Las primarias

Actualizado
  • 08/04/2023 00:00
Creado
  • 08/04/2023 00:00
Los entendidos, al terciar en el enjuiciamiento de los pro y contra de las primarias, formulan muchas observaciones. La más atinada es la que aconseja fijar límites al reproche que entre sí se hagan los candidatos con el objeto de no dejar un saldo de resentimientos o de divisionismo al cumplirse la jornada. Esta observación debe ser materia de reflexión especialmente entre los candidatos del panameñismo
Las primarias

Los partidos políticos se encuentran en los preparativos que conducen al próximo torneo electoral. Gracias a la modernización de los mismos, los colectivos de la oposición han iniciado sus primarias para escoger a los candidatos presidenciales. Luego vendrán las movilizaciones para seleccionar a los candidatos de otros puestos de elección. En iguales actividades, de carácter preelectoral, se encuentra el partido oficialista.

Los nuevos electores deben saber que antes no se daban estas consultas con las bases. Los candidatos eran simplemente escogidos por los cuerpos directivos de los partidos. Y, en la mayoría de los casos, el aspirante presidencial debía recibir su espaldarazo inicial en los altos círculos económicos y sociales del país. Se ha avanzado muy significativamente y este logro democrático es irreversible.

En esta etapa los candidatos se dedican al proselitismo interno. Sus discursos generalmente no están dirigidos a la totalidad del conglomerado social. Lo que les interesa es alcanzar el respaldo de la membresía del partido. Por eso, como viene ocurriendo, las arengas están desprovistas de soluciones a los graves problemas nacionales.

Algunos candidatos para cautivar la adhesión de sus copartidarios matizan sus palabras disparando algunas saetillas enconosas contra el Gobierno, sus dirigentes y su obra. Otros estiman que de adoptar esa confrontación nada quedaría como novedoso para la hora del gran debate electoral.

Los entendidos, al terciar en el enjuiciamiento de los pro y contra de las primarias, formulan muchas observaciones. La más atinada es la que aconseja fijar límites al reproche que entre sí se hagan los candidatos con el objeto de no dejar un saldo de resentimientos o de divisionismo al cumplirse la jornada. Esta observación debe ser materia de reflexión especialmente entre los candidatos del panameñismo. Ese partido, como colectivo mayoritario de la oposición, está en el deber de mantenerse unido, única condición que podrían exigir los otros partidos para respaldar al candidato victorioso de sus primarias. Un panameñismo dividido carecería de autoridad política para demandar el apoyo de los demás partidos a su candidato presidencial. Si se fraccionan o si los excesos verbales lastimaron peligrosamente a los aspirantes entre sí, otras fuerzas opositoras verán esa realidad como un síntoma de debilidad interna.

Lo que significa que la campaña en las primarias debe ver en otros rostros el objetivo de los dardos. Esta táctica debe imponerse dada la precaria unidad interna del panameñismo. En cierto modo debe prevalecer el viejo consejo que siempre se da al dirigente: “Debe contemporizar y barrer para adentro”.

Esta verdad lleva a la revisión de las tácticas. En lo interno, los precandidatos deben seguir rumbos positivos. La divulgación de los programas del partido y los procedimientos que deben adoptarse para cumplirlos; es una línea que crea y recrea conocimientos y fidelidad al partido. Sobre todo conocimientos, porque generalmente los inscritos desconocen los programas básicos y los compromisos ideológicos.

En lo externo, como mensaje social, debe adoptarse la posición de quienes ven en las primarias un entrenamiento para lo que viene y se aprovecharían para que el candidato divulgue lo que haría si llega al solio presidencial y todo en cuadro comparado con las realizaciones y omisiones del Gobierno.

La oposición tiene muchas deudas pendientes con el pueblo. Una de ellas es haber prolongado su silencio ante diferentes iniciativas oficiales. No han pasado de las escaramuzas coyunturales. Las primarias deben ser aprovechadas para rescatar el tiempo perdido y para colocar sobre el tapete de la opinión pública, nítidamente, su posición. El primer efecto es que asume un compromiso público con los asociados; el segundo efecto es que puede comenzar a desempolvarse la credibilidad y el tercero que, al fin, el pueblo conocerá las diferencias conceptuales entre el Gobierno y la oposición.

Unas primarias así aprovechadas serían útiles y positivas y máxime si durante las mismas no se ofrece el triste espectáculo de los pugilatos internos.

En lo personal me gustaría saber qué opinan los candidatos de todos los partidos de la oposición sobre la remilitarización de la Policía Nacional o sobre la liquidación de la PTJ. O ¿qué haría el candidato para aumentar la competitividad y para disminuir la pobreza? El estudio que planificadamente tendrá cada candidato también terciaría en el qué hacer para que la educación forme hombres libres e idóneos para cumplir una función social y humana, de carácter personal.

Estos temas y otros miles que interesan al pueblo deben ser desarrollados en las primarias para que los futuros electores vayan a las urnas estimulados por la palabra docta, honrada y serena del candidato.

En las primarias los candidatos de todos los partidos deben aceptar que el común denominador en los votantes, lamentablemente, es la falta de fe en la palabra del político.

Las promesas demagógicas y los objetivos sin fundamento, el pueblo decente y democrático, ya los tiene depositados en el tinaco de sus amarguras. Ya no se puede trillar por los viejos senderos retorcidos. Y en las primarias también hay que decirlo.

Publicado originalmente el 19 de enero de 2008.

Las primarias
Lo Nuevo
comments powered by Disqus