Hemos avanzado, pero la lucha continúa: La construcción de la idea de mujer moderna panameña

Actualizado
  • 03/04/2022 00:00
Creado
  • 03/04/2022 00:00
La historiadora Edda Samudio adelanta algunos de los hallazgos de su investigación sobre la transformación del imaginario femenino en el contexto del movimiento sufragista
Hemos avanzado, pero la lucha continúa: La construcción de la idea de mujer moderna panameña

La veía a diario en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, antes de la pandemia. Llegaba acompañada de dos colaboradoras y permanecía en el recinto durante largas horas. Sobresalía en ese ambiente tan informal y poco glamuroso por la elegancia de su atuendo y de sus maneras, por el exquisito trato que prodigaba a los funcionarios de la biblioteca y cualquier persona que se le acercara.

Armada de una enorme lupa e infinita paciencia, fue escrutando, uno a uno, semana tras semana, miles de páginas de periódicos viejos. Ocasionalmente se detenían para mostrar un hallazgo importante. Lo comentaban, fotografiaban y volvían a su faena.

Intrigada por el inusual modo de trabajo, me fui acercando poco a poco, haciendo una que otra pregunta. Así, entre conversaciones informales, presentaciones de libros y otras actividades, fui satisfaciendo la curiosidad que me producía este grupo que trabajaba en un proyecto de investigación, para mí innovador: “El imaginario femenino en el proceso sufragista en Panamá (1910-1948)”, financiado por el I+ D, miembro distinguido del SNI, Senacyt.

Supe que la elegante mujer que lideraba el equipo era Edda Samudio, una destacada historiadora venezolana, doctora en geografía histórica del College University London y académica emérita de la Universidad de los Andes, en Mérida, donde coordinaba hasta hace poco la cátedra libre de historia de la mujer.

Lo que me resultó más interesante fue descubrir que esta historiadora venezolana es de origen panameño, nacida en David, Chiriquí, y graduada de la Universidad de Panamá con un título en geografía e historia. Se radicó en Mérida al casarse muy joven. A la edad en que otras optan por retirarse, estaba de vuelta en su país de origen, decidida a continuar su apasionante labor de investigación.

En este mes de la mujer –para el día de la publicación ya habrá finalizado– Edda Samudio aceptó adelantar algunos datos sobre este proyecto que está por publicar.

¿Podrías ayudarnos a entender el concepto de imaginario? Me resulta novedoso.

El imaginario es un constructo sociohistórico, que conlleva todo lo que se construye en torno al ser, a través de códigos, valores, costumbres, tradiciones, hábitos... Es un concepto que viene del campo de la sociología, sustentado originalmente por el sociólogo Cornelius Castoriadis.

El objetivo principal de nuestra investigación es recuperar la construcción discursiva de la idea de mujer que la colectividad reproduce, sanciona y acepta.

Partimos del hecho de que los cambios no surgen de un día para otro, sino que, como decía Ortega y Gasset, la historia es un continuo –una secuencia de elementos adyacentes que no son perceptiblemente diferentes, pero cuyos extremos sí lo son–. Ello implica un antes y un después.

Para esta investigación tomamos como el “antes” el momento de iniciación de la República y el “después” los últimos años de la década de 1940, una vez que la mujer ya empieza a figurar en la política abiertamente.

La investigación evidencia que en ese periodo la sociedad panameña fue cambiando la noción original tradicional sobre el papel de la mujer, centrado en el entorno familiar, en su rol de madre, hija y esposa, una vida regida por valores patriarcales.

Para la década de 1930 ya se observaba un cambio significativo, pues la mujer panameña participaba en diversos ámbitos de la vida pública: educativo, profesional, cultural, económico, artístico, deportivo y laboral; era una realidad su ingreso a la universidad. Sin embargo, continuaba sin ser cedulada y, por consiguiente, carecía de derechos políticos para elegir y ser elegida en puestos políticos.

A finales de la década de 1940 y comienzos de 1950, ya obtenido el derecho al sufragio, prevalece en el imaginario la idea de una mujer distinta, una mujer que no responde a valores androcéntricos o patriarcales, sino a valores modernos como la autonomía, la libertad, el empoderamiento.

¿Cómo surgió la idea de hacer esta investigación?

En 2019 publiqué una investigación sobre el imaginario femenino y el proceso sufragista en Venezuela (Revista Procesos, Universidad Andina Simón Bolívar, Ecuador). Al regresar a Panamá y tras leer los estudios realizados por las historiadoras panameñas Yolanda Marco, Patricia Pizzurno, Miriam Miranda, Dalva Acuña de Molina, entre otras, me pareció interesante estudiar la forma como se fue dando ese proceso en la sociedad panameña.

La hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Panamá me resultó de fundamental apoyo, particularmente, los periódicos, y su consulta resultó interesantísima para entender la cotidianidad de los procesos tradicionales y de cambios formativos en el comportamiento social.

A tu parecer, ¿cuáles crees que fueron las claves de la transformación de ese imaginario androcéntrico al que te refieres?

Fueron muchos los factores. Hubo influencia del acontecer internacional –la Primera Guerra Mundial, la experiencia de las mujeres europeas trabajando en las fábricas para llenar la ausencia dejada por los hombres al irse al campo de batalla– la influencia de los estadounidenses en la Zona del Canal, pero también el interés de los primeros gobiernos panameños por mejorar la educación. Sin olvidar el quehacer y esfuerzos de las mismas mujeres por obtener el derecho al voto y ser tomadas en cuenta en la construcción de la sociedad. Todo ello lo voy detallando en mi estudio, que saldrá publicado a mediados de este año.

¿El sufragismo fue resultado de ese proceso de transformación o fue uno de los factores que impulsaron la transformación de ese imaginario?

El movimiento sufragista ya había empezado en otros espacios del mundo occidental en el siglo XIX. En Panamá comenzó a tomar fuerza en la década de 1920, apoyado por algunos políticos liberales que planteaban el tema desde la Asamblea Nacional. Iniciada esta década, en 1921, Guillermo Andreve, masón, director del periódico El Tiempo, festejaba el éxito de las mujeres europeas que ejercían oficios y profesiones y sugería que se le diese a la mujer panameña “un voto restringido”, es decir, que se le permitiera a las mujeres, bajo ciertas condiciones, participar en la elección de los concejos [31] municipales. Andreve es una figura interesante. No deja de ser un hombre de su época, lo que demuestra cuando hace un alegato que hoy día nos parece improbable: que un hombre joven desde los 20 años estaba listo para tomar decisiones y emitir criterios, mientras que una mujer no estaba capacitada para hacer lo mismo sino hasta los 28 años de edad.

En definitiva, el movimiento sufragista formó parte esencial en el proceso de construcción de ese nuevo imaginario femenino.

¿Qué lecciones podemos aprender de esta investigación?

Creo que el mensaje es que no hemos completado la batalla. El desarrollo social y cultural de la mujer fue una realidad propia del siglo XX. En pocos años alcanzamos lo que no habíamos conseguido en centurias anteriores; actualmente contribuimos al desarrollo de nuestros países, educamos a las futuras generaciones, pero persiste la discriminación. Todavía no participamos en la sociedad en términos de equidad y de conformidad con lo que implica una verdadera democracia, porque un país democrático no puede dejar a un significativo porcentaje de la población fuera de la toma de decisiones. Resulta obvia esta discriminación si se observa la presencia no igualitaria de mujeres en los puestos de liderazgo en instituciones como la Asamblea, el gabinete, o las grandes empresas, sobre todo si la comparas con su presencia dominante en las universidades; fenómeno que se da en toda América Latina y debe llevarnos a reflexionar. ¿Por qué no están esas mujeres profesionales participando igualitariamente en la Asamblea Nacional, ministerios, instituciones públicas o empresas privadas?

Mi opinión personal es que detrás de esa falta de equidad está la negativa del hombre a ceder su posición tradicional de poder. Pero esa es una batalla que nosotras tenemos que librar y nos toca convencerlos. Las mujeres no podemos imponer los cambios, debemos persuadir al hombre de que los acepte y colabore con ellos. Nos corresponde dejar de ser reproductoras del androcentrismo en nuestros hogares y en la sociedad en general.

Algunas investigaciones
Edda Samudio:

· Aspectos de la modernidad latinoamericana: rupturas y discontinuidades. Editorial Universidad Veracruzana, ciudad de Xalapa-Enríquez, Veracruz, México. 2017.

· Una mirada al vicerrectorado académico de la Universidad de los Andes en sus cuarenta años. Ediciones del Vicerrectorado Académico. Obra presentada en la Feria Internacional del Libro Universitario el 25 de junio. 2015.

· De Carabobo a los cimientos del petróleo en Venezuela. Instituto Panamericano de Geografía e Historia, MEPIXO España. Capítulo de Libro. 2013.

· La llegada del telégrafo, el teléfono y la luz eléctrica a Mérida. Capítulo 2. Mérida ciudad de servicios. Universidad de los Andes, Academia de Mérida, Mérida. 2012.

· Persistencia de un pueblo artesanal en los Andes venezolanos: El caso de Los Guáimaros. En proceso de publicación en el Consejo de Publicaciones de la Universidad de los Andes. Arbitraje del FONACIT. 2011.

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