Receso hibernal político

or más de cien años republicanos, el arribo al poder anuncia la emergencia puntual de tendencias. Primero, todo gobierno que asume pone a sus partidos —léase Cambio Democrático, PRD, liberales del siglo pasado— en receso hibernal. Segunda, y consecuencia de la otra, cada vez que llegan, vuelcan su dirigencia en gobernar.

La coyuntura de noviembre pasado, donde el Panameñista sale del gobierno, demuestra una tercera tendencia partidaria. Juan Carlos Varela nunca exhibió posibilidades en cumplir aquel ‘saldremos a protestar’. Los partidos atraen adherentes con el clientelismo. Ninguno construye capacidad de arraigo para así esperar que multitudes salgan a reclamar intereses de aquellos, menos democráticos.

Cuarta tendencia, el gobierno recluta a unos muy competentes en conseguir votos en oposición, que no exhiben igual solvencia en gobernar. Y más temprano que tarde, sobreviene el desgaste.

Quinta, mientras más publicitado un gobierno, más copa percepciones. El partido gobernante queda imposibilitado de sostener una identidad distinta. El colectivo hiberna, no así una imagen que evoluciona al paso de sus funcionarios.

El ministro Guillermo Ferrufino deja entrever, intuye la sexta tendencia. Declara ‘ahora estoy por trabajar duro, no por hacer política’. Como candidato, enfrentará la imposibilidad de diferenciar entre ministro y aspirante. Sería más exacto, aunque políticamente incorrecto, declarar -mientras más resuelva, más me hago política.

ANALISTA DE MERCADO