Immanuel Wallerstein, el sociólogo del siglo XX

Actualizado
  • 07/12/2019 00:00
Creado
  • 07/12/2019 00:00
La partida de Wallerstein deja un hueco imposible de llenar, una obra que señaló que los gobiernos “progresistas” latinoamericanos como los de Evo Morales, Hugo Chávez, Rafael Correa, Lula da Silva, etc., solo presentaron soluciones que son puramente defensivas y transitorias, pero más importante aún, limitadas en cuanto a su capacidad de cambio para mitigar el sufrimiento de las clases populares de América Latina

Del mismo modo en que Fernand Braudel ha sido el más importante historiador de todo el siglo XX a nivel mundial, Immanuel Wallerstein ha sido el más importante sociólogo del siglo XX en todo el planeta. Por eso, su reciente desaparición crea un hueco dentro de las ciencias sociales contemporáneas, de la misma magnitud que ese rol excepcional que Wallerstein llegó a jugar dentro del paisaje intelectual del último medio siglo. Hueco imposible de llenar, que de ahora en adelante nos hará extrañar los agudos, profundos e incisivos análisis wallerstinianos sobre la historia global del sistema-mundo capitalista, sobre los sucesos esenciales del 'largo siglo XX' aún no concluido, sobre las coyunturas y los acontecimientos mundiales inmediatos, junto a sus escenarios prospectivos posibles, o sobre la urgente reorganización del entero sistema de los saberes modernos y de las actuales ciencias sociales contemporáneas, que son los cuatros ejes teóricos centrales en los que se despliega la compleja obra de Immanuel Wallerstein.

Immanuel Wallerstein, el sociólogo del siglo XX

Conocí personalmente a Wallerstein en París, en enero de 1989.

En 1986 le había enviado mi ensayo comparativo sobre Marx y Braudel, sorprendido de ver cómo él, se interesaba igual que yo en rescatar las contribuciones de algunos autores de la mal llamada 'Escuela' de Annales, como Marc Bloch y Fernand Braudel, desde una perspectiva marxista.

Luego de leer mi ensayo “Entre Marx y Braudel: hacer la historia, saber la historia”, Wallerstein lo publicó en la prestigiosa Review del Centro Fernand Braudel que dirigía. Ahí comenzó para mí un rico intercambio intelectual y una especial amistad personal, que me llevó a conocer también a su esposa Beatriz, primera interlocutora de sus ideas, y a su inteligente hija Katharine.

Todo el mundo sabe que una de las tesis más originales y provocativas de Wallerstein, es la que afirma que en los últimos quinientos años, la verdadera unidad de análisis pertinente para todas nuestras investigaciones, es la del sistema-mundo en su conjunto, primero semiplanetario y luego planetario. En cambio, lo que no todos saben, son las profundas implicaciones que esta tesis puede tener, cuando se aplica al estudio de un determinado Continente o nación, respecto de algún proceso social singular por ejemplo, para la explicación de varios procesos cruciales de la historia de América Latina y de México. Pues algo que llama la atención en los análisis que Wallerstein realiza de los distintos temas que aborda, es su capacidad para reinsertarlos no sólo dentro de perspectivas globales, en el sentido marxista y también braudeliano de este término, sino también dentro de un marco estrictamente planetario, donde interactúan las dinámicas locales, nacionales o regionales, con las dinámicas planetarias del sistema-mundo capitalista, explicándose e iluminándose recíprocamente. Lo que lleva siempre a interpretaciones originales e inesperadas.

Por ejemplo, cuando Wallerstein caracteriza los procesos de las llamadas “independencias” de América Latina, desarrollados a principios del siglo XIX, no como tales independencias, sino como simples descolonizaciones de las futuras naciones latinoamericanas. Porque partiendo de la condición histórica siempre periférica de América Latina, que elimina a priori cualquier posibilidad de real independencia económica, social, política o cultural, y desde la comparación de esas supuestas “independencias” latinoamericanas con el proceso de la descolonización de África del siglo XX, Wallerstein llega a la conclusión de que no se trata de la verdadera independencia de los países de América Latina, sino sólo de su independencia jurídica formal, y de su real descolonización o separación de la metrópoli española.

