El doble sí de las mujeres feministas en Panamá

Actualizado
  • 24/11/2013 01:00
Creado
  • 24/11/2013 01:00
Sí a la maternidad y sí al trabajo remunerado. La investigación que resumo en el presente artículo analizó la complejidad de las experie...

Sí a la maternidad y sí al trabajo remunerado. La investigación que resumo en el presente artículo analizó la complejidad de las experiencias vividas en relación a ambos por diferentes mujeres feministas residentes en la ciudad de Panamá y puso de manifiesto sus resistencias a la sociedad patriarcal en la que viven y las transformaciones que están teniendo lugar en las identidades y prácticas de género.

DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJO: VIEJO PROBLEMA, NUEVO ABORDAJE

Si se examina el alcance del conjunto de cambios sociales y sus manifestaciones personales (sentidos y significados), se hace necesario contar con diversos enfoques y relevar asuntos tradicionalmente no considerados en la investigación. Ello hace visible que la crianza y el bienestar de la descendencia continúan recayendo casi exclusivamente sobre las madres. La mayor participación de las mujeres en el mercado laboral remunerado no ha supuesto la incorporación de los hombres al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, ni una mejora de los servicios públicos por parte del Estado. Las dobles y triples jornadas de las mujeres vienen a compensar los insuficientes o, en ocasiones, inexistentes, servicios sociales estatales y la precarización del mercado laboral.

Existe una permanente identificación entre mujer y cuidadora. Las mujeres que se definen como feministas tienen mayores posibilidades de problematizar la feminidad hegemónica; su contestación a las costumbres y normas sociales respecto a la organización de la familia y las relaciones entre mujeres y hombres no está exenta de contradicciones y conflictos, modificaciones significativas e incluso ruptura de las identidades y prácticas de género.

El análisis de estas contradicciones y conflictos requiere la integración de dos dimensiones del estudio aparentemente contrapuestas: estructura social y práctica humana, en un intento de entender al ser humano de una manera menos sociológica y a la vez menos robótica, centrándonos en aspectos de la propia vivencia (sensaciones, emociones etc.), en la periferia de las ciencias sociales.

Las teorías feministas que articulan interrelaciones entre sexo, género, clase, etnia, sexualidad, cultura y edad enriquecen el análisis; estas teorías conceden importancia al sistema social pero también a la práctica.

El género es visto no como lo que ‘somos’ sino como lo que ‘hacemos’, las prácticas sociales e individuales, una forma de ‘estar’ en el mundo y no una forma de ‘ser’, de tal manera que se desencializa la experiencia.

EMPODERAMIENTO INDIVIDUAL Y SOCIAL

Del análisis de las experiencias vividas por las mujeres entrevistadas respecto a la maternidad, a la autodefinición como feministas y a su participación en el trabajo remunerado, se desprende un empoderamiento individual con una proyección significativa en lo público.

Es decir, que las modificaciones a las identidades de género que hacen, debidas en gran parte a lo que podría considerarse una nueva socialización respecto al género, gracias a su contacto con el movimiento feminista, contribuyen a su empoderamiento social.

Este empoderamiento individual y social no está libre de tensiones y conflictos; las mujeres entrevistadas afrontan la maternidad como decisión personal, experimentan sentimientos de culpabilidad por no ajustarse al modelo que suele denominarse como ‘madre tradicional’, unida a sentimientos de libertad e independencia, gracias a su contacto con el feminismo.

Lograr la corresponsabilidad entre ellas y sus parejas para el cuidado de sus hijas/os es una fuente de conflictos y un proceso lento, o fruto de circunstancias externas.

Aún habiendo conseguido dicha corresponsabilidad aparecen conflictos y contradicciones relacionadas con la responsabilidad autoasignada de ser la principal cuidadora. La falta de tiempo tanto para el ocio personal como para el autocuidado y el consciente descuido de la propia salud es también común a todas.

Pero paradójicamente también lo es el reconocimiento de la importancia de comenzar por una misma, del empoderamiento personal como mujeres para desaprender condicionamientos de género y cambiar las relaciones socioafectivas, deshaciendo la equivalencia entre mujer y cuidadora y entre mujer y sujeto amoroso. Todas consideran urgente trabajar en la sobrevaloración del amor y el cuidado hacia los/as demás en la conformación de la identidad femenina.

PROPUESTA POLÍTICA SOBRE CUIDADOS: DE LA OBLIGACIÓN DE CUIDAR AL DERECHO A SER CUIDADAS

La base común de la discriminación de las mujeres en el mercado laboral, de la carencia de servicios sociales estatales dirigidos a la niñez y a otras personas dependientes y de la escasa participación de los hombres en el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado es la asignación de las responsabilidades del cuidado a las mujeres en nuestra sociedad.

Esta responsabilidad es vivida por todas las mujeres, también por las feministas. Se trata de una manera de definir la ciudadanía al margen de las mujeres, de una forma concreta de división sexual discriminatoria del trabajo, de vincular afecto y amor a cuidado y de subvalorar tareas desempeñadas mayoritariamente por las mujeres.

Pero las feministas cuestionan, se resisten, contestan y proponen que las políticas públicas dirigidas a la igualdad social entre mujeres y hombres y concretamente, las políticas de cuidados apunten hacia la redistribución de una porción de los cuidados provistos por las familias hacia la esfera pública y hacia un rol más preponderante del Estado en su provisión.

Y paralelamente señalan la necesidad de trabajar en la transformación de la identidad de las mujeres, en cuya conformación el hecho de cuidar tiene una trascendencia fundamental, e igualmente en la transformación de la subjetividad de los hombres, de manera que puedan interiorizar que el cuidado también tiene que ver con ellos, teniendo claro que mientras las mujeres sigamos estando ‘obligadas’ a cuidar, no habrá igualdad entre mujeres y hombres en la sociedad.

Medidas como la transversalización del género en el currículo educativo, campañas de sensibilización sobre la corresponsabilidad de hombres y mujeres en el cuidado y en el trabajo doméstico, mediciones sobre uso del tiempo dirigidas a visibilizar el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, creación de licencias de paternidad etc. pueden coadyuvar pero será igual de determinante el trabajo personal de empoderamiento de las propias mujeres para desaprender condicionamientos de género y tratar de realizar un cambio sustancial en las relaciones socio-afectivas con los hombres.

GAT GÉNERO/ FLACSO

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