El Gran Hotel Tívoli, magnífico símbolo del imperialismo estadounidense

Actualizado
  • 03/04/2020 06:00
Creado
  • 03/04/2020 06:00
Durante 75 años esta gran edificación de madera, construida sobre las laderas del cerro Ancón, fue uno de los puntos de referencia de la ciudad de Panamá

Los directivos del “Canal francés” cargan con la fama de haber derrochado el dinero de sus accionistas en la construcción de palacios y lujos para sus ingenieros y dignatarios, pero fueron los estadounidenses los que, pese a su reputación de austeros y utilitaristas, levantaron las más elegantes edificaciones en la Zona del Canal.

También durmieron en el hotel la bailarina rusa Anna Pavlova, los astronautas Alan Shepard, Neil Armstrong, John Glenn, además de actores de cine, generales, congresistas, admirantes y turistas.

El primero y más espectacular de los edificios relacionados con la presencia estadounidense en el istmo fue el Gran Hotel Tívoli, enclavado en las laderas del cerro Ancón, con vista a la bahía y a la ciudad, un sitio que para el artista y autor Joseph Pennel (dibujos del Canal de Panamá, B Lippincott Company, 1913), era el más hermoso de la república de Panamá.

Desde su apertura en 1906 y hasta su demolición en 1982, la imponente fachada de madera, estilo colonial tropical, constituyó uno de los puntos de referencia de la ciudad y un permanente símbolo del imperialismo estadounidense

Según el gran conocedor de arquitectura panameña Eduardo Tejeira Davis, el hotel Tívoli fue una de las más notables obras de arquitectura de la Zona del Canal y de Panamá; una obra maestra en adaptación al trópico, de la que destacaba la maestría de sus arquitectos para aprovechar las corrientes de aire y conservar una temperatura agradable cuando todavía no se había popularizado el uso del aire acondicionado.

El arquitecto comisionado para la obra, el estadounidense Parker O. Wright Jr, se aseguró de introducir en el lobby una rotonda que se elevaba hasta el tercer piso y que permitía la libre circulación del aire entre los pisos; además, decidió que cada una de las 120 habitaciones del segundo y tercer piso tuvieran tres ventanas cada una y contaran con acceso a una enorme galería abierta, lo que los estadounidenses llaman “veranda”.

“Visité el hotel Tívoli una vez en mi adolescencia, en la década del 60”, dijo a este diario una mujer panameña de 70 años que alabó con entusiasmo la belleza del edificio y sus alrededores. “Dejamos el carro en los estacionamientos y subimos una escalera para llegar al lobby, al que se accedía a través de una elegante portacochera. Mi recuerdo es que tenía enormes poltronas y una decoración exquisita, cálida y agradable que lo transportaban a uno a un mundo de lujos desconocidos”.

Inicios

Dadas las circunstancias de su separación de Colombia, atada a la construcción del Canal, Panamá se convirtió en destino favorito de políticos, contratistas, ingenieros y profesionales de todo tipo. Las frecuentes visitas hicieron evidente desde muy temprano la falta de hospedajes adecuados.

En agosto de 1905, el gobernador de la Zona del Canal, Charles Edward Magoon, anunciaba la próxima construcción de un “hotel que ofrecerá hospedaje a los empleados, visitantes ligados a la Comisión del Canal y, posiblemente, al público general”.

El sitio escogido fue una colina llamada Tívoli, a 650 pies sobre el océano Pacífico, en la línea divisoria entre la ciudad de Panamá y la Zona del Canal.

Allí se construiría este hotel a un costo de $300 mil, con 120 habitaciones. 52 de ellas, suites de dos cuartos, y otras 68, cuartos sencillos, cuyos ocupantes debían utilizar los baños públicos del piso.

Según los designios de Magoon, el hotel debía ser también un centro de reuniones y entretenimiento para la población de la Zona del Canal, por lo que se incluyó en el diseño un salón de fiestas y bailes, un cuarto de billar y una barbería. En un principio se consideró construir una enorme piscina, que ocupara el primer piso del ala norte, pero la idea tuvo que ser abandonada cuando se decidió que ese espacio debía ser aprovechado para más habitaciones.

Inauguración

La construcción del hotel Tívoli empezó en agosto de 1905. El edificio aún no estaba completado cuando se anunció la próxima visita de quien se convertiría en su más famoso visitante, el presidente Teodoro Roosevelt, quien venía a inspeccionar las obras del Canal.

La presión era enorme, pues se trataba de la primera vez que un presidente de Estados Unidos salía del territorio durante su periodo de mando. El hotel no contaba todavía con el equipo básico, ni tenía gerente o personal. Sin embargo, de alguna manera se resolvió el asunto porque el presidente y su comitiva entraron por la puerta del hotel el 15 de noviembre de 1906, donde pernoctaron durante dos noches.

