendo los motivos que respaldan las soluciones y buscando sensibilizar sobre lo discriminatorio que resultan los puentes peatonales y las ventajas de los cruces a nivel de calle.

A pesar de esto, el Ministerio de Obras Públicas continuó con el proyecto del puente peatonal frente al Instituto Nacional de Medicina Física y Rehabilitación (Inmfr) en la Ave. Centenario con un costo de $ 1.7 millones que incluye escaleras, rampa y ascensor.

Si analizamos las condiciones existentes, encontramos que el cruce en línea recta de la Ave. Centenario frente al Inmfr tiene 25 metros de largo y que un peatón podría cruzarlo en menos de 30 segundos, tomando en cuenta una velocidad de 0.94 metros/seg. que corresponde a las personas que tienen mayor dificultad para desplazarse por discapacidad motriz, condiciones de salud, edad avanzada, adultos con niños pequeños, entre otros.

Sin embargo, cruzar usando las rampas les tomará casi 5 minutos (287 segundos) para recorrer 270 metros y si pudieran usar las escaleras necesitarían 2 minutos y medio para desplazarse 140 metros. Entonces el usuario del Inmfr en condiciones físicas que requieren rehabilitación, queda obligado a hacer un mayor esfuerzo, aún cuando cuente con el ascensor en el futuro, ya que aún no está operativo, pero que a corto podrá estar inhabilitado por falta de mantenimiento o vandalismo.

Una de las justificaciones para este puente peatonal es que es una “vía rápida”, de “acceso a una autopista”, “desahogo de la ciudad”, términos relacionados con carreteras, que impiden la instalación de un semáforo para el cruce peatonal.

Pero no es correcto considerarla como carretera ya que es una avenida urbana por su contexto actual: desarrollos residenciales, comerciales e institucionales, con rutas de transporte público y con peatones que requieren movilizarse caminando de un lugar a otro.

El caso de este puente peatonal evidencia una vez más que las prioridades en movilidad están invertidas en Panamá, pues se discrimina al peatón para evitar 30 segundos de espera a quien va cómodamente sentado en su vehículo con un cruce semaforizado.

Por esto, es necesario cambiar de paradigma para invertir en más cruces semaforizados como la solución incluyente en avenidas urbanas, y decir ¡no a los puentes antipeatonales!

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