Lo que en la historiografía de América Latina, y en el imaginario oficial de las naciones latinoamericanas, es un verdadero “escándalo intelectual”, que rompe con las explicaciones habituales, y obliga a repensar buena parte de las historias oficiales de todos los países latinoamericanos en los últimos doscientos años. Y es claro que para desconstruir este mito de las independencias latinoamericanas, Wallerstein se apoyó en el serio conocimiento que tuvo de la historia latinoamericana, desde los trabajos de la Comisión Económica para América Latina hasta la teoría de la dependencia latinoamericana, que conoció gracias a André Gunder Frank, y de la que retomó la distinción entre centro y periferia, para agregar un tercer estrato, la semiperiferia capitalista.

Lo mismo sucede cuando Wallerstein analiza los procesos políticos recientes de América Latina y de México, por ejemplo cuando caracteriza a los gobiernos “progresistas” de América Latina y al neozapatismo mexicano. Aquí, y una vez más desde una perspectiva planetaria de lo que sucede con las izquierdas en todo el mundo, y también desde una braudeliana visión de larga duración sobre los dilemas principales que en los últimos dos siglos han enfrentado los movimientos antisistémicos en todo el mundo, Wallerstein va a considerar a esos gobiernos progresistas de Evo Morales, Hugo Chávez, Rafael Correa, Lula da Silva, etc., y más recientemente Andrés Manuel López Obrador en México, como soluciones que son puramente defensivas y transitorias, profundamente limitadas en sus capacidades de cambio, y sólo capaces de mitigar tenuemente los graves sufrimientos de las clases populares de todas las naciones latinoamericanas. Pero sin hacerse ninguna falsa ilusión acerca de estos limitados gobiernos progresistas, totalmente procapitalistas, que no son más que esa inmediata y puramente defensiva respuesta a los catastróficos efectos de la actual crisis terminal del capitalismo, sobre todas las clases populares y subalternas del planeta.

En cambio, Wallerstein considera que, frente a esta salida solo defensiva y transitoria existe la salida radical, genuinamente antisistémica, que representa por ejemplo el neozapatismo mexicano, el que él consideraba como “el movimiento social más importante en el planeta, barómetro y detonador de movimientos antisistémicos desarrollados alrededor del mundo”. Por eso, Wallerstein seguía con mucha atención este movimiento neozapatista, sobre el que escribió en varios momentos, hablando de él en varias entrevistas importantes.

Wallerstein visitó México muchas veces. Por ejemplo en 1991, cuando participó en las primeras Jornadas Braudelianas Internacionales, celebradas en la Ciudad de México.

Además, recibió cuatro Doctorados Honoris Causa de distintas Universidades de América Latina, uno de Perú, otro de Brasil, y dos de México, el de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y el de la Universidad Nacional Autónoma de México. También ocupó en alguna ocasión la prestigiosa Cátedra Julio Cortázar de la Universidad de Guadalajara, fundada por Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes.

También fue miembro del Comité Científico Internacional de la revista mexicana Contrahistorias, desde su fundación en 2003, colaborando en ella asiduamente desde su primer número, y publicando en sus 32 números, veinte artículos y tres entrevistas.

Fue igualmente en México que se publicó inicialmente la larga entrevista que Wallerstein me concedió en 1999, cuando siendo investigador visitante en el Fernand Braudel Center, pude realizarla, siendo la más larga entrevista que concedió en toda su vida.

También en México se publicaron los tres libros de compilación de sus ensayos, que compusimos juntos, y que después fueron reeditados en Colombia y Chile. Primero, La crisis estructural del capitalismo, incluyendo todos sus ensayos sobre América Latina publicados hasta ese momento. Después Historia y dilemas de los movimientos antisistémicos, y finalmente la obra en dos tomos Horizontes del análisis de los sistemas-mundo, de la cual solo ha sido publicado el primer tomo.

Immanuel Wallerstein, intelectual genuinamente crítico, con visiones globales y planetarias, ha dejado de existir. Nos queda su rica obra intelectual como legado y herencia, pero también como reclamo para seguir luchando, como él lo hizo toda su vida, por un mundo no capitalista, verdaderamente justo, igualitario y democrático. Y no hay duda de que, de haber existido un hipotético Premio Nobel de las Ciencias Sociales, Immanuel Wallerstein lo habría ganado fácilmente. Aunque, muy probablemente, y al igual que Jean-Paul Sartre, tal vez también lo habría rechazado.

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