El fútbol, una opción para fortalecer el sentido de pertenencia

Actualizado
  • 15/11/2019 00:00
Creado
  • 15/11/2019 00:00
En tiempos de migración, Panamá es uno de los países que muchos extranjeros elegimos para rearmar nuestras historias familiares. El deporte es una manera de relacionarnos y establecernos en esta tierra

El fútbol, una actividad recreativa para unos y deportiva para otros, que llena espacios vacíos en tiempos de grandes flujos migratorios.

En un momento histórico lleno de incertidumbres: conflictos sociales, económicos, desastres ambientales irreparables y principalmente crisis de gobernabilidad en la región y el mundo, millones de personas nos hemos desplazado de nuestros territorios de manera voluntaria o forzada en busca de nuevas oportunidades. Panamá es el país que muchos extranjeros elegimos para rearmar nuestras historias familiares y el fútbol, una opción para relacionarnos y fortalecer el sentido de pertenencia.

Dejamos atrás nuestra casa suburbana en Buenos Aires, también nuestros recuerdos y seres queridos. La cancha de fútbol estaba improvisada en el fondo de casa, las arquerías entre los árboles del jardín, niños gritando detrás de una pelota, lo cotidiano. La canchita de la plaza era el lugar de encuentro vecinal. Los fines de semana siempre habían jugadores amigos o por conocer con ganas de jugar y armar algún partido.

En Panamá las cosas fueron distintas. Vivir en un apartamento en el medio de la ciudad modificó nuestra dinámica familiar y cotidiana. Los espacios para el fútbol, de esparcimiento y de encuentros, están más distantes, más inaccesibles. Tampoco están los amigos ni grupos de pertenencia.

Según datos de ACNUR, Agencia de la ONU para los refugiados, en 2018 el número de personas refugiadas en el mundo llegó a 25.9  millones.

En Panamá, entre 2010 y 2018, según datos del Servicio Nacional de Migración, se aprobaron 150,765 permisos de residencia. Los países con mayores solicitudes aprobadas de la región fueron: Venezuela (33,372) y Colombia (28,032), seguidos por República Dominicana, Perú, México, Nicaragua, Brasil, Costa Rica, Argentina y El Salvador. Países de la comunidad europea con mayores solicitudes aprobadas: España (9,557) e Italia (6,365).

Nuestro hijo ingresa al colegio en mayo de 2016 finalizando el primer trimestre. El “profe” de Educación Física también es el responsable del proyecto de fútbol de la escuela. Lo invita a integrarse al equipo apenas lo conoció, siempre hace lo mismo con los que recién llegan. Son dos clases por semana. Un golazo esa actividad, la más importante desde que nos establecimos en Panamá y la que ayudó a fortalecer vínculos y sentido de pertenencia.

Son las 2:30 de la tarde en el Fermi, la hora señalada para el inicio de la práctica de fútbol en el patio techado del colegio. Son muchos los chicos extranjeros que participan de la actividad. El sonido de sus palabras, hábitos y las camisetas de sus selecciones van dibujando el mapa de los desplazamientos migratorios.

El fútbol no se suspende por nada. Ni lluvia, ni sol intenso. Para estos futbolistas son las horas más esperadas de la semana. El campo de juego es reducido con piso de cemento. Pueden participar hasta cinco jugadores por equipo. Las limitaciones del espacio no impiden el aprendizaje de valores y desarrollo del deporte.

En ocasiones me quedo para observar las prácticas, no soy el único alentando en la tribuna. Aprovecho estos momentos para conocer a otros padres, algunos con historias similares a la nuestra. Son muchos los abuelos que se ocupan del cuidado de los campeones, algunos vienen de sus países de origen o del interior de Panamá para compartir momentos junto a sus nietos.

Esa tarde de junio de 2016, a poco tiempo de haber llegado a Panamá, el número de Messis en cuerpos de niños con ganas de golear y triunfar supera los 30. Mientras un grupo juega en la cancha, otro descansa en la galería y el otro, con un líder a cargo, van trabajando algún fundamento en aquel espacio junto a la cancha. Poco a poco la actividad se apropia de cada rincón del colegio que encuentra sin dueño. Va fortaleciendo su presencia. Esa tarde, una simple pregunta organizó mis vacías rutinas. “Profe, ¿cómo hace para llevar la práctica con tantos niños?”. Sin vacilar, me contesta: “Estoy necesitando personas que apoyen el proyecto. Podemos empezar ahora mismo. Puede guiar el ejercicio que están haciendo en la galería. Cuando le aviso hacemos una rotación para que ese grupo juegue en la cancha, el que está jugando descanse y el que descansó realice el fundamento que usted va a guiar”. Sin mucha opción, comencé a colaborar ese mismo día hasta nuestros días.

El proyecto de fútbol en la escuela comenzó en 2015 con una matrícula cercana a los 30 alumnos. En 2019 supera los 100 participantes entre las categorías Prekínder y Sub-14. Un proyecto colectivo en construcción que se fue fortaleciendo en el tiempo gracias a la participación de los padres, el apoyo de la dirección, colaboradores, los campeones superándose día a día y el “profe” responsable armando estrategias para participar en diferentes torneos como Lidecopa, Codicaer, Copa Futuro, entre otros, y amistosos con escuelas, academias de fútbol y clubes de la zona. También buscando nuevos espacios que acompañen el crecimiento del proyecto. Los padres motivados por la actividad armaron el equipo para representar al colegio en una liga de padres.

No es casual que en mayo de 2019 se realizara en la ciudad de Panamá el Foro Internacional de Fútbol para el Desarrollo organizado por el BID y Fútbol Con el Corazón. El lema: “Impulsemos el fútbol como herramienta de cambio social”. Parte del encuentro tenía como finalidad promover mejores prácticas a nivel internacional en el ambiente del fútbol y entender cómo puede darse esas transformaciones sociales desde los sectores públicos, privados y profesionales.

En la agenda estuvo Juan Sebastián Verón, presidente del club Estudiantes de la Plata contando sus experiencias como jugador profesional y de la escuela donde forman futbolistas. También participaron panelistas de diferentes países y de Panamá contando experiencias personales, en políticas públicas y del sector privado.

Con un lenguaje menos técnico, pero poniendo el cuerpo en lo cotidiano, es lo que vienen haciendo con esfuerzos los colegios, clubes y academias de fútbol en Panamá. También es importante valorar las estrategias de los organizadores de las diferentes ligas en las distintas categorías en el fútbol local.

Un deporte que se puede practicar sobre distintas superficies, variando la cantidad de jugadores, integrando edades, géneros y nacionalidades. Nadie queda afuera. Un espacio donde no sólo se fortalecen habilidades individuales, sino también acciones grupales y colectivas.

Próximo a cumplirse 30 años de la invasión norteamericana a Panamá ocurrida el 20 de diciembre de 1989, un hito en la historia nacional, donde muchos panameños luego de esa situación eligieron emigrar a otros suelos, principalmente Latinoamérica, Estados Unidos o Europa en busca de nuevas oportunidades. En estos últimos años muchos han retornado a esta tierra que nunca dejaron de añorar. Ya no solos, acompañados de sus nuevas familias y un bagaje de conocimientos y acumulando experiencias enriquecedoras.

En esta etapa histórica, Panamá ha sido un país que le tocó jugar un partido difícil en el medio campo de los conflictos regionales y flujos migratorios. Un país que muchos extranjeros elegimos para rearmar y compartir nuestras historias familiares.

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