Mejoras y visitantes

Se cuenta que en un principio el hotel fue sumamente sencillo, porque el jefe de ingenieros, el austero John F. Stevens, impartió órdenes de “no gastar dinero en frivolidades”, pero con el paso del tiempo se le fueron añadiendo mejoras que hicieron que algunos lo consideraran entre los mejores alojamientos de su tipo.

En 1911 se instaló el primer elevador; en 1912 se pusieron tuberías para el agua caliente; en 1913 se hizo una elegante portacochera. En 1922, cuando el Departamento de Bomberos de la Zona del Canal advirtió que el hotel era una trampa de fuego, se colocó un sistema de rociadores a través de todo el edificio. En la década de 1940 se instaló aire acondicionado en el bar cafetería y en los años 50 se construyó una parrilla en la terraza.

Con todos los lujos y comodidades, además de la belleza de la zona circundante, el hotel estaba destinado a ser el hospedaje de grandes personalidades. Después del presidente Roosevelt, serían huéspedes del hotel, el príncipe de Gales (posteriormente Eduardo VIII y duque de Windsor); Charles Lindbergh, quien era apenas un niño de 11 años cuando firmó el libro de huéspedes al llegar de visita a Panamá para acompañar a su padre, entonces miembro del Congreso de Estados Unidos. Su firma fue conservada como un trofeo por las sucesivas administraciones del hotel.

También durmieron en el hotel la bailarina rusa Anna Pavlova, los astronautas Alan Shepard, Neil Armstrong, John Glenn, además de actores de cine, generales, congresistas, admirantes y turistas.

Indudablemente, quienes causaron más interés con su presencia fueron los políticos panameños, quienes en tiempos de frecuentes revueltas y golpes de Estado, tan solo debían cruzar la calle para encontrar la seguridad del asilo.

En 1931 se refugió allí Florencio Harmodio Arosemena con su familia, tras ser derrocado en el primer golpe de Estado de la historia del país.

En 1945, un grupo mayoritario de diputados de la Asamblea Nacional permaneció en el hotel durante varias semanas, desde donde votaron inútilmente para destituir al presidente Ricardo Adolfo de la Guardia. El caso más sonoro fue el de 1948, cuando estuvieron exiliados al mismo tiempo tres expresidentes de la República (Enrique Jiménez, Ricardo Adolfo de la Guardia y Daniel Chanis) y 43 altos personeros de sus respectivos gobiernos.

El mismo Arnulfo Arias sería huésped del hotel en varias oportunidades, sobre todo en las tres ocasiones en que fue derrocado, además de las otras en que fue acusado de tramar contra el gobierno constituido.

Un negocio del Gobierno de EEUU

Algo bastante curioso es que con este hotel se dio la rara situación de que el Gobierno de Estados Unidos se involucraba en el negocio de la hotelería y venta de licor. Como todo lo que se relacionaba con el Canal de Panamá, caía bajo la jurisdicción de la Secretaría de Guerra.

Durante los primeros 50 años, los empresarios y Gobierno panameños se quejaron ante las autoridades del Gobierno estadounidense de que el hotel Tívoli constituía una competencia desleal para la hospedería panameña, pero los estadounidenses aseguraron que lo cerrarían tan pronto Panamá contara con un alojamiento del mismo nivel. Tuvieron que cumplir con su palabra en 1951, después de que fuera inaugurado el hotel El Panamá, en Vía España.

A partir de la apertura de El Panamá, el Tívoli se convirtió en casa de huéspedes Tívoli y solo ofreció alojamiento a quienes llegaran al país por motivos relacionados con el Canal.

Pese a su relanzamiento, siguió siendo el centro social para la élite de la Zona del Canal. En sus salones se celebraban las bodas más elegantes, bailes de graduación y fiestas de la Comisión del Canal. Allí se reunían las esposas de los oficiales del ejército y de otros funcionarios para planificar las actividades de los clubes de mujeres. Era un lugar preferido para salir a comer con la familia o con amigos.

Actualmente, en los centenares de blogs administrados por exzonians para compartir sus recuerdos y fotografías online, se pueden encontrar referencias del hotel. Algunos recuerdan especialmente la “veranda” donde siempre se podía conocer a alguien interesante; otros, la fabulosa vista a la ciudad. Los más pintorescos describen a los conductores de taxi que brindaban servicio a los huéspedes del hotel, inmigrantes caribeños “vestidos con pantalones oscuros y camisas de manga larga, con zapatos black and white comprados en Salsipuedes (por $12) que al sonreír mostraban sus dientes cubiertos de oro”.

El Gran Hotel Tívoli fue cerrado finalmente en 1975, dados los altísimos costos de mantenimiento que requería su estructura de madera. Fue demolido en 1982, para dar paso a la construcción de la sede del Smithsonian Tropical Research Institute. Las maderas fueron usadas para construir casas temporales para los más desamparados.

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