Sostenibilidad y salud o generación eléctrica, el dilema que vive un paraje dominicano

Actualizado
  • 20/05/2023 00:00
Creado
  • 20/05/2023 00:00
La actividad del sistema genera óxidos de nitrógeno y azufre que causan problemas respiratorios y agravan los existentes, así como las enfermedades cardiovasculares
Trabajadores lavan pescados en la costa cerca de las dos barcazas de generación de energía eléctrica.

Desde hace unos días las chimeneas de una enorme estructura de generación de energía eléctrica ubicada en aguas del Puerto Viejo de Azua, a unos metros de la costa sur de República Dominicana, han comenzado a funcionar y a expulsar humo, observado con preocupación por los habitantes de la zona.

El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales concedió a la empresa Karadeniz Powerhip licencia para operar allí, una zona de amortiguamiento donde convergen tres áreas protegidas: el Parque Nacional Francisco Alberto Caamaño, el Parque Nacional Sierra Martín García y el Refugio de Vida Silvestre Manglares de Puerto Viejo.

Según un informe de la Fundación Friedrich Ebert, esa licencia obvia “los serios daños ambientales, económicos y sociales” que generará la actividad, “dando la espalda a los intereses de la gente de la zona”, que vive de la pesca y la agricultura.

La concesión del permiso contraviene leyes como la Constitución, la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo (2012), la de Pesca y Acuicultura, el Reglamento de Evaluación Ambiental o la normativa para el manejo de las zonas de amortiguamiento de las unidades de conservación del Sistema Nacional de Áreas Protegidas.

Las amenazas

La estructura utiliza uno de los combustibles más contaminantes y peligrosos que existen, el bunker 6. Una gota contaminaría unos 4.000 litros de agua, causando envenenamiento y otros trastornos, afirma la fundación.

Aunque podría usarse gas natural, se utiliza bunker 6 por cuestiones meramente económicas, señaló a EFE el director ejecutivo del Instituto de Abogados para la Protección del Medio Ambiente, Euren Cuevas, que representa a las comunidades afectadas por la instalación de las barcazas, especialmente la población de Los Negros de Azua.

“El gas natural ahora mismo está por las nubes y ellos van a buscar lo más barato, no les importa la salud del pueblo, no les importa la biodiversidad, el medio ambiente. Ellos lo que quieren es ganar dinero”.

La actividad del sistema genera óxidos de nitrógeno y azufre que causan problemas respiratorios y agravan los existentes, así como las enfermedades cardiovasculares. Además, el ruido y las vibraciones pueden provocar pérdida de audición, interrupción del sueño y deterioro del rendimiento cognitivo en niños.

Las barcazas descargan el agua caliente usada para enfriar las turbinas, reduciendo el crecimiento, desarrollo y reproducción de la fauna y flora acuáticas al subir la temperatura.

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