• 29/12/2009 01:00

La falta de seguridad

En todas las actividades en las que existe algún tipo de confrontación, la estrategia adecuada siempre será mantener en absoluto secreto...

En todas las actividades en las que existe algún tipo de confrontación, la estrategia adecuada siempre será mantener en absoluto secreto lo que se está haciendo o se va a hacer para derrotar al adversario.

Y eso es lo que ocurre en nuestro país entre las autoridades encargadas de planificar y ejecutar estrategias para acabar con la delincuencia que nos agobia. Desde el premier, que sale a decir la cantidad de policías que manda a la región fronteriza, las poblaciones que custodiarán, el armamento que llevan, las instrucciones, pasando por la procuradora que se explaya en detalles de los trámites de los casos de alto perfil que maneja a la velocidad del caracol.

Cualquier funcionario se conduce como un niño frente a un micrófono, una cámara de televisión o una grabadora de reportero y sin malicia alguna explica a su entrevistador los detalles más ínfimos sobre los planes, proyectos y estrategias que se están desarrollando o se piensa desarrollar para atacar la delincuencia.

Estos funcionarios a los que nos referimos, parecen vivir en “Bosnia”, porque abiertamente dictan pormenorizados seminarios sobre las fórmulas que aplicará el Estado para combatir el crimen. Durante estos seminarios los aplicados alumnos delincuentes anotan y aprenden todo sobre días, horas, minutos, segundos y lugares precisos en los que — por ejemplo — las autoridades llevarán a cabo retenes y operativos para aprehender a los criminales, decomisar armas y drogas o contener a irregulares en las selvas del país.

Ya es tiempo de que nuestros estrategas contra el crimen dejen la “inocencia” en la casa, actuando con malicia y responsabilidad en un tema tan árido como el combate al crimen. El Estado se gasta por año miles de dólares en salarios para unos señores oscuros que integran el mal llamado Consejo Nacional de Seguridad. Creo, que su mayor esfuerzo es garantizarse ellos y sus familias seguridad propia y dejarnos en la indefensión al resto de los panameños. Es un organismo insípido que no aporta nada a la colectividad.

No hace mucho, nos quedamos con la boca abierta al ver nada menos que al fiscal segundo antidrogas charlando con los narcos a través de las cámaras de una televisora, exponiéndoles con todo lujo de detalles la reciente creación de una unidad especializada “secreta”, para detener en nuestras fronteras y dentro de nuestro territorio el criminal tráfico de drogas. Esto es solo parte del enorme problema del Ministerio Público, funcionarios incapaces que por tener enfrente un micrófono dejan al descubierto las estrategias para enfrentar a los elementos de mal vivir. Sumado a ello, los fiscales y jueces que minados por abogados expertos en representar al hampa, trabajan en contubernio para ponerlos en libertad, acogiéndose a leguleyadas y vacíos jurídicos que quedan a su interpretación. Uno de los casos más infames y recientes fue la puesta en libertad de los asesinos del colega periodista Eliécer Santamaría — pese a estar confesos del crimen.

-El autor es periodista. erluga@cwpanama.net

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