Gobernabilidad y Gobernanza Pública en Panamá

Actualizado
  • 01/02/2023 00:00
Creado
  • 01/02/2023 00:00
El concepto de gobernabilidad se ha venido debilitando y complementando, y ante los nuevos retos democráticos surge la idea de “gobernanza”, cuyo uso es a nuestro parecer mucho más eficiente en relación al futuro de la forma de hacer política y gobernar un país
Por problemas sociales nos referimos a temas como salud, educación, entre otros.

Gobernabilidad se refiere a la capacidad del gobierno para atender y resolver los problemas sociales y políticos que aquejan a un país de forma eficiente, estable y transparente.

Por problemas sociales nos referimos a temas como salud, educación, entre otros.

Por problemas políticos nos referimos a falta de institucionalidad democrática, falta de certeza del castigo, desconfianza e ilegitimidad de la acción pública, clientelismo, ineficiencia del gasto público y corrupción.

La conceptualización de “gobernabilidad” en el ámbito de las preocupaciones de las ciencias políticas y de gobierno, surge en relación con América Latina, en el informe del Grupo Trilateral denominado “La Gobernabilidad de las Democracias”, presentado al Comité Ejecutivo de la Comisión Trilateral en la década del setenta.

Este vocablo surge entre las contradicciones del capitalismo y la democracia; de la sociedad cambiante y el conservadurismo; luego de la derrota norteamericana en Vietnam, el estallido social en la Francia del 68, la renuncia de Nixon y el avance del discurso neo marxista en el mundo y los intereses geopolíticos de occidente.

Cambios culturales y estabilidad democrática.

Los cambios culturales de la década del sesenta se dieron con la llegada de la contracultura antisistema, producto de la invasión británica (con su respuesta estadounidense) primero en torno a la música, encabezada por agrupaciones musicales como los Beatles y Bob Dylan, seguidos por Rolling Stones, The Who, Led Zeppelin, Hendrix, The Doors y Grateful Dead.

También en torno al arte con el fin del llamado “código Hays” y el surgimiento del sistema de calificación por edades que fue determinante para el surgimiento de un nuevo cine y de películas como La Naranja Mecánica de Stanley Kubrick o Easy Driver de Peter Fonda y Jack Nicholson.

Todas estas manifestaciones artísticas dieron fuerza y forma a un movimiento juvenil anti comercialista, anti belicista y anti status quo.

En ese contexto neocultural se estructuró la idea de gobernabilidad como contención de demandas sociales.

La clave era mantener el orden, la estabilidad y frenar el avance del comunismo en la región.

La Comisión Trilateral

Fue creada en 1973 impulsada por el banquero y petrolero estadounidense David Rockefeller, y diseñada por el ex consejero de seguridad nacional de Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski.

El nombre “comisión trilateral” nace en referencia a las tres partes del mundo de la cual provienen la mayor parte de sus integrantes: América del Norte, Europa y Japón.

Esta comisión publicó un informe llamado “The Crisis of Democracy: On the Governability of Democracies”, o La crisis de la democracia: Gobernabilidad de las Democracias. En resumen el reporte explica que existe un exceso de democracia y que las demandas ciudadanas pueden ser peligrosas ya que buscan minimizar el poder de los gobiernos. Se recomiendan una serie de medidas para mantener el orden y el control y se percibe al ciudadano como una amenaza potencial a la estabilidad política y social.

El informe propuesto por este grupo de conservadores fue exitoso en reconocer los problemas existentes, producto del capitalismo y la democracia, y a su vez en afirmar y defender la tesis de que los problemas “no tenían que ver con el sistema capitalista, sino con las propuestas políticas de la izquierda, marxista o socialdemócrata, que habían construido ciudadanos codiciosos e irreflexivos”. (Monedero, Juan, Universidad complutense de Madrid, 2011).

En este contexto mundial de ideas políticas surge en la década del ochenta y noventa en América Latina una clase política que acuña estas ideas y las incluye en su praxis política.

Muchos de los actuales gobernantes en América Latina de corte conservador, fueron influenciados por esta escuela de pensamiento y hasta la actualidad perciben al poder como algo que debe ser custodiado a toda costa y a los ciudadanos como clientes y adversarios.

Estos gobernantes no han podido evolucionar de esta mentalidad antigua y en sus discursos mantienen elementos distorsionados; por ejemplo los diputados que aseguran que esa curul les pertenece, o los presidentes de gobierno que afirman que ellos mandan sobre todas las cosas, así como los funcionarios públicos que perciben la participación ciudadana como una amenaza. Esto ocurre a diario en nuestro país.

Empero, como todo concepto de las ciencias sociales, el de gobernabilidad ha ido mutando de acuerdo a las transformaciones de una sociedad informada e intercomunicada en redes.

Por lo tanto, el concepto de gobernabilidad se ha venido debilitando y (o) complementando, y ante los nuevos retos democráticos surge la idea de “gobernanza”, cuyo uso es a nuestro parecer mucho más eficiente en relación al futuro de la forma de hacer política y gobernar un país, integrando al ciudadano como eje central de la acción del Estado y las políticas públicas. La gobernanza como forma de gobernar una nación o entidad busca el crecimiento económico, pero también el desarrollo social con sostenibilidad y la participación del ciudadano como verdadero soberano de lo público.

Ya no se utiliza gobernabilidad en su uso original, como la necesidad de mantener el control estatal y el discurso hegemónico. Ahora se utiliza la gobernabilidad también como la necesidad de equilibrar el poder político dentro de una sociedad por medio de mecanismos institucionales producto de un buen diseño republicano.

En esta corriente encontramos el pensamiento de Habermas, para quien “la ingobernabilidad se presenta cuando hay una crisis de gestión administrativa y de apoyo político de los ciudadanos a las autoridades. Es decir, el sistema administrativo no logra hacer compatibles los mecanismos de control que le exige el sistema económico y el sistema legitimatorio no logra mantener el nivel necesario de lealtad de las masas”.

Gustavo Adolfo Vargas concluye que “La gobernabilidad y la ingobernabilidad no son fenómenos acabados, sino procesos en curso, relaciones complejas entre los componentes de un sistema político. En general, la crisis de gobernabilidad se atribuye a la incapacidad de los gobernantes a satisfacer la demanda de los ciudadanos. Sin embargo, la ingobernabilidad no es sólo ni principalmente un problema de acumulación y distribución de recursos, bienes y servicios a los ciudadanos, sino más bien un problema de naturaleza política: el de la autonomía, complejidad, cohesión y legitimidad de las instituciones. La ingobernabilidad es el producto conjunto de una crisis de gestión administrativa del sistema y de una crisis de apoyo político de los ciudadanos a las autoridades y al gobierno”.

Como vemos, podemos hablar de crisis de gobernabilidad cuando existen una serie de condiciones como lo son:

1. Falta de respuesta sistemática a los problemas sociales y económicos de la población.

2. Bajo nivel de legitimidad de las instituciones políticas (no existen controles horizontales del poder).

3. Crisis en la gestión administrativa del Estado (percepción de despilfarro de los bienes públicos, mala gestión, sin objetivos o políticas públicas bien diseñadas).

4. Descenso dramático de la confianza y el apoyo de los ciudadanos hacia sus representantes políticos.

Es necesario que se garantice la independencia de los órganos del Estado, pero dentro de un sistema político como el nuestro, en extremo centralista, la realidad dista mucho del ideal. No existe en Panamá aún equilibrio del poder, debido a la ineficiencia práctica de los llamados “controles horizontales” del poder político.

La actual crisis de gestión del Estado hace que los ciudadanos perciban al gobierno como un despilfarrador, mal planificador y que a pesar de ser del país con del PIB per cápita más alto de América Latina existe una suerte de “escape” o “liqueo” de esos fondos por medio de falta de planificación de las políticas públicas del Estado.

Es necesario situar a la gestión pública como uno de los principales problemas, ya que el uso eficiente de recursos y la planificación de la economía y de políticas públicas, contribuye al fortalecimiento de la confianza ciudadana y a la construcción de desarrollo sostenible y sostenido de nuestra nación.

¿El futuro de las próximas generaciones de panameños está en nuestras manos o en la de los malos gobernantes?

La respuesta yace en cada uno de nosotros.

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