El hambre infantil y sus graves consecuencias
El 19% de los niños del país menores de cinco años (68,000) padecen de desnutrición. El 62.6%, el 59.3% y 49% de los niños, niñas y adolescentes de las comarcas Guna Yala, Ngäbe Buglé y Emberá, respectivamente, están privados de una alimentación variada

Es inimaginable que en un país con ínfulas del primer mundo, que presume de tener uno de los mayores crecimientos latinos y los más altos rascacielos de la región centroamericana, un infante muera de hambre.
Pero, irónicamente, Panamá es un país que no crece igual para todos. En las comarcas indígenas y en las áreas de difícil acceso, el hambre y la desnutrición son un azote muy real.
A principios del noviembre de este año, los medios de comunicación anunciaban la tragedia: un niño de dieciocho meses, con residencia en Majagual de Baco, en la provincia de Chiriquí, murió como consecuencia de un elevado grado de desnutrición.
El menor provenía de una familia indígena con deficiencias económicas. La noticia acaparó de inmediato la atención de los panameños. “No puede ser que esto este ocurriendo en Panamá”, pensó Rosa Elia De León, una anciana de más de siete décadas, sorprendida. Una semana después de la muerte del infante, tres de sus hermanos fueron trasladados a un hospital con la misma condición de salud.
En las comarcas indígenas es en donde se presentan los mayores porcentajes de personas que viven en pobreza multidimensional: en la Comarca Ngäbe Buglé (93.4%), Comarca Guna Yala (91.4%) y Comarca Emberá (70.8%).
“Esta es una condición que requiere importante atención debido a que la alimentación saludable y equilibrada tiene un rol primordial en la salud y desarrollo”
ESPECIALISTA EN SALUD PÚBLICA
“El promedio de estos tres valores supera en 4.5 veces el promedio nacional, lo que evidencia también la disparidad existente y que ya era previamente conocida”, agregó Jorge Luis Prosperi, el especialista en salud pública.
Mientras que las provincias, las tres con mayor porcentaje de personas en condición de pobreza multidimensional y por encima del promedio nacional, fueron: Bocas del Toro (44.6%), Darién (40.0%). En estas dos, habitan una amplia población indígena (62.6%).
Mala nutrición
El informe “Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2018” indica que el 19% de los niños panameños menores de cinco años padecen de desnutrición (68,000 infantes), superando a países con un crecimiento económico muy inferior al panameño, “lo que demuestra, una vez más, que el modelo económico del que tanto nos vanagloriamos, beneficia principalmente a una minoría de panameños”, advierte el especialista en salud pública.

La alimentación de los menores indígenas no está garantizada. De acuerdo al índice del Índice de Pobreza Muldimensional, de Niños, Niñas y Adolescentes de Panamá 2018 (IPM-NNA), elaborado por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), Instituto de Estadísticas y Censos Nacionales (INEC) y Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), un e 15.6% de todos niños, niñas y adolescentes pobres multidimensionales carece de una alimentación variada.
El 62.6%, el 59.3% y 49% de los niños, niñas y adolescentes de las comarcas Guna Yala, Ngäbe Buglé y Emberá están privados de una alimentación variada.
“Esta es una condición que requiere importante atención debido a que la alimentación saludable y equilibrada tiene un rol primordial en la salud y desarrollo de los NNA, como pilar del adecuado funcionamiento del organismo, el crecimiento y la capacidad de aprendizaje, pero sobre todo para la prevención de factores de riesgo de enfermedades”, concluyó Prosperi.
La falta de nutrientes puede reflejarse en el retraso del crecimiento que se inicia desde temprana edad, debido a la falta de lactancia materna exclusiva, malos hábitos de alimentación infantil e infecciones repetidas. También puede asociarse con problemas como la anemia, que tiene muchos efectos que impiden que los niños desarrollen plenamente su potencial físico y cognitivo, explicó Leendert Nederveen, Asesor Regional de Alimentación, Nutrición y Actividad Física en Escuelas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Y, en el peor de los casos, los menores pueden morir.
Consecuencias
La malnutrición es un obstáculo para alcanzar el desarrollo personal, con consecuencias en toda la sociedad. La desnutrición infantil puede causar efectos adversos a largo plazo, incluyendo disminución en la capacidad de trabajo físico y en el desempeño intelectual en la edad escolar, la adolescencia y la edad adulta, lo que repercute en la capacidad del individuo para generar ingresos y lo que podría colocarlo en una situación de explotación a la que no puede negarse, advierte el especialista en salud pública.
De hecho, en materia de educación, los niños y adolescentes de las comarcas indígenas son los obtienen los peores resultados en las pruebas que miden lectura, matemáticas y ciencia.
Garantizar la seguridad alimentaria y nutricional, constituye uno de los elementos transversales y fundamentales para el cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, que propone poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible,
Según la Declaración de los Derechos del Niño, todos deben tener garantizada una alimentación suficiente, accesible, duradera y en condiciones saludables. En el marco de la celebración de los derechos humanos mañana 10 de diciembre la pregunta es, está cumpliendo el país con este derecho que es esencial para el desarrollo físico e intelectual de los niños.
La dieta de un niño en los primeros años
Alimentación
En los primeros años de vida, la dieta debe empezar por ser variada y nutritiva, comenzando por la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses y complementada con proteínas y ácidos grasos esenciales que ayudan al crecimiento y aportan energía; vitamina A para defender al organismo contra las enfermedades, yodo para el sano desarrollo del cerebro infantil; hierro para preservar las funciones mentales y físicas.
A medida que los niños avanzan en su edad, la alimentación debe seguir siendo variada asegurando que garantice energía (calorías), proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales y demás nutrientes que los órganos y los tejidos necesitan para mantenerse sanos y funcionar correctamente, explicó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
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