La Cumbre de CELAC-UE, una relación constructiva

Actualizado
  • 17/02/2013 01:00
Creado
  • 17/02/2013 01:00
La recién finalizada Primera Cumbre entre los 33 países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y los 27 de la U...

La recién finalizada Primera Cumbre entre los 33 países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y los 27 de la Unión Europea (UE), desarrollada en la ciudad de Santiago de Chile los días 26 y 27 de enero de 2013, constituye un referente único en estas relaciones birregionales.

La región latinoamericana y caribeña asiste a este encuentro consolidada como un espacio de democracia, solidaridad, diálogo y concertación, como nuevo interlocutor maduro con un crecimiento robusto incuestionable, programas comprometidos con el combate a la pobreza, la protección del ambiente, los recursos naturales. Concibiendo a su vez el desarrollo de la educación como herramienta vital e irreemplazable para el logro de objetivos, incluidos los del Milenio, que faciliten la construcción de sociedades mejores.

Por primera vez, la región latinoamericana y caribeña no fue sentada en el banquillo ni recibió lecciones de transparencia. En su lugar, fueron muchas las alusiones y reflexiones respecto de los niveles de eficiencia y buena gobernabilidad. Europa ya entendió que América Latina y el Caribe está llevando adelante una reconversión interesante, que está desarrollando con autonomía un modelo sustentado en su propia historia.

En otro aspecto, dicha Cumbre demostró para la CELAC que se han superado los complejos de inferioridad, y que la integración tiene memoria y conciencia histórica para no repetir los errores y renunciamientos del pasado lejano y reciente.

En otras palabras, la CELAC ha inaugurado el nuevo rendez vous con su destino de unidad y cooperación.

NECESIDADES RECÍPROCAS Y NUEVAS REGLAS DEL JUEGO

Por su parte, la UE participó en esta Cumbre cargando sobre sus hombros una profunda crisis financiera que amenaza convertirse en una crisis de identidad como se advierte en el Manifiesto por la Unión, publicitado por destacados intelectuales, escritores y periodistas en el viejo continente, precisamente durante la reunión de Santiago. Desde esta perspectiva, la idea de Europa como sueño y proyecto surgido tras la Segunda Guerra Mundial parece debilitarse, afectando su prosperidad y hasta la democracia ateniense.

Esta realidad fue confirmada por la Canciller alemana, Ángela Merkel, quien al analizar la exitosa experiencia latinoamericana y caribeña señaló que en Europa se tienen que hacer esfuerzos para no quedarse atrás; tiene que mejorar su competitividad, bajar sus deudas y no vivir a costa de sus futuras generaciones. El euro en dificultades, la falta de una mayor disciplina fiscal y las deficiencias del sistema bancario europeo, gravitan negativamente en las perspectivas inmediatas de asociación estratégica.

A pesar de este escenario se lograron adelantar criterios acerca de la necesidad de construir un mejor futuro birregional, traducido en una nueva alianza con base en el desarrollo sustentable, pero fundada en el respeto mutuo, trabajo en confianza que supone compartir responsabilidades y compromisos. Esto último fue una precisión conceptual presente a lo largo de todas las participaciones de los mandatarios de CELAC; de hecho pasó de ser un enunciado para instalarse en el discurso integracionista como condición necesaria, pues ninguna región debe prosperar a expensas de otra. Este ambiente sirvió igualmente para repasar la agenda relativa a las inversiones europeas en América Latina y el Caribe. De nueva cuenta la UE exigió certeza con relación a la seguridad jurídica para sus inversores y operadores económicos, dado los casos recientes de nacionalizaciones de algunas empresas europeas en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina. En contravía abundaron las explicaciones y justificaciones sobre las expropiaciones, en el marco de la soberanía de los Estados sobre sus recursos naturales. Esta situación se resolvió en la Declaración de Santiago en la que se reconoció la importancia del marco normativo, estable y transparente que proporcione seguridad a las inversiones, pero asimismo garantizó el derecho de los Estados a regular, lo que en la visión del Presidente Evo Morales significa socios, no controladores de los recursos naturales. Son precisamente estos elementos los que hacen a CELAC apuntar alto como señalara el Presidente chileno Sebastián Piñera: el hemisferio sur es un mundo mejor, un futuro que se está realizando. Este tema, en el marco del Regionalismo Abierto planteado por José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, demanda ser entendido más como puente que como fosa, en tanto el comercio es parte integrante del plan de recuperación europea, por eso el interés de Europa de invertir en América Latina y el Caribe. Sin embargo, la UE no se comprometió a respaldar activamente a la región, pues en tiempos de bonanza europea América Latina y el Caribe únicamente representa mano de obra barata y, en tiempos de crisis, penalización y expulsiones. En el fondo se trata de una primera aproximación de asociación birregional que debe ser continuada y valorada sin temores, a través de planos y perspectivas realmente uniformes y de igualdad.

CELAC Y LA ESPERANZA

En el último año la experiencia de este mecanismo de integración regional ha generado toda suerte de discusiones sobre su carácter novísimo, pero éste ha superado lo efímero de otras y el curso caótico que algunos predijeron inspirados en las viejas ideologías conservadoras, pero que hoy están atestiguando su consolidación y reconocimiento como espacio estratégico convertido en un sistema capaz de propiciar transformaciones en la dirección correcta de los países que lo integran. Su importancia radica en los propósitos de su creación, de ser una voz global como dijese Laura Chinchilla, la presidente de Costa Rica. Una nueva cultura, de liderazgo y coraje es la impronta de CELAC. Es una esperanza porque ha sabido, como mecanismo de cooperación, proponer la ejecución de amplios programas de desarrollo sustentable, de calidad social y ambiental. En este sentido, no es cierto que el futuro de CELAC dependa de la minimización de los nacionalismos. Son precisamente estas posiciones las que han hecho posible este proyecto de unidad integradora, fundamentado en una historia común por la independencia de América Latina y el Caribe, frente al colonialismo de antes y las pretensiones de hoy. Para eso sirve la historia, ya no existen Estados villanos, ya no es el comunismo una amenaza disociadora en las relaciones entre los países de América Latina y el Caribe; ahora con más diversidad se está construyendo Nuestra América. Corresponderá a la nueva troika conformada por Cuba, Costa Rica y Haití, y la designación de Ecuador como presidencia pro témpore de CELAC en 2015, fortalecer este espacio y ampliarlo a otras áreas y escenarios privilegiados de cooperación para el desarrollo.

INVESTIGADOR DE FLACSO

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