La dura lucha por la libertad

Actualizado
  • 27/03/2021 00:00
Creado
  • 27/03/2021 00:00
Cuando surge el derecho para normar las relaciones entre los hombres o entre los hombres y el Estado, la libertad es considerada como propia de la naturaleza del hombre o como un valor que debe ser tutelado como una obligación pactada entre la sociedad y el Estado.
La dura lucha por la libertad

No constituye novedad alguna expresar que la vida humana es consustancial con la libertad. La vida sin libertad no se puede concebir. Ni merece ser vivida. Para el derecho natural, vigente antes que los códigos, el hombre nace libre o es libre por haber nacido.

Cuando surge el derecho para normar las relaciones entre los hombres o entre los hombres y el Estado, la libertad es considerada como propia de la naturaleza del hombre o como un valor que debe ser tutelado como una obligación pactada entre la sociedad y el Estado. El Estado, para evitar colisiones, se dedicó a reglamentar los límites de la libertad, garantizar así su vigencia y preservar la paz, de modo que una acción humana legítima no perturbe otra igualmente legítima.

Cuando Benito Juárez expresó que la paz es el respeto al derecho ajeno, estableció la regla de oro de la libertad y de sus limitaciones en beneficio de la convivencia humana. Ese principio teórico de Juárez adquirió concreción cuando los juristas indicaron que “nadie puede ser obligado a hacer lo que la ley no ordena ni impedido de ejecutar lo que ella no prohíbe”. Estos criterios que definen el ámbito del quehacer humano en libertad responden a una larga jornada del hombre, llena de duras experiencias para vivir seguro y con dignidad.

Todas las conquistas que simbolizan principios jurídicos, éticos y políticos no surgieron por generación espontánea. Todo ha sido fruto del esfuerzo humano, de siglos de sacrificios ingentes donde no faltaron las torturas y las represalias causadas por los detentadores de los poderes absolutos. Lo que hoy tiene la humanidad como garantía de una vida segura y libre es consecuencia del enfrentamiento con el despotismo o con la anarquía, las dos fuerzas antagónicas de los ideales democráticos.

A partir del siglo XVIII, con la Constitución de Estados Unidos, o antes en Inglaterra, las libertades fundamentales adquirieron rango constitucional o especial no solo por lo que significan, sino para que fuera más compleja su revocatoria. El sistema institucional moderno ha establecido, para que las libertades proclamadas no sean simples enunciados o ripios formales, que el Código Penal tutele los bienes jurídicos consagrados en la parte dogmática de las constituciones, o sea los derechos individuales y sociales. De allí que en un estado de derecho las normas del Código Penal deben ser camisas de fuerza a la arbitrariedad de la autoridad política o judicial. En un estado de hecho, las disposiciones constitucionales sobre las libertades son letra muerta y el Código Penal se convierte en el mejor instrumento para sepultar a los hombres y mujeres libres en las mazmorras.

En cuanto a las libertades individuales, su violación ha sido tan vieja como el istmo. Sin embargo, si de recordar se trata para matizar con hechos reales todo discurso teórico, cabría citar algunas experiencias nacionales como la ocurrida con El Lápiz, periódico publicado en Panamá, dirigido por el notable e íntegro periodista José Sacrovir Mendoza y que nos informa de violentos ataques a la libertad de prensa y de expresión. Ese periódico fue destruido el 25 de julio de 1903 por la soldadesca colombiana al mando del general Restrepo Briceño y del coronel Fajardo, por el delito de haber reproducido unos cuantos artículos que condenaban el fusilamiento de Victoriano Lorenzo.

El mismo espíritu intolerante del general Restrepo Briceño reencarnó en quienes clausuraron La Prensa, Radio Mundial y Radio Impacto, y consumaron el despojo del Panamá América. La saña usada contra El Lápiz fue igual a la ejercida contra Radio Mundial. Deseo dar a conocer algunas versiones inéditas sobre este y otros atropellos a la libertad, donde fueron víctimas mi esposa, mis hijos y algunos compañeros de luchas.

Radio Mundial fue cerrada tres veces y destruida finalmente el 1 de marzo de 1988, en los precisos momentos en que el encargado del Ejecutivo anunciaba que el Gobierno era garante de la vigencia de las libertades públicas. En el asalto final, su dueño Carlos Iván Zúñiga hijo fue brutalmente golpeado en la cabeza y durante algún tiempo el eminente neurólogo Dr. Jaime Espinoza dio seguimiento a la lesión. Ese día fatídico y criminal fueron vejadas, entre otras personas, la doctora Doris Rosas de Mata y Sydia C. de Zúñiga, y los civilistas Mauro Zúñiga y Milciades Cerrud. A mí me aprehendieron, traté de fugarme, los hermanos Mitrotti me refugiaron en su automóvil, los jenízaros criollos me recapturaron y velozmente me sacaron del área para finalmente lanzarme del auto en marcha por los alrededores del barrio Hollywood. Mi hijo fue lanzado en Curundú cerca de un sitio dedicado a la cría de perros y ambos fuimos amenazados con recibir disparos. Así murió Radio Mundial.

En los años iniciales de la dictadura se prohibió por decreto el ejercicio de muchas libertades en las ciudades de Panamá y Colón. A pesar de ello, los civilistas no perdían la oportunidad de manifestar su rechazo al régimen. En el año de 1976, cientos de universitarios salieron a la calle para protestar por la situación política y económica del país. En la intersección de la Vía España con la avenida Federico Boyd, la fuerza bruta de los militares se cebó dando manguerazos a los universitarios. Con mi hijo Juan Cristóbal, de consistencia robusta, extremaron los golpes. Había que escarmentar. Trescientos universitarios fueron a parar al patio de la cárcel. Muy cerca de las 4:00 de la tarde se presentó ante ellos un mayor de la Guardia Nacional y les dijo:

“¿Cómo es posible que ustedes, en vez de estar jugando, se encuentran ociosos? Vamos a jugar un juego interesante”. El oficial ordenó que se pusieran en fila, a distancia de un metro uno de otro, y dijo: “El juego consiste en no doblar las rodillas, el que las doble recibirá un toletazo”. Así pasaron toda la noche y el que caía por el cansancio, por sueño o por debilidad, recibía el consabido toletazo con sabor a proceso revolucionario.

Una tarde, en el hotel Marriot capturaron a algunos periodistas extranjeros y a muchísimos opositores, entre ellos a José Manuel Faúndes. Mi hijo Sergio, frente a Atlapa, hacía ejercicios en su bicicleta. Cuando salió Faúndes rumbo a la cárcel, le hizo una seña indicando que iba preso.

Sergio partió a su casa y cuando había recorrido escasos metros, un militar en un radiopatrulla lo interceptó y se lo llevó preso con todo y bicicleta. En la noche nos reunimos frente al cuartel, los familiares de los detenidos. Se habló con el corregidor o juez apellido Roux. Solicitó que se hiciera una colecta para cancelar la multa que se impondría. Designamos a Alvin Weeden para que recogiera las cuotas. Le llevamos primero como B/.7,000.00, tal era la cantidad de familiares. Se rechazó por insuficiente. Luego se llevó una suma mayor, depositada en una cajeta vacía de whisky, la que fue aceptada. No medió fórmula de juicio, ni expediente ni acusación concreta ni defensa formal ni resolución condenatoria. Sería interesante que el contralor Weeden averiguara en qué arca ingresó esa burda exacción.

En uno de los días duros de la dictadura, las oficinas del PAPO fueron allanadas. Su secretario general Roberto Arosemena Jaén fue detenido y confinado en Coiba. Lo alojaron en un hueco o socavón nauseabundo, sin ventilación. Apenas una rendija mínima permitía un dedal de aire fresco. Arosemena, ya casi asfixiado, quiso poner la nariz en la rendija. Un maleante, dueño del territorio, lo impidió y le exigió diez centavos si quería pegar la nariz en la rendija purificadora. Aspiró varias veces el aire como si fuera agua para el sediento.

Lo que queda expuesto indica cómo se jugó con las libertades y con los derechos en este país. Felizmente llevamos diez años de gobiernos democráticos y sin nuevos atentados a la libertad por parte del Ejecutivo. Desde el fondo de la historia debemos exigir que nunca más se cierren los medios de comunicación y se atormente a sus propietarios, y que nunca más un solo panameño viva en los socavones de la tiranía pagando diez centavos por un dedal de aire puro.

Publicado originalmente el 3 de agosto de 2000.

La dura lucha por la libertad
FICHA
Un vencedor en el campo de los ideales de libertad:
Nombre completo: Carlos Iván Zúñiga Guardia
Nacimiento: 1 de enero de 1926 Penonomé, Coclé
Fallecimiento: 14 de noviembre de 2008, ciudad de Panamá
Ocupación: Abogado, periodista, docente y político
Creencias religiosas: Católico
Viuda: Sydia Candanedo de Zúñiga

Resumen de su carrera: En 1947 inició su vida política como un líder estudiantil que rechazó el acuerdo de bases Filós-Hines. Ocupó los cargos de ministro, diputado, presidente del Partido Acción Popular en 1981 y dirigente de la Cruzada Civilista Nacional. Fue reconocido por sus múltiples defensas penales y por su excelente oratoria. De 1991 a 1994 fue rector de la Universidad de Panamá. Ha recibido la Orden Manuel Amador Guerrero, la Justo Arosemena y la Orden del Sol de Perú.

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