Centenario de 'El Eco Herrerano', fundado en Chitré (1921)

Actualizado
  • 22/08/2021 00:00
Creado
  • 22/08/2021 00:00
Nota del editor: No son pocas las publicaciones periódicas, que en forma de diarios, semanarios o quincenarios vieron la luz en el interior del país a lo largo de los siglos XIX y XX. Muchas de estas desempeñaron un papel importante en el Panamá de ayer, cuando las comunicaciones no contaban con todos los medios tecnológicos del siglo XXI. Una que tuvo un espacio destacado fue el semanario “El Eco Herrerano”, del cual hoy reproducimos una semblanza por deferencia de Pedro N. Solís Espino, quien conserva ediciones originales del citado periódico, heredadas de su padre, el destacado comunicador Pedro Solís Villalaz.
Centenario de 'El Eco Herrerano', fundado en Chitré (1921)

Mientras intentaba hilvanar estas apresuradas glosas, constreñidas por el orden aritmético que regula la estrictez periodística, un risueño e inquieto azulejo pugnaba por mantenerse en una de las frágiles ramitas del joven guanábano que oxigena el portal exterior de la casa de nuestra madre en la avenida Hugo Spadafora, en la ciudad de Chitré, escenario apropiado para, en mágica y nostálgica retrospectiva, acariciar las cuentas históricas recientes del sagrado rosario de nuestro hospitalario pueblo natal.

Consciente como estoy de nuestra ruralidad ístmica, desgrano estas nacaradas cuentas, iniciando con un sabido y sobado remoquete 'interiorano' que sustancia el contenido de este breve y obligado escrito: “hijo de tigre sale rayao”. Aclaro, Juan Antonio y Francisco Luis Rodriguez, osados fundadores del semanario periodístico El Eco Herrerano que irrumpe en el acontecer chitreano el 21 de agosto de 1921, ignoraban, supongo, sus meritísimos fundadores que para dicho año, un siglo atrás, el 10 de noviembre de 1821, su ascendiente consanguíneo, don José Catalino Ruiz, nativo del entonces “sitio Chitré”, signó, junto a otros ilustres próceres santeños, el Acta libertaria que adelantándose al grupo mercantil capitalino rompe la cadena oprobiosa impuesta por el dominio hispánico en el istmo, documento inspirado en los mismos ideales que una centuria después (1921), sus denodados descendientes Juan Antonio y Francisco Luis estamparían en su periódico como baluarte civilizador el lema: “Patria, justicia y libertad”, fijando en su encabezado la ruta a seguir: “Semanario independiente para la defensa de los intereses generales”, como en efecto lo llevaron a la práctica hasta su última edición en 1955-56.

Tres promisorias décadas llevando a la región azuerense y otros confines interioranos la luz redentora de la educación, como también la oportunidad de expresar en sus páginas las glorias, angustias y pesares que vivían los panameños de “tierra Aadentro”. Basta pasar la vista por sus apergaminadas páginas para advertir el esfuerzo tesonero que realizaban hombres y mujeres del cosmo rural para superar los obstáculos que les impedían incorporarse al avance social y cultural coetáneo escasamente estudiado todavía.

Precisamente es durante aquellos torrenciales inviernos y calurosos veranos, lastimados por el analfabetismo generalizado y la indiferencia gubernamental, cuando surge con bríos fulgurantes El Eco Herrerano, prestando sus páginas a todas las personas que anhelaban el progreso de los pueblos de la región.

Así vemos aparecer distinguidos corresponsales de la talla de Liberato Trujillo (Las Tablas), José María Dutary A. (Pesé), Leandro Ulloa (Macaracas), Manuel S. Aquino R. (La Palma), Alfredo Soler S. (Parita), Apolinar Becerra (Las Minas), Lucas Bárcenas (Arraiján), José Bautista Plicet (Los Santos), Carrasquilla Mitre (Ocú) y muchos otros, que expondrían los problemas de sus comunidades a través del reconocido semanario, que elevaba a las autoridades nacionales en procura de feliz solución. Estos agentes corresponsales sirvieron durante los primeros años del citado semanario.

Ahora, a vuelo de pájaro resumiremos el fenómeno periodístico en Chitré durante aquellos años: Antonio Burgos Rodríguez, del mismo linaje libertario, instala una pequeña imprenta en 1898, donde edita la primera publicación en tipos de moldes del periódico La Voz de Chitré; aunque, lamentablemente, tuvo corta duración. Años después, en 1918, el señor Justo Quirós, conocedor de la materia y convencido de la importancia y la centralidad geográfica de Chitré, con su activo puerto comercial (El Agallito), funda el diario llamado El Heraldo de Herrera que tuvo solo un lustro de existencia; sin embargo, el interés de Quirós dejó sus frutos en el ánimo de los chitreanos deseosos de contar con un medio periodístico, que además de prestigiarnos, sirviera de vocero público del quehacer azuerense.

Fue así entonces que Francisco Luis y Juan Antonio Rodríguez, recién egresado de la escuela Artes y Oficios, se asocian para comprarle al señor Quirós su pequeña imprenta, iniciándose la publicación de El Eco Herrerano en una casa localizada en la avenida Herrera. Juan Antonio ocupa el cargo de director hasta 1945 cuando fallece, reemplazándolo su hermano José Angel Rodríguez R., posteriormente José Augusto Mendoza R., del mismo círculo familiar, se constituye en administrador durante varias décadas.

El Eco Herrerano estaba organizado en las siguientes secciones: editorial, rincón literario, notas sueltas, sociales, artículos de prensa extranjera, anuncios comerciales, edictos y las diversas corresponsalías. Dejó de publicarse entre los años de 1955-56, fungiendo como su último director Pablo Ríos Barrera, de grata recordación por su hombría de bien y consumado educador.

Es necesario dejar establecido que no fue tarea fácil para los directivos de El Eco Herrerano mantener vigente el semanario por tres décadas. Múltiples obstáculos encontraron en su diario bregar, años de crisis mundial y vericuetos políticos que alteraban la paz nacional, influirían en la vida del diario y en el peculio de sus directivos. No obstante, siempre el bienestar de la región estuvo por encima de los intereses personales, interesados en preservar los objetivos por los que fue creado: “Patria, justicia y libertad”.

Cerramos estas aceleradas y estrechas glosas con las palabras que pronunció el señor Pablo Martínez Pinzón, al morir Juan Antonio Rodríguez:

“Al emprender la retirada definitiva nos dejó su obra El Eco Herrerano que es símbolo de constancia, blasón de esfuerzo, enjambre de ideas, cofre de emociones, trinchera de combates y foco de inquietudes. Más, mucho más, de lo que un hombre en nuestro medio y en nuestra época podría hacer. Antes de alejarnos, escribamos sobre su lápida “Aquí yace un eco vivo del alma de Chitré”.

Docente jubilado